José Luis Palomar: "Casi me ha costado más triunfar en Soria que en Madrid"

- ¿Cómo es la afición taurina en Soria?

- Uno, al ser soriano, siempre quiere estar bien en su tierra. Estás todo el año con ellos. Mi obsesión siempre ha sido, desde que he querido ser torero, triunfar en Madrid y en Soria. Y me ha costado algunas veces casi más en Soria que en Madrid, pero es ley de vida. Quiero aprovechar esta entrevista para dar las gracias a los paisanos de como se han portado conmigo con la operación. Gracias en nombre de mi familia y en el mio propio. Todavía por lo visto uno está en el recuerdo de los sorianos y aficionados. Ante todo hay que ser persona.

- ¿ Por qué decide ser torero?

- Las circunstancias. Es algo más complejo que tirarse al ruedo. Es una serie de circunstancias,  es una época que a mí me ha tocado vivir en Soria en los años sesenta, con una Soria distinta a ésta y una tauromaquia también distinta. Un chaval de Soria, queriendo ser torero, era casi más difícil que ir ahora a Marte.

- Entonces ya no había ganado bravo en Soria...

- Ni ganado bravo y los aficionados eran muy pocos y muy herméticos. Me costó bastante relacionarse con gente del ambiente profesional. Cuando empiezo un poquito a ver profesionales es cuando voy a Zaragoza. De hecho, profesionalmente, yo arranco en Zaragoza. Allí he toreado novilladas picadas, donde cogí fuerza; lo que pasa que allí en Zaragoza yo era el torero de Soria, pero yo contaba siempre con el apoyo de cantidad de sorianos que vivían allí. Es la suerte que he tenido: por donde he ido siempre había sorianos. ¡Así que en Soria quedamos cuatro! ¡Estaban todos fuera! Hasta en América, en todos los países que he toreado, en todos había sorianos. Fíjate lo que tira la tierra, que cuando te veían en la prensa y en las televisiones, procuraban ellos coincidir y la hora que pudiera cogerles el teléfono en el hotel, se enteraban del hotel donde estaba y me llamaban.  Para ellos, era parte de su Soria. Se les saltaba las lágrimas hablándome de Soria.

- Dice el refrán que más cornadas da la vida, pero ser torero es muy duro y es complicado de explicar...

- Es muy intenso y muy bonito. Es una profesión muy intensa. Pero lo bueno que tiene esta vida es eso: la desgracia de algunas personas es pasar por está vida sin decir ni fu ni fa. Es hacer lo que quieres o lo que pretendes, o por lo menos intertarlo. En la vida hay que luchar; aquí nadie regala nada. Pero lo que no puedes hacer es porque sea una cosa difícil, dejarla. Por lo menos hay que intentarlo.

- ¿Cuántos años ha estado de matador de toros?

- De matador de toros estuve dieciocho años y de novillero, otros cuatro o cinco. Desde que entré hasta que me retire casi treinta años. Los primeros años no toreaba apenas. Torear una novilladita sin caballos, era una aventura. Llamabas a algún pueblo, y de decían de dónde eras. Decías que de Soria y te respondían que cómo podía haber un torero.

- ¿Ha formado cartel con todos los figuras de la época?

- Tengo la suerte de coger una bisagra en la que coincidó con la parte final de Luis Miguel Dominguín, en la cual engarza con Antonio Bienvenida. Y cojo la época buena de Ordóñez, Camino, Puerto, Aparicio... De "El Viti", que para mí ha sido el santo y seña castellano. Palomo Linares. Luego ya viene otra generación como Manzanares, Niño de la Capea, Julio Robles, Galloso... que es ya mi generación. Y luego ya tengo la suerte de torear con los hijos de, como es Rafi Camino, El Litri... Tengo la suerte de que en mi carrera taurina está ligada por fechas y acontecimientos a nuestra democracia. Tomó la alternativa en 1978, salgó a hombros en Madrid en 1982, cuando ganó el PSOE en las elecciones. Y luego he tenido la gran suerte de que el soriano que ha podido, dentro de sus posibilidades, me ha seguido. El pueblo, no solamente el que tenía que ir. Es mi gran virtud. He tenido la suerte de tener unos poquitos que eran antipalomaristas, que eran los que animaban el cotarro.

- De la operación ¿cómo se encuentra?

- Bien, tengo que llevar todavía un poco cuidado, no hacer esfuerzos. He tenido dos bic-pac en el corazón. Llegué al hospital y al siguiente día me metieron en el quirofano. Se quedaron un poquito asustados: cómo ha llegado usted hasta aquí con lo que tiene.

- Pero ¿no tenía síntomas?

- Alguna cosa, pero como aguantaba, a base de respirar, como había hecho tanto ejercicio, pues me recuperaba y tiraba para adelante. No le daba importancia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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