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Opinión

TRIBUNA / Siempre arrastrando un piano

Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre las dificultades que se encuentran en Soria las personas que se dedican a las diferentes artes de la cultura.

TRIBUNA / Siempre arrastrando un piano

Los estudios musicales son algo de merecer de manera muy respetable. En Soria funcionan de manera continua y estable diversos ámbitos donde se dan clases de música, y esto dice algo positivo de una tradición como la soriana que, antaño, por las causas que fueran, aunque también porque eran otros tiempos en los cuales la atención a la supervivencia, daba poco pábulo a esos estudios musicales con su práctica.

Pero también se podría decir que otras artes y ocupaciones culturales, no dejan en mal lugar al nuestro, a pesar de ser una ciudad pequeña y de no figurar en Soria ninguna institución de las de la Junta de Valladolid y tener algo adecuado para Soria (¿cómo nos iban a tener en cuenta si los despachos y asientos regionales niegan lo soriano para concentrarse en lo regional autonómico, pero con su nuevo centralismo?), otras actividades culturales y artísticas, también, con los escasos recursos de los que disponer en esta capital con su provincia, pues también tienen lugar en nuestra tierra.

Y algunas de ellas exigen sumo esfuerzo para seguir para adelante, como algunas disciplinas artísticas que exigen un gran esfuerzo y una gran voluntad para ir tirando para arriba, dejándolas muchas veces a su libre y muchas veces desencauzado albedrío de río o modo de obrar…

Por otro lado, también se puede decir que Soria, en algunos estudios y preparaciones, es un poco como el aprendizaje de ganar carreras de atletismo que tuvieron Cacho y Antón, con sus dificultosos comienzos, como tiene ahora la campeona Marta Pérez en París. Y lo que se quiere decir es que, en este sentido, Soria es una bomba explosiva cuando se triunfa en estas actividades y la capital y la provincia ganan algo o llegan a una posición inmejorable, ahora bien, costándoles a los actores un gran desgaste. Y todos sabemos que, sin muchas infraestructuras, lo que tiene por contrapartida es, en vez de los mecanismos de instituciones artísticas, es la propia voluntad de ponerse a empezar y seguir sople el cierzo o el solano, el ábrego o el regañón, porque, desde la misma Soria es muy difícil llegar a las estrellas y su infinito. Las personas que trabajan de esta manera tienen que hacer muchas veces de la necesidad virtud y luchar con sus propios medios. Esto es algo así, como lo que se ha dicho en esta nota al principio.

El esfuerzo de los guerreros y luchadores suele ser un esfuerzo contracorriente y apostar mucho por sí mismo, y del mismo modo que los pianistas, para llegar a dominar su arte, tienen que estar pegado a ese piano, sin separarse de él ni dos minutos, en otros menesteres pasa igual, e incluso, como pudiera ocurrir en el periodismo, un juego a conciencia de alguien solo sin poder tener corporaciones en las cuales sentirse apoyado o apoyada, al contrario, la actividad de un jinete solitario en la batalla de la vida, aunque no queda, de quererse hacer algo, más remedio que apencar con lo que hay.

Cuando se quiere dominar un arte o un oficio artístico, sea en Soria o sea en Manila, lo que hace el jugador es no separarse de ese piano metafórico del que aquí se habla, aunque luego los resultados sean para otros espacios y no el de la propia Soria. No porque no tiremos hacia acá, sino porque, esa actividad, en otras partes tiene mucho mayor desarrollo y medios.

Con lo cual, hemos perdido otro artista con su piano para Soria ganándolo el mundo en otras partes.

Esto es una consecuencia de la penuria de Soria todavía, incluso formando parte de una comunidad autonómica que se nos lo pasa todo por ahí abajo, en la entrepierna.

El estudio, las enseñanzas, el virtuosismo de manejar ese piano susodicho, nos lleva a una vida con poco disfrute de la vida y una entrega total a nuestro arte o nuestro piano, ya digo, del piano del cual no se puede separar nunca el pianista o el artista con sus producciones para no simplemente salir en la vida con el dominio de su instrumento, sino consagrarse a acaso la mayor instancia que hay en la vida: la del Arte… ¿Qué pena que en estos términos aquí esté tan difícil todo y que luego lo ganen tierras o localidades que saben de ese agudo esfuerzo y saben que, en nuestra Castilla demediada, no se pueda hacer gran cosa? El que se exigió a sí mismo el trabajo de dominar un piano, sabe que no se puede ya nunca descolgar de él, pero también, dicho de paso, que, aunque una persona se haya dedicado siempre al dominio de un piano o instrumento musical, sabe que en todas partes del mundo el oficio está siempre devaluado en comparación con los dividendos burgueses…

Fdo: Juana Largo

 

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