Oposición responsable
Juana Largo incide en este artículo de opinión en el intenso nuevo curso político que se avecina en España.
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TRIBUNA / Oposición responsable
Al parecer, lectora o lector que sigues esta Tribuna, no hay indicios de que Feijóo, con su partido, como los que se encuentran un poco más allá, vayan a tomarse una Aspirina o vayan a calmarse dejando de despotricar como si el Presidente del Gobierno fuera el mismísimo Luzbel al cual habría que juzgar, capturar y hacer penar. Los ánimos siguen siendo enfebrecidos desde el curso pasado, pero en este nuevo año político que empieza, me parece que vamos a tener una especie de repetición, con toda su sofisticación de protesta, de la asignatura.
Y estamos seguras y seguros de que, aquellos políticos de la Oposición que hubieran estudiado algo referente a Ética o a las razones del debido comportamiento civil, no van a dar el brazo a torcer y, encima, van a declinar su comportamiento respetable por el del vocería y la bronca y la dureza, acompañado de las altas dosis de testes en ellos que van a conseguir que la vida pública de la política en España sea otra vez un andrajo y un espectáculo para los españoles.
Nos podemos preguntar por la política, ya no como política democrática y parlamentaria, sino por la política como espectáculo en nuestros solares de las ínclitas y ubérrimas razas de la Hispania Profunda, como diría don Rubén Darío. Seguramente este mes de agosto y de vacaciones no va a hacer que sus Señorías se encuentren más relajados porque igual hasta consideran las Aspirinas como algo flojo y resulta que el país y la política, viendo todo lo que sucede en el mundo, va de dura por la vida. No es país para filántropos.
Aquí lo que manda es el Poder. Ya lo decía Nietzsche y, como lo decían los teutones, resulta que no estamos para bromas de ningún tipo con esto del asunto primordial en la perspectiva de un partido popular que juega en serio a la baraja y apuesta por algo más elevado que la confitería que sirve el Gobierno, algo fuerte, sí, señor, en vez de un chocolate, algo así como una buena copa de Cognac que nos reconstituya como a Popeye le reconstituyen las espinacas para atreverse a luchar contra Bruto y llevarse de calle a la buena de Olivia.
Estamos en los preliminares de la temporada del Ruedo Ibérico y, en poquito, se terminará agosto y vendrá septiembre con toda su potencia cuasi otoñal para tratar los asuntos públicos, que son los de todos y el señor Feijóo sabe que para eso está él, no designado directamente por Dios sino por la membresía de su partido popular. No es país para socialistas, podría decir Javier Bardem, porque tampoco es país para niñas ni mucho menos ni siquiera niños o mozalbetes, ya que la carga explosiva que lleva el hacer de Sánchez, con sus fieles, es altamente peligrosa e igual, para el Congreso o para Colón o para Ferraz, es necesario proveerse de algo detonante y que no sea un infantil petardo, sino como mínimo dinamita, verbal, pero dinamita. Esto sí que puede acallar las sesiones del Parlamento y de ese señor que tiene bien puestos los cangilones de la noria que es el ilustre Sr. Peinado.
Partiendo de todo esto, se podría añadir que el año nuevo va a ser sustancioso y que, hasta las señoras de la derecha, de siempre respetuosas con el lenguaje, van a tener que tener cuidado con los improperios y las palabras altisonantes y groseras y los términos blasfemos, para no desmerecer en su función pública.
De todos modos, las españolas y los españoles vamos a asistir nuevamente al circo en el cual a los luchadores (seria palabra) nos proporcionan el colmo del virtuosismo en las maneras y en las formas y en los contenidos, llegándose acaso a alguna situación en la cual sea necesario traerse un árbitro.
Pero vamos a necesitar un poco de calma para nuestras oraciones porque el país está, en este sentido, muy bregado y los periódicos más importantes del país, van a necesitar contratar a auténticos especialistas en estos saraos que nos viene montando la derecha por no conformarse con haber perdido las últimas elecciones, lo cual les sentó muy mal, como a otros pudo sentarles mal cuando se dio el caso, en noviembre del 2011 en que Rajoy ganó las elecciones. En el fondo, esto es como un condicionamiento behaviorista, pues aquellos que han estado en el Poder, saben estar en él y les cuesta el dejarlo o el abandonar la Moncloa. Aunque la nación tire por otros derroteros más simples como no perder trabajos u ocupaciones de empleo y el tener que ver cómo han hecho los del PP para no querer admitir a los niños inmigrantes ni aun siendo niños, lo cual dice mucho no de sus principios que se las da de partido democrático, sino de falta de la más mínima y elemental humanidad. Ese gesto le va a salir caro al pp.
Fdo: Juana Largo