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Opinión

¿Torpeza lingüística o visión centralista?

Juan Pablo Martínez Aller alude en este artículo de opinión en el acto público celebrado este fin de semana en León donde el candidato socialista a la presidencia de la Junta, Carlos Martínez, cometió una torpeza lingüística o reflejó en sus palabras una visión centralista de Castilla y León cuando se refirió a León.

¿Torpeza lingüística o visión centralista?

En política, y más siendo Carlos Martínez, las palabras no se escapan por descuido: se eligen, se calibran y se lanzan con intención. Por eso resulta inquietante que Carlos Martínez, candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Castilla y León, haya cometido un error que no es menor: referirse a la comunidad como “Castilla-León” durante su intervención en la ciudad de León. Un gesto aparentemente trivial, que ha encendido las alarmas identitarias en una provincia históricamente castigada por el centralismo autonómico.

La omisión de la conjunción “y” no es un simple desliz gramatical. Es una mutilación simbólica que erosiona la ya frágil identidad leonesa dentro de una comunidad que, desde su origen, ha sido percibida como una construcción administrativa impuesta. En un territorio donde el leonesismo, aparte de estar muy arraigado no es una excentricidad, sino una respuesta legítima al ninguneo institucional, el “Castilla-León” de Carlos puede sonar  a desprecio, a simplificación interesada, o a una visión uniformadora.

No sé, si habrá sido por hacer una gracia, por ignorancia o arrogancia, pero en política, cualquiera de estas opciones son peligrosas. Y más aún cuando se pretende liderar una comunidad que exige tener sensibilidad territorial especial, conocimiento histórico y respeto por las particularidades. El PSOE, que en León ha visto cómo su base electoral se erosiona frente a fuerzas como la UPL, alguien le tendría que decir que los símbolos importan. Y que en León, el “y” que une es también el que dignifica.

Lo más preocupante no es el desliz en sí, sino lo que revela: una visión política que sigue mirando la comunidad desde Valladolid, ignorando las periferias, las voces disidentes y las demandas de reconocimiento, con el agravio que Carlos llega a Valladolid desde Soria. La ausencia del alcalde de León, José Antonio Díez, en el acto, no fue anecdótica, ni casual. Tampoco lo fue el gesto de algunos dirigentes locales que, entre la disciplina de partido y el malestar soterrado por la división interna, evidenciaron su incomodidad ante un discurso que diluye la identidad  regional leonesa en aras de una unidad mal entendida.

Como analista político, observo con inquietud cómo el PSOE autonómico, y por extensión, el nacional, ha optado por una narrativa que minimiza la pluralidad territorial. En lugar de integrar las demandas leonesas, las caricaturiza o las ignora. Y eso, en una comunidad donde el sentimiento de agravio está tan arraigado, puede tener consecuencias políticas de calado.

Carlos Martínez ha iniciado su candidatura con un tropiezo que no es anecdótico. En política, los gestos construyen relatos. Y el relato que se desprende de su intervención en León es el de un proyecto que no escucha, que no comprende y que no respeta, o por lo menos, eso parece. En una comunidad que exige matices, sensibilidad y reconocimiento, el “Castilla-León” pronunciado con ligereza es más que un error: es una declaración de intenciones.

Fdo: Juan Pablo Martínez Aller

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