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Pero, ¡caray!, que solo-que sola te quedas

Saturio Hernández, al hilo de una tribuna de Juana Largo, ahonda en el fenómeno de la soledad que afecta a la sociedad actual, incentivada por el uso de las nuevas tecnologías y acrecentada por la edad y la residencia.

Pero, ¡caray!, que solo-que sola te quedas

Juana Largo hace una muy trabajada Tribuna, 25-9-2024, sobre ”A nuestra suerte” , y en que esencialmente señala  que todos sabemos que, a lo largo de la historia, nuestras sociedades han tenido ese marchamo de hacer a algunas o a muchas personas desgraciadas y que, además, esas sociedades, se han alimentado y han medrado a base de esas desgracias que ocasionan sobre los que menos pueden. Y además esas sociedades han ido por su camino con independencia de las personas y, muchas veces, en contra de ellas y sólo salvaguardando a un mínimo número de sus componentes, siempre privilegiando a unos/as pocos/as.

Y ahora, en los hogares, las mujeres, las que se tienen que quedar en casa porque no laborean en trabajos de pagadas, son un testimonio de ese sufrimiento silencioso que se vive en las diversas poblaciones.  

Y se podría decir que esto de las televisiones y redes más que un entretenimiento, es una participación en una gran masa del espectáculo no instructivo y en el cual, no deja de darse el elemento negativo de que fomentan más, si cabe, la soledad

Y el requerimiento industrial produce, sí, pero a costa de hacer “cosas” en vez de humanos. Y los registros colectivos, que, en vez de hacer tantos test deberían tratar de los problemas de las gentes de carne y hueso, no acogen ese sufrimiento silencioso porque lo administrativo detesta las personalidades. Y no acoge el silencio administrativo, el padecimiento de los que debería atender y estos tienen que callar.

Parece, sigue diciendo Juana Largo, que …”a juzgar por los mass-media, que solo pueden sufrir los famosos, que solo sus tragedias son grandes, parece que solo puede sufrir el que logra expresarlo y tiene altavoces. Una persona, pongamos una limpiadora, puede tener un solo momento feliz en su vida, cuando la sacan en un reportaje, aunque sea en la última página de un periódico, y eso le dura toda la vida, pues parece que ha contado algo para el sistema, pero que en realidad es irrelevante …”.

Pero eso lleva a señalar que todos y todas en su día a día te quedas solo/a, pues todo lo haces tú, no existe compañía de nada y de nadie aun queriendo, y lo que ocurre en nuestras sociedades es que cada uno o una cada vez más solos/as tienes que vivir con ese hecho, te guste o no.

Y la cuestión que “pero, caray, que sólo-que sola te quedas” cada uno o una lo notas en la situación más inesperada y cuando lo notas te sientes todavía más solo/a, y eso es algo con lo que tienes que seguir.

Y a esos efectos, esa soledad la ves, la vives en situaciones normalmente no alegres, alguna vez sí, pero sea cual sea la situación, observa que no haces lo que haces mas que por tu propio impulso, es el día a día inapelable, y con el poema de “La Soledad”, de J. R. Jiménez se puede decir, quizá, “en ti estás todo, mar, y sin embargo, ¡qué sin ti estás, qué solo, qué lejos, siempre, de ti mismo!. Abierto en mil heridas, cada instante, cual mi frente, tus olas van, como mis pensamientos …”.

Pero dejando florituras a un lado, la soledad es de difícil definición, porque es una conceptuación que “te hacen a ti”, y eso lo hace pues, tal vez, no te ven hablar con la gente, porque sólo hablas con uno u otro y no con la generalidad.

Cada vez rige con una cierta mayor intensidad el principio “más vale solo/a que mal acompañado/a” y ante eso quien te achaca “qué solo estás”, se suele callar, pero … te lo va a reiterar a la menor oportunidad.

Pero eso que es una anécdota, no quita que la sociedad y en definitiva, el conjunto, y nosotros/as, califiquemos de soledad lo que a una personas u otra no le parezca concurrencia.        

Pero ello nos lleva a señalar que cualquier aspecto de lo que hacemos, lo hacemos solos, sea escribir esta opinión, ir al médico, ir a una oficina. Aunque luego te relaciones con mucha-muchas gentes.

Y en el vacío de nuestros pueblos, la soledad es la primacía de lo que hay, es primacía, pues no hay nada más y cada vez con la población más mayor y con menos servicios de todo tipo o naturaleza; y lo malo, me parece no es esa soledad, es la soledad de quien necesita algo y por estar solo, tiene que pedir ayuda, que no auxilio y éste tarda, y tarda.

Esa soledad es palmaria cuando haces estiramientos, gimnasia, natación o corres y corres, porque, aunque haya gente a tu alrededor, lo haces sin contar más que contigo mismo. Y eso ocurre cuando escribes algo, lejos está que hagas una opinión compartida y publicada.

Y todo lo reflexionado es, claro, una opinión, pero se acredita y se intensifica esa soledad cuando, por la edad, te jubilas, y da igual lo que pienses.    

Esa quizá sea la soledad más clara.

Fdo.: Saturio Hernández

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