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Opinión

De la importancia del cine o Cinema Paradiso

Juana Largo resalta en este artículo de opinión la necesidad que tiene el ser humano de soñar y de amar, y que se refleja en la película "Cinema Paraiso"

De la importancia del cine o Cinema Paradiso

In memoriam Mariano Herrera.

Todos nos hemos surtido de estos recursos, desde la antigüedad, es decir, que de la literatura y de las artes nos hemos acompañado siempre en el planeta Tierra y en casi todos sus territorios. Primero sería de una forma, luego de otras, hasta las actuales, en las cuales predomina el cine y, por eso, ahora traemos a colación esta película italiana de 1988, dirigida por Giuseppe Tornatore.

Esta película fue muy vista y aplaudida por el público y, además, es que tiene un mensaje tanto superficial como profundo. Queda muy poca gente en la actualidad que no haya visto nunca cine.

Otra cosa es que, ahora, en estos años o un poco después, cuando vamos a pisar el 25, el cine nos resulte repetitivo y muy encorsetado y se traten de hacer, por parte de los realizadores, películas muy comerciales, como sigue ocurriendo con la factoría de Hollywood, que ya, de tanto material hecho con marca de fábrica, aunque es cierto que puede dar consuelo a muchos guionistas, sin embargo, resulta ya poco original y siempre con las mismas fórmulas, y eso a algunos espectadores nos llega a cansar; lo malo es cuando se hacen, por ejemplo, películas españolas siempre de la misma manera productiva comercial o con el mismo cliché, con lo cual echan a perder a gran parte del público que, como no es bobo, empieza a aburrirse del “typical spanish”…

El tema ahora es que “Cinema Paradiso” tiene un mensaje hondo que se referiría en pocas palabras, a la necesidad de soñar y del amor en ese sueño que casi todos hemos necesitado y con lo que nos hemos aprovisionado o servido, es una película que hace un gran y acertado homenaje a las películas que llenaban nuestro corazón.

Y del “corazón” en los medios de comunicación –y el cine es uno de ellos- no nos hemos saciado todavía. Todavía nuestro corazón no está completo y es falso eso que se dice de que estos medios del cine y de dar cabida a los sentimientos populares, no remedian nada… ¡Pues vaya que si remedian!... ¡No se lo pueden imaginar algunos hasta donde llega el aliento vital que pueden dar estos recursos!...

Los que dicen que no remedian nada son los considerados como “Monstruos del Sueño”. Son gente directiva, sobre todo de un cierto mundo que trata de desengañar a los humanos de que no crean más que en sus negocios. Son los monstruos del sueño, desde sus laboratorios y sus despachos, desde sus gabinetes que, por su parte sueñan con más inventos para las guerras o para los intereses de Mercado, o de medidas para la población en cuanto al trabajo deshumanizado. Son los que quieren deshacer los sueños de la gente corriente que, desde luego, ve la realidad de otra manera diferente a la mostrenca y triste visión de lo unidimensional. Ya hablaba el filósofo Marcuse de esto.

A mi amigo Mariano, que unos pocos años después de conocerlo, falleció en un Hospital Psiquiátrico, esta era la película que más le gustaba, decía que era la mejor. Y hubo un día en que, como no podía salir de su internamiento, me encargó que le comprara la cinta de esta película. No pude comprársela porque el suministro de tienda falló. Y, aun así, como siempre me aconsejaba este filme, yo lo vi y me di cuenta de lo que podía significar tal obra. Tenía razón Mariano: era la mejor. Y Mariano siempre soñaba -y se quedó soñando- que él podía ser uno de esos directores de cine que hacen, de buenas maneras, soñar a la gente.

Sin embargo, ahora, ahora que casi todo sigue, en cuanto a lo desastroso, igual o peor; ahora que hay guerras y nos involucran en ellas a los ciudadanos; que los gobiernos nos hacen ser los paganos de las crisis, de la economía, de las recesiones; ahora que aumentan los problemas sicológicos y los profesionales solo tienen una regla de medir, cuando todos somos diferentes; ahora que la competitividad entre los individuos y los grupos es descarnada y atroz; ahora que, aunque veas a un desfallecido en la acera, ni lo miras y pasas de largo; ahora que no hay conciencia más que del propio egoísmo y no del mal que les puedes hacer a los demás, con mentes que basculan entre el autismo y la sicopatología; ahora que, en realidad, hay otra guerra en los lugares cotidianos de nuestra famosa Civilización… Ahora algunas mujeres y algunos hombres pensamos que aquel mundo perdido tenía su valor y que ha sido un tesoro que ha tenido que dejar anegado en el fondo del mar.

Y hemos anegado muchas otras cosas y muchas otras producciones que le daban valor a nuestra vida, con estos tiempos de la tecnología en la cual buscamos todavía un sentido y, nos parece, no puede salir mucho sentido de esos instrumentos o aparatos fríos con base en el “0” o el “1” de la Informática básica. Porque nos podemos preguntar por las liras griegas que adulaban a los reyes y a los consejos de las gentes, nos podemos preguntar por las lecturas de santos que empapaban la mente de muchas personas en otros tiempos, nos podemos preguntar –y hagamos un salto en el tiempo- por las producciones novelísticas que llenaban nuestros estantes y nuestro ser y que colaboraban a que no nos perdiéramos en el campo de la Nada cuando el Sistema era duro y teníamos que soñar para levantarnos cada mañana.

La palabra “amor” se encuentra muy desvirtuada hoy en día, pero, poniendo un solo ejemplo, ¿es que no era delicado y magnífico leer en la segunda mitad del siglo XX a esa escritora brasileña que se llamaba Clarice Lispector y que podía hacer que se movieran nuestras entendederas al par de nuestro anhelo y de nuestro sueño?... Esto es un homenaje a mi amigo Mariano y al mundo de “Cinema Paradiso”, que es el de todos –o casi todos-.

Pero los sentimientos humanos no se pueden arrancar de la raíz de lo humano porque entonces lo matan.

Fdo: Juana Largo Lagunas

 

 

 

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