El suicidio de Sandra: un fracaso del sistema educativo en su conjunto
El reciente suicidio de Sandra, una niña de 14 años en Sevilla no puede entenderse como un hecho aislado. Es, dolorosamente, el reflejo de un fracaso colectivo del sistema educativo: de los protocolos, de la prevención y del acompañamiento emocional.
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La educación no puede reducirse a contenidos o estadísticas. Medir el éxito de la escuela únicamente por el número de estudiantes que terminan la ESO o el bachillerato es insuficiente; el verdadero éxito se mide en cómo cuidamos y acompañamos a cada niño.
Cada maestro debe conocer a sus alumnos, entender sus emociones y necesidades.
La personalización educativa no es un lujo, es una obligación para que ningún niño se sienta invisible ni desprotegido.
Además, los expertos de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) afirman que la educación personalizada es un derecho del niño.
En palabras de Elvira Sánchez-Igual, psicóloga y responsable de comunicación de esta asociación, “si leemos el artículo 29 de la Convención de los Derechos del Niño, vemos que los Estados Parte convienen en que la educación del niño deberá estar encaminada a: a) Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades. Esta mención explícita a desarrollo hasta que el niño alcance su máximo potencia es lo que hace que la educación deba ser personalizada y deba empezar cuando se inicia la vida, esto es, en educación infantil".
¿Por qué desde la primera infancia?
Como explica Elvira Sánchez-Igual “Lev Vigotski, uno de los más reconocidos estudiosos de la etapa infantil, señaló que el hecho de que esta acción se haga en un momento del desarrollo en que dichas estructuras se están formando, permite ejercer un efecto mucho más significativo sobre los propios procesos, y no sobre estructuras ya formadas como sucede en la mayoría de aquellas que se presentan en otras edades”.
Si bien el bullying muestra su cara más cruel en secundaria, su prevención comienza en la etapa infantil.
Esta etapa, clave para enseñar empatía, respeto y resolución pacífica de conflictos, debe recibir mayor reconocimiento y recursos de los que actualmente tiene, ya que sentar bases sólidas desde los primeros años es fundamental para evitar tragedias futuras.
Desde la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE), que agrupa a profesionales de la educación de 0 a 6 años, ha realizado un estudio del bullying, sus orígenes y desarrollo, para mostrarnos herramientas que permitan, ya en infantil, detectar en base a técnicas sociométricas “presuntos” acosadores y acosados, para actuar directamente desde el ámbito de la prevención individualizada.
Como afirman: “Estamos todo de acuerdo en que cada niño aprende de manera diferente; el rol que ocupa en el grupo y las relaciones que establece con sus compañeros también son diferentes y, por tanto, la acción educativa debe ser también diferente y personalizada”.
Como recuerda Juan Sánchez Muliterno, presidente de la Asociación Mundial de Educadores Infantiles (AMEI-WAECE) “la educación debería estar enfocada a que cada niño desarrolle una personalidad responsable consigo mismo y con los demas, desarrolle su empatía, su amor a la naturaleza, a la vida en común. Lo que los viejos del lugar conocen como valores. A mi no me han servido para nada saber hacer raíces cuadradas, saber que hay senos, cosenos y tangentes. Mas valen que nos hubieran educado en cuidar el medio ambiente, entre otros,…”.