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TRIBUNA / La cárcel

Ángel Coronado ironiza en este artículo de opinión sobre el nuevo centro penitenciario de Soria y la jornada reivindicativa organizada por la plataforma Soria ¡Ya!.

TRIBUNA / La cárcel 

Todos los respetos a cualquier institución del Estado y a todas sus magistraturas. Todos a todas. Somos dueños, quiero decir que somos libres cuando tenemos, cuando es nuestra, tanto nuestra como nuestras manos o nariz, cuando podemos optar entre aquella panoplia de opciones de que se tratase o se pudiese tratar. Somos libres cuando podemos optar. Opto por el respeto a cualquier institución del estado. Todos los respetos a todas las instituciones del Estado y a todas sus magistraturas, y ya está.

Otra cosa es que algunas instituciones te puedan ser más o menos simpáticas. Instituciones o personas o calles o barrios o ciudades o todo lo que quieras imaginar. Yo no sé por qué, pero prefiero el barrio de Los Pajaritos al de La Florida o del Calaverón. Me gusta el parque de La Dehesa, pero prefiero la banda occidental o El Alto. Que justo su pico, su pico más oriental, que mete la nariz, como quien dice, en la plaza de Don Mariano que, mira por dónde, tampoco la entiendo bien desde los tiempos, sobre todo ahora, con esa enorme limusina de chatarra oxidada que la parte casi por la mitad, aunque ya desde los tiempos herida de muerte por la mole quita-sol, antigua Caja de Ahorros, sobre todo en invierno. Mientras mi ahorro aumento (dice la Caja), el tuyo gastas en calefacción. Una gracia. Quítate ¡Ya!, le digo a la mole quita-sol.

El caso es que simpatías y antipatías escapan de nosotros tan frescas como llegan. Con ellas no podemos gestionar la opción. No somos libres en ellas, o lo somos apenas. Sobrevuelan sobre nuestras cabezas, indemnes a nuestros afanes. Todos mis respetos a la cárcel, porque debo y además porque me da la gana, pero no puedo evitar antipatías, al vecino, el de siempre, a la cárcel y a los buitres, majestuosos comedores de carroña.

Las cárceles no me son especialmente simpáticas.

Leo en la prensa que un líder de la antigua banda criminal vasca, rama político-militar, de cuyo nombre tampoco quiero acordarme, será trasladado a la cárcel de Soria. Leo también que se urge la puesta en marcha de nuestra nueva cárcel. A partir un piñón con la plataforma Soria ¡Ya! en eso de que más trenes y mejores para Soria. A partir un piñón ¡Ya!, que me gustan los frutos secos y especialmente los piñones. A partir un piñón ¡Ya! en eso de que a Soria se la olvida olvidar esa manía de quejarnos de lo que no y olvidarnos de lo que sí, porque a partir un piñón con la plataforma Soria ¡Ya! con que, de lo que sí, hay que acordarse. No digo que Soria ¡Sí!, pero me gustaría decir algunas veces que Soria ¡Ya Sí! No es por nada, pero acaso pase con esto como pasa con lo del lobo, que de tanto decirlo cansa, y que canse no es lo peor. Lo peor, la moraleja verdadera, lo arriesgado del caso sería que de venir el lobo tantas veces, nadie haría caso del lobo, y de venir tan solo una, la última definitiva y fatal, tampoco. Por eso estoy a partir un piñón con esa plataforma. Pero las cárceles no me son especialmente simpáticas.

Acordaros de Guantánamo, de Alcatraz y de Carabanchel, a lo grande. En plan íntimo y recogido, del zulo en el que se intenta que un preso, en privado, cante. Memoria especial, sin perjuicio de la paz, para “Billy el Niño”.

Lo entiendo, chicos, entiendo la parodia de la cárcel, tendría gracia no entenderla. Queremos decir de Soria lo que no nos dan, queremos decir de Soria lo que sí queremos que nos den, dice la plataforma. Y con ellos digo también lo de Soria pura, cabeza de Extremadura, y a ver que otra provincia puede decirlo igual. Inténtalo con Teruel, anda. Tendría gracia no entender la parodia.

Pues ¡hala!, más parodia.

Como mal menor sugiero una cárcel especial para Soria. No es que la merezcamos. No es que me guste, la verdad, pero tampoco va uno a ser negacionista o recepcionista en todo. Detrás de ¡Ya!, y sobre la plataforma para ver mejor, miro siempre de reojo. Junto al remate de la autovía, los buenos trenes y buenas vías de Soria-Madrid ida y vuelta, y más cosas que sí, que ¡Ya!, que ¡Ya sí!, por una parte, y la cárcel y otras cosas que no, que ¡Ya!, que ¡Ya no!, por otra y porque ya las tenemos o no las queremos tener, miro siempre de reojo. En todo caso, y para evitar suspicacias, decía, propongo una cárcel, si es que hace falta (lo que dudo), una cárcel especializada en grandes personajes de bulto, lo que se dice de bulto, cuanto más abultadas mejor, nunca presuntos, siempre (¡ya!) sancionados, eso sí, y a lo grande y lo mayor también. Una cárcel especial en corruptelas de las que se hacen con dineros públicos a base de lo más usual: contratas dirigidas, amiguetes, mordidas y comisiones.

Porque los sorianos/as, dicen las malas lenguas, tenemos fama de “agarraos/aas”, no solo de bailas (aunque también), sino de dineros, de nuestros dineros, agarraos/aas a los dineros. Es famoso el chascarrillo que dice haber pocas neveras en Soria, que a más de hacer frío, cierras sin saber si apagaron la luz.

Fdo: Ángel Coronado

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