Nada te turbe
Catorce monjas siguen los pasos de santa teresa de jesús en el convento de las carmelitas descalzas de soria
Poco rédito
Toda una aventura
Catorce monjas carmelitas viven en el convento de clausura de Soria siguiendo las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús: soledad, silencio, trabajo y convivencia fraternal.
Un camino de vida ¡Oh Señor, qué suaves son tus caminos!, exclamó Santa Teresa de Jesús hace cinco siglos y hoy siguen haciendo realidad estos deseos catorce monjas carmelitas descalzas en el convento de Soria, por medio de una vida de oración contemplativa y litúrgica que busca la unión íntima con Cristo y con María, la Madre del Carmelo.
“Aquí las hermanas no son como la gente de fuera. Todas son obedientes, sinceras y sencillas. Y es fácil entonces gobernar una comunidad”, dice la madre María Antonia, priora de uno de los últimos conventos carmelitas que fundara Teresa de Jesús en España, concretamente en el año 1581 en Soria, en la plaza Fuente Cabrejas. Ahora, en el año en el que se conmemora el V centenario del nacimiento de Teresa de Ávila, la comunidad ha abierto las puertas a El Mirón de Soria para explicar sus vivencias.
La madre María Antonia, que lleva 57 años como monja carmelita en Soria, recuerda que la vocación le llegó ya de niña, con apenas siete años. Después, al acabar Magisterio, cayó en sus manos un libro de Santa Teresita, la monja francesa que ahora está recorriendo el mundo. Y la lectura cambió su destino: de ser monja misionera en Perú a carmelita en Soria. “Ahora España no es la que yo conocía cuando era joven. Todo era más fácil. La gente era más sencilla. Se conformaba con menos y vivía más la fe”, resalta.
En el convento no tienen prácticamente comunicación con el exterior. Ni periódicos ni televisión. Solamente los padres carmelitas les llevan una revista religiosa. La televisión está guardada en un armario y sólo se enciende cuando hay un acontecimiento importante de la Iglesia.
Para ellas, dice la priora, la vida consagrada no es tan sacrificio como aseguran muchas personas. Con humor apunta que ella tampoco entiende a la gente de fuera. “Lo nuestro hay que mirarlo desde el punto de vista de la fe”, señala.
La hermana María Inés de Jesús, natural de Ólvega, es la que lleva más tiempo en el convento soriano. Ni más ni menos que 62 años. Tras estos años de clausura, confiesa que está contenta de que Dios le haya llamado para esta vida de “sacrificio, de silencio, de oración, para salvar muchas almas y darle mucha gloria a Él”. Asegura que en este tiempo nunca ha tenido la tentación de colgar el hábito. No echa nada en falta del exterior. Agradece, eso sí, que la familia la visite o la llame por teléfono. La hermana María Rosa de la Santísima Trinidad, de 26 años, es la más joven del convento soriano. Natural de Abancay, conocido en el sureste del Perú como “el valle de la eterna primavera”, lleva siete años y medio como carmelita. Entró, apunta, “porque necesitaba una vida de oración”. Reconoce que su familia sufrió cuando dio el paso pero ahora, subraya, “están contentos, porque ven que soy feliz”. Todas ellas eligieron seguir los pasos de Santa Teresa: “quien a Dios tiene, nada le falta”.
una jornada intensa
LAS MONJAS INICIAN su jornada a las 6:20 horas y a las 7:00 ya están en el primer oficio, “pidiendo por todas las necesidades del mundo”. De 7:00 a 9:15 horas acuden al coro, la iglesia para ellas.
TRAS EL DESAYUNO, se dedican a un trabajo asignado. A las 12:15 horas acuden al coro para una breve oración y examinan cómo han pasado el día.
DESPUÉS DE LA comida, las monjas comparten una hora de recreación, donde trabajan juntas y hablan. Acto seguido, rezan seis padres nuestros.
OTRA HORA de trabajo, en silencio, cada una en su celda, da paso al rezo a las 3 de la tarde. De las 15:25 h. a las 16:00 de la tarde hay una lectura espiritual.
DE 16:OO A 17.40, más trabajo. Y acto seguido a rezar vísperas. A las 19:00 h., hacen colación, otra hora de recreación y rezo del rosario. Otra hora de celdas, “con libertad”, y el oficio divino a las 22:30 horas.
