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TRIBUNA / El disputado voto del alcalde de Torrubia

Antonio Fernández de Luis incide en este artículo de opinión en la necesidad de un servicio que mejore las comunicaciones de Soria con el AVE, en Calatayud, por encima de compromisos ministeriales que no terminan de llegar y parecen poco ambiciosos si se quiere favorecer a la España Vaciada.

TRIBUNA / El disputado voto del alcalde de Torrubia

En 1985, el gobierno de Felipe González suprimió por sorpresa la mayor parte de las líneas de ferrocarril castellanas. Tan sorpresivamente que el tren dejó de pasar por Gómara días antes de que se inaugurase un macrosilo que se había construido en esa estación. El pretexto fue que aquellas líneas no eran rentables; como si el servicio de correos, la sanidad rural, las fuerzas armadas o la bodeguiya en que el presidente del Gobierno invitaba a sus amigos, fuesen, en términos mercantiles, rentables. Las líneas férreas ayudaban a vertebrar el territorio y tenían enorme rentabilidad social. Aquel silo, como todos los situados en las estaciones abandonadas, quedó sin sentido y el ministerio de Agricultura tuvo que pensar en su enajenación.

En la provincia de Soria solo quedó la línea Torralba-Soria, sin parada en casi ninguna estación, con peores horarios que en los años sesenta. Ahora, para colmo, la línea lleva varios meses cerrada y, cuando se reabra, el viaje en tren de Madrid a Soria tardará mucho más que a Algeciras o a Gerona. En cierto momento se planteó una conexión por autobús de Soria a Calatayud, para desde allí empalmar con el AVE a Madrid o Zaragoza, y el asunto saltó a la prensa nacional cuando el alcalde de Torrubia, para reivindicar ese autobús, marchó desde su pueblo a Calatayud en burra.

Siento simpatía por la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (que es como ahora se llama el de Fomento). Es una persona discreta, que no se mezcla en los rifirrafes ideológicos de otras miembras del gabinete. Fue una buena alcaldesa de su pueblo, en la provincia de Barcelona, y, por motivos que desconozco, le han asignado ese ministerio. Supongo que sus asesores le habrán indicado en el plano donde caen Soria, Calatayud y Torrubia, de igual modo que, si su ministerio fuera el de Asuntos Exteriores, le habrían señalado dónde están Argelia, Ucrania o el Paraguay.

Se ha anunciado solemnemente que “Soria estrenará conexión con el AVE en Calatayud en marzo”; pero lo que aparece en la Disposición adicional centésimo octava de los Presupuestos generales del Estado es que, como experiencia piloto, en el plazo máximo de sesenta días se establecerán las condiciones a aplicar para la implantación del régimen intermodal de conexión de residentes en la provincia de Soria y la estación de alta velocidad de Calatayud. O sea humo, que, pasadas las elecciones, se habrá disipado porque no hay ninguna partida prevista para ese fin.

Por contraste - vergonzoso contraste - en los Presupuestos aparecen cerca de veinte páginas con partidas de ese ministerio, dotada cada una con centenares de miles de euros, para favorecer a Sant Just Desvern, a Castellar del Vallés, a Vilafranca del Penedès, a Artesa de Lleida y a muchísimos otros pueblos de Barcelona y del resto de Cataluña. También, por Real-Decreto Ley, se van a aplicar descuentos a los viajeros de un montón de líneas de autobús; pero eso es un agravio comparativo para los pueblos a los que quitaron el tren y no tienen ninguna línea de autobús.

Lo que el alcalde de Torrubia pedía era el establecimiento de una línea regular de autobuses que sustituyera al desaparecido tren de Soria a Calatayud y le sirviese no solo para ir a coger el tren, sino de compras, al médico o a lo que le diese la real gana. Desde luego, si a los habitantes de esa zona los llevasen gratis en taxi a Calatayud quedarían agradecidos. Se supone que será gratis porque pagando ya lo pueden hacer ellos cuando quieran. A lo mejor todo queda, tras mucho papeleo, en una rebaja, un billete único y mucha propaganda, repitiendo la palabra intermodalidad, que suena muy moderna. Y se anunciará, a bombo y platillo, que el señor alcalde ya puede jubilar a su burra.

Los asesores ministeriales deberían buscar algo más atractivo para favorecer, de cara a las elecciones, a la “España vaciada”. Lo demás recuerda un poco a la novela de Miguel Delibes El disputado voto del señor Cayo.

Fdo: Antonio Fernández de Luis

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