La Junta adjudica excavación arqueológica en Tiermes
La Junta de Castilla y León ha adjudicado a IE Universidad, por un importe de 11.930 euros, trabajos de excavación arqueológica en la muralla norte del yacimiento de Tiermes (Montejo de Tiermes).
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Los trabajos serán coordinados por el Servicio Territorial de Cultura y Turismo y la Dirección General de Patrimonio Cultural con el fin de obtener los datos necesarios para redactar un proyecto de restauración.
La inversión cuenta con financiación de los fondos FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional).
Los responsables de estos trabajos, los profesores de la IE Universidad Cesáreo Pérez y Pablo Arribas, se plantean dos zonas de excavación, que servirán para documentar e investigar este tramo que será próximamente restaurado para solucionar los problemas derivados de la intervención realizada en los años noventa del pasado siglo.
Este espacio será integrado en el itinerario de visita, facilitando la interpretación de los restos existentes.
Se busca obtener datos precisos de las características técnicas y constructivas de la muralla en su cara interna, para determinar las cotas de circulación, el estado de la cimentación y el estado de conservación general. Además, se pretende actualizar toda la documentación existente referida a antiguas intervenciones en la muralla, localizando materiales y documentación escrita, bibliográfica e inédita depositada en museos o archivos.
Zonas de excavación
El primer tramo de excavación, de 15 por 2,5 metros, se localiza en sentido longitudinal en la cara interna del primer lienzo del sector norte de la muralla. En el extremo sureste de la misma, se prolongará la excavación en una zona de seis por tres metros hacia el interior del recinto.
La segunda zona se ubica junto al cubo 2, y consta de un corte de ocho por cuatro metros, destinado a la limpieza superficial tanto de los lienzos como de su relleno, así como pare de la superficie adosada a su cara interna.
Muralla de Tiermes
La muralla de Tiermes se fecha en época tardía, en un momento de transformación generalizada de los paisajes urbanos y su fortificación. Se plantea una datación posterior a la segunda mitad del siglo III después de Cristo, a partir de la amortización de estructuras de finales del siglo II y el material numismático.
Se aprecian diferencias constructivas entre la muralla norte (con cubos semicirculares) y la localizada en la zona sureste (ausente de cubos).
En ambos tramos se describe una anchura media de cuatro metros, con un aparejo formado por grandes sillares de arenisca que forran un sólido relleno que alterna capas de piedras y argamasa.
La muralla amortiza estructuras precedentes: en el tramo norte sobre diversas estancias del barrio norte, y en su tramo sureste sobre las denominadas Casas de Taracena, Conjunto Rupestre del Sur.
Las primeras intervenciones arqueológicas de las que se tiene constancia sobre la muralla las llevó a cabo Blas Taracena en los años 1932-1933, centrándose en el sector meridional, uno de los cubos y la llamada Puerta Norte. Este autor defiende para su construcción una cronología del siglo I después de Cristo, considerando el carácter indígena de la calle y construcciones que se encontraban amortizadas por esta obra defensiva romana.
Desde finales de la década de 1970 y hasta 1992 los trabajos en su tramo septentrional fueron coordinados por José Luis Argente y dirigidos por el mismo y por el profesor Víctor Fernández, Alfonso González Uceda, la profesora Manuela Domènech y Antonio Alonso.
En 1978 se definió un cubo; en 1979 y 1980 se excavó un segmento de 10,5 metros; entre 1981 y 1984 se excavó un tramo de 130 metros lineales correspondiente al intervalo parapetado por los cuatro cubos documentados; en 1991 y 1992 se continuaron los trabajos siguiendo el lienzo defensivo hacia el oeste, realizando varios cortes en las caras interior y exterior del recinto defensivo; y en 1992 y 1993 se intervino en su tramo meridional, dentro de las campañas dedicadas al Conjunto Rupestre del Sur.
En cuanto a las obras de restauración a principios de la década de 1990, se colocaron perfiles metálicos para el recalce de la mampostería en los puntos en que esta aparecía volada.
Se optó por la reconstrucción de hasta dos hiladas superiores con sillares prefabricados de hormigón, el relleno con arena de las estancias rupestres excavadas junto al lienzo exterior y la colocación de gaviones delimitando el espacio intervenido con el margen de la carretera.