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Tres décadas de la liberación de Revilla del secuestro de ETA

Treinta años se cumplen hoy de la liberación de Emiliano Revilla a manos de la banda terrorista ETA. 

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El empresario Emiliano Revilla, en el homenaje que le tributó Ólvega hace unos años.

Revilla, hoy con 90 años de edad, sufrió en 1988 el tercer secuestro más largo de la banda terrorista, con 249 días en cautiverio.   Después de él, dos secuestros se ponen por delante en esa clasificación: los del funcionario de Prisiones José Antonio Ortega Lara (532 días) y del empresario José María Aldaya (342 días).

 Revilla no tuvo inconveniente, 23 años después de su liberación, en conversar en la cárcel de Nanclares de Oca (Álava) con Joseba Urrusolo Sistiaga, el jefe del comando Madrid y autor de su secuestro, pero no le perdonó, aunque se sintió bien tratado por los terroristas.

"Estuve en un claustro, de dos metros de largo por uno de ancho. Y ahí estaba la cama y el retrete. 249 días sin salir a ninguna parte", aseguró en noviembre de 2017 al ser preguntado por su encuentro con Urrusolo Sistiaga.

Fue el 24 de febrero de 1988 cuando tres etarras -dos hombres y una mujer, entre ellos el jefe del comando Madrid, Joseba Urrusulo Sistiaga-, asaltaron a Revilla, entonces con 59 años, poco después de las once de la noche cuando estaba a punto de entrar en el portal de su casa, en la plaza de Cristo Rey de Madrid.

Los etarras le encañonaron con un arma y le obligaron a montarse en un Seat 1430 de color verde, que apareció abandonado al día siguiente en un aparcamiento de la madrileña plaza de Olavide.

A ocho kilómetros de su casa pasó cautivo los siguientes ocho meses. En concreto, en la calle Belisana, cerca de la estación de metro de Arturo Soria, en un zulo de 2,45 metros de largo por 2 de alto al que se accedía por una escalera de mano y que Revilla recorría en apenas dos pasos.

Un rescate millonario -mil millones de las antiguas pesetas- hizo que ETA le pusiera en libertad, según ha publicado hoy La Razón.

La noche del 30 de octubre de 1988 la entonces becaria de la Agencia Efe María José Sáez tuvo la "suerte" periodística de ser testigo de la liberación de Revilla y de contarlo.

Ya había finalizado sus prácticas de verano, pero la becaria siguió haciendo guardia a las puertas de la casa de Revilla. Su constancia tuvo sus frutos y fue testigo de cómo el empresario llegaba a su casa tras ser puesto en libertad.

Revilla, tras su liberación, se volcó en su faceta empresarial e impulsó el desarrollo industrial de Ólvega, su pueblo natal, con un polígono en el que se asientan una treintena de empresas y que da empleo a alrededor de dos mil trabajadores.

 

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