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La Pinochada regresa a Vinuesa

En torno a trescientas mujeres han retomado este martes en Vinuesa la "Pinochada", una de las tradicionales más conocidas de la provincia de Soria –declarada fiesta de interés turístico regional- y que ha estado suspendida dos años por la pandemia.

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Vinuesa, conocida como la "Corte de Pinares" y que al menos triplica su población durante el verano, se ha rendido este martes, festividad de San Roque, un año más a esta fiesta en la que las mujeres, divididas en casadas y solteras, han vuelto a escenificar una tradición milenaria que rememora las disputas con un pueblo vecino por la imagen de la Virgen.

Vestidas con el traje de "piñorra" y con un pinocho en sus manos -una rama de pino-, las mujeres han recreado la pelea con el vecino pueblo de Covaleda por la imagen de la Virgen.

Ataviadas cada una de ellas con el traje de "piñorra" y con una rama de pino en sus manos, las mujeres han recordado la pelea con el vecino pueblo de Covaleda por la imagen de la Virgen del Pino o, como han dejado escrito los historiadores, las luchas de mojones entre los dos pueblos pinariegos sorianos y la victoria final de los visontinos gracias a la intervención de las mujeres armadas con ramas de pino, conocidos como pinochos.

El alcalde de Vinuesa, Juan Ramón Soria, ha declarado que es una tradición que no se olvida y la resaltado las ganas que había por volver a celebrarla después de dos años suspendida por la pandemia.

“Si ya año a año tienes ganas de que venga la Pinochada, imagínate después de dos años”, ha resaltado.

El alcalde ha explicado que la Pinochada es una tradición, más oral que escrita, de una supuesta batalla entre Vinuesa y Covaleda por quedarse con una virgen que habían encontrado dos vecinos, uno de cada pueblo.

“La disputa llegó a las manos, a enfrentar a los hombres de los dos pueblos, y cuando la contienda estaba igualada, llegaron las mujeres y ganaron la batalla con ramas de pino”, ha recordado.

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Vinuesa ha recuperado este verano a su “normalidad”, con buena presencia de turistas que quieren disfrutar de la naturaleza en este pueblo soriano de Pinares.

"Es el día de las mujeres. En la zona de Pinares, las mujeres en general son personas de carácter, con mucho poder ", ha recalcado.

Angeles Larrubia, visontina casada de la cofradía de la Virgen del Espino, ha reconocido que cumplir con la tradición es lo que les lleva a vestirse desde siempre de piñorra para participar en la Pinochada.

"Hay ilusión por vestirse de piñorra. Estamos esperando las fiestas como el agua de mayo. Tengo una hija que no tenía un mes cuando la vestí de piñorra", ha resaltado.

Las mujeres han vivido con intensidad la tradición desde primera hora de la mañana, en una jornada que ha acompañado desde el punto de vista meteorológico, con menos calor que en días precedentes, lo que alivia llevar la indumentaria de piñorra.

El traje de piñorra está compuesto de enaguas, medias blancas, corpiño y delantal negro, falda roja con bandas negras y un mantón bordado.

Las piñorras han desfilado desde la ermita de la Soledad hasta la plaza Mayor, donde se han formado dos "ejércitos", uno de hombres y otro de mujeres, para enfrentarse, en una escenificación, primero casados contra solteros, cada uno en sus cofradías, y vencer, por dos veces, los primeros.

A la tercera, ambos bandos han lanzado los sombreros al aire en señal compartida de victoria y acto seguido han entrado en acción las mujeres, armadas con sus pinochos, que repitiendo los tres enfrentamientos han terminado con la victoria de las casadas, la cuales previamente han pedido ayuda a la Virgen.

A continuación tiene lugar la humillación de los capitanes y la Pinochada propiamente dicha.

Los jefes de ambas cofradías, casados y solteros, rodilla en tierra, juntan sus rodelas para que las mujeres, dispuestas en dos largas filas, golpeen una tras otra los escudos con las ramas de pino y a ritmo creciente.

Tiene lugar entonces el momento más esperado de la Pinochada, cuando las mujeres rompen filas para perseguir a los varones por la plaza Mayor para darles un toque de pinocho, a la par que han exclamado el esperado "¡De hoy en un año!", una frase contestada por los hombres con "muchas gracias", y que perpetua, un año más, una tradición milenaria a los pies de la sierra de Urbión

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