Dos mil personas siguen la singular "Pinochada" de Vinuesa
El Ayuntamiento visontino quiere conseguir su declaración como fiesta de interés turístico nacional
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Cerca de dos mil personas han seguido hoy con emoción la popular "Pinochada" en Vinuesa, fiesta singular e igualitaria protagonizada este año por cerca de trescientas cincuenta mujeres y que busca su reconocimiento como de interés turístico nacional.
Vinuesa, a los pies de Urbión, en la comarca soriana de Pinares, ha vivido hoy su día grande, en la festividad de San Roque, con la celebración de una fiesta con claro protagonismo femenino, entre la historia y la leyenda, y que recuerda, según los visontinos, la pelea con el vecino pueblo de Covaleda por la imagen de la Virgen del Pino, o como apuntan los historiadores, las luchas de mojones sostenidas entre los dos pueblos pinariegos sorianos y la victoria visontina gracias a la intervención final e las féminas armadas con ramas de pino, conocidas como pinochos.
Vinuesa, población con apenas un millar de vecinos durante todo el año y que en verano se multiplica al menos por tres, ha tenido su punto de atención hoy al mediodía con la llegada de las casi trescientas cincuenta mujeres -más que nunca, según la corporación-, separadas en dos filas -casadas y solteras- y con sus trajes regionales y sus respectivos pinochos en la mano.
El Ayuntamiento visontino quiere dar un paso más para que esta fiesta, desde hace unos años de interés turístico regional, tenga el reconocimiento de interés turístico nacional y este año ha sido grabada para editar un video, en colaboración con la Diputación provincial, con el que difundir por toda España la singuralidad de esta fiesta.
IGUALDAD
La alcaldesa visontina Asunción Medrano ha subrayado hoy que la Pinochada tiene un valor tradicional y singular además de resaltar la igualdad de la mujer con el hombre.
"Es un ejemplo de igualdad, que nos han trasmitido nuestros antepasados y nosotros simplemente repetimos todos los años el ritual que nos han marcado", ha asegurado.
Medrano ha explicado que las mujeres terminan ganando la batalla porque se "valora el matriarcado, la prevalencia de los casados y el asentamiento de la población".
Medrano ha destacado que la Pinochada es una de las pocas fiestas en España que no es machista, ya que la mujer tiene el mismo protagonismo que el hombre en todos los actos festivos.
Vinuesa ha vivido desde primera hora los preparativos de esta fiesta, donde las mujeres se visten con el tradicional traje de piñorra, compuesto de enaguas, medias blancas, corpiño y delantal negro, falda roja con bandas negras y un mantón bordado.
SOLEDAD
Las mujeres se han dado cita en la ermita de la Soledad para desfilar con el tradicional traje de piñorra y su pinocho particular hasta la plaza Mayor, escenario del ficticio campo de batalla.
Francisca Montes, de 83 años, ha recordado a EFE que lleva viviendo desde niña esta tradición con la misma ilusión siempre, como antes lo hicieron sus padres y sus abuelos.
"Esta tradición llega al corazón; el día 16 es mi día, me voy de casa a las nueve de la mañana y me estoy quitanto el traje a las tres de la tarde", ha resaltado otra de las mujeres casadas, Cristina Juanas.
Paula Antolín, soltera de 28 años, ha recordado que no ha faltado un año a la cita con la Pinochada, "el día más importante del año".
La Pinochada ha simulado un año más la pelea entre los dos pueblos, representada en la plaza Mayor por las cofradías de Nuestra Señora del Pino, integrada por las mujeres casadas del pueblo, y la de San Roque, de las solteras que hacen el papel de los covaledanos.
Por dos veces han vencido los primeros y, a la tercera, ambos bandos han tirado los sombreros al aire en señal compartida de victoria, lo que ha dado paso al momento más esperado del año, el que protagonizan las mujeres, que se han abalanzado para azotar con sus ramas de pino a los hombres, protegidos por sus escudos.
Después, las mujeres han perseguido a los varones por la plaza Mayor para darle un toque de pinocho, a la par que han exclamado el esperado "¡De hoy en un año!", una frase contestada por los hombres con "muchas gracias", y que perpetua, un año más, una tradición milenaria a los pies de la sierra de Urbión.
