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Centenario de la covaledense Elena González

La residencia “Cuna del Duero” de Duruelo de la Sierra, ha celebrado un cumpleaños muy especial, el de Elena González Llorente, en homenaje por sus cien años de vida.

A la celebración han acudido una gran parte de su amplia familia, que no ha querido perderse este acontecimiento.

Representantes de la Diputación provincial le han hecho entrega de una placa conmemorativa y del pergamino con el acta de su nacimiento, mientras por su parte responsables del ayuntamiento de Covaleda le han hecho entrega de un ramo de flores y también ha recibido la felicitación de la corporación de Duruelo de la Sierra.

Lo primero que llama la atención es que en su partida de nacimiento el nombre con el que fue inscrita es el de Segunda Elena González Llorente, según ella narra nunca se le llamó por ese nombre ni era conocedora de ello.

Así que la centenaria siempre ha sido conocida por Elena, nació en Covaleda, sus padres fueron Atanasio y Micaela, el padre se dedicó a sacar madera del monte con yuntas y posteriormente a venderla, la madre murió muy joven y Elena tuvo que sacar a delante la casa con su padre y al cargo de otros tres hermanos varones, Elías, Fernando y Pedro.

La muerte temprana de su madre le marcó desde un principio, acudía a la escuela siempre que podía hasta los 14 años, la maestra sabía que si faltaba era por motivos mayores.

Tiene el recuerdo de que su madre quería comprarle una máquina de coser, no lo pudo hacer por que falleció antes, pero su padre cumplió más tarde su promesa.En aquella época se guardaba el luto durante mucho tiempo y entre las tareas domésticas y acudir a la iglesia, tenía poco tiempo para salir.

Siendo muchacha conoció al que fuera su marido, David también de Covaleda.

Formaron una amplia familia de 8 hijos; Inmaculada, Elena, Adela, Micaela, Atanasio, Jesús, José y David, creciendo hasta llegar en la actualidad tener 18 nietos y 21 biznietos.

La situación de aquella época era muy precaria y decidieron trasladarse a la Rioja, allí su marido trabajó como conductor de autobuses y ella a la crianza de los hijos. Regresaron a Covaleda a la jubilación de su marido.

Cuando los hijos fuero siendo más mayores pudo tener tiempo para alguna de sus aficiones, hacer ganchillo, coser y hacer bordados, también en su casa se reunían con otro matrimonio amigo y jugaban al guiñote.

Ha sido una mujer fuerte, trabajadora, dedicada al cuidado de su familia toda la vida, entregada y persistente, ahora es el momento de que la cuiden y descanse.

 

 

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