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Opinión

TRIBUNA / El discurso de anteayer

Juana Largo denuncia en este artículo de opinión al mal camino que se está tomando en el mundo, en el ámbito político, con tendencia a regímenes autoritarios y personalistas.

TRIBUNA / El discurso de anteayer

Ya no decimos “el discurso de ayer” ni siquiera decimos el “discurso de hoy”. No nos atrevemos. El país se encuentra todavía, tras fenómenos como el “Noviembre Nacional” o los fenómenos que tanto nos condicionan como la guerra de Ucrania o la de Gaza, sumándose a ello el revival que quieren hacer muchos personajes del mundo actual, y del que incide sobre todo en Occidente, Europa y los USA sobre todo, el país se encuentra, decimos, en situación crítica calamitosa en orden no solo de lo social, sino también de otros componentes de la vida (económica, judicial, pública, cultural, tecnológica, etc…), sino sobre todo de lo político por excelencia.

¿Quién lo iba a decir? Nos sucede como a Platón con sus ideas, o a los dictadores con las suyas: que imponen el imperio de la ley de lo que piensan ellos, de lo que juzgan correcto en política para ellos, por encima de cualquier otra convicción: “las ideas determinan a la práctica”. Y este es el meollo del asunto: que lo que sueñe y piense en sus sueños un dictador político, vaya luego a misa para el pueblo o los ciudadanos. Por supuesto que se da aquí el sesgo sicológico de cada dictador, o de cada político que rija o quiera regir un país. En definitiva: que solo se preocupa de lo que piense ese sujeto, por encima de todos los demás “palurdos” de la nación.

Esta es, pues la radiografía en plan leve que se puede hacer del Poder en el mundo y en nuestro país. Con lo que se puede añadir que, tal sesgo personalista de los dictadores, como pertenece a una determinada sicología, harían necesario analizar tal sicología. No estamos pensando solo en Orban, sino también en muchos otros reyezuelos de segunda categoría, que tratan de imponerle a un país, a una nación, su mirada morbosa y de cabeza cuadrada frente a lo que digan o puedan decir lo que ahora se quiere llamar la “ciudadanía”.

¿Podrán estos dictadores imponer su criterio sobre el del resto de los ciudadanos? ¿O es que un ciudadano no piensa y, si piensa, ha de coincidir necesariamente con el cesarismo de los prebostes?

Esto da muy mala espina por parte de lo que se quiere tomar como un Estado Moderno. Que se vive no como en la época de las Cavernas, no, sino como en las sociedades muy socializadas –en sentido negativo- en las cuales manda la Sociedad, pero esta Sociedad es la del Uno que manda, desde arriba. O el lenguaje nos funciona mal o no deberíamos pertenecer a una Sociedad en la que somos “uno para todos y todos para uno”.

Una sociedad moderna no se caracteriza por la unanimidad tribal. En una sociedad moderna no puede predominar un poder monolítico. Una sociedad y un Estado modernos son aquellos que tienen que adecuarse a la pluralidad y a las diferencias sociales. Si no, no es “Moderno” sino Antiguo.

Lo que se quiere decir, aparte de este valor a lo Antiguo que le es concedido ahora al Estado, es que cualquiera sabe que todo lo Antiguo no es de fiar. Pero en estos asuntos nos debatimos ahora, entre lo Antiguo y lo Moderno, y no queremos incurrir en los dichos y las citas que se le hacen en la actualidad a lo Antiguo, como si el Futuro fuera una obsesión freudiana y le tuviéramos miedo.

Aquí se quiere hablar de otra Antigüedad: la de Anteayer. Ya no vale para un país lo dicho en el día de Ayer, como lo que pudiera haber dicho el actual presidente del Gobierno. Lo que valora mucho personal es lo dicho “Anteayer”, es decir, lo que decía y hacia Rajoy con sus colegas, muchos de ellos condenados y haciendo que heredemos leyes, como, por ejemplo, la de la Ley Mordaza. Lo que valora mucho personal no es lo del día de ayer, sino lo que decía, antes, el gabinete de los conservadores que, por otro lado, coincide siempre con lo que han dicho siempre, ya no solo anteayer, sino desde el origen de la propiedad privada y del Estado. Ya no son las ciudadanas y los ciudadanos los que tienen que hacer respetar sus cuestiones, sino que como lo que ordena y manda es lo de lo Antiguo, han de plegarse a la voz del profeta.

Así que, ahora, a cualquier joven que se ponga a parlamentar amigablemente de política con sus colegas, le interviene enseguida el orden del Anteayer, y sus posibles buenas intuiciones de futuro, se vean cortadas por los partidarios de lo Antiguo, que precisamente son los más freudianos y los que tienen más miedo al futuro.

Ahora, lo estamos viendo, manda la Autoridad sobre la Sociedad, sobre las ciudadanas y los ciudadanos. No manda el respeto a la convivencia y a la diversidad que se dan en un Estado Moderno. Manda la “Voz” del Gran Jefe sobre todo lo demás. ¡Qué pena tanto estudiar la gente joven para darse cuenta de que todavía vivimos en lo de Anteayer de Rajoy y el pasado autoritario!

Fdo: Juana Largo

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