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Opinión

Las mujeres en los marcos de los hombres

Juana Largo denuncia en este artículo de opinión que después de siglos de humanidad, se sigue estando lejos de la igualdad entre hombres y mujeres en los diferentes ámbitos en que se vertebra una sociedad.

Las mujeres en los marcos de los hombres

¿Por qué las mujeres, entre las que me comprendo, formamos parte o participamos, en nuevos equipos de hombres, o en negocios de hombres?... ¿No se podrían, no nos podríamos ver en nuestros propios marcos?... ¿No es eso el feminismo?...

¿No podríamos organizarnos y sacar afuera el silencio, el hecho de que las leyes dan cierta igualdad, pero no total para las mujeres, y aprovechar la oportunidad de que positivamente a nivel  moral, hay un marco de hombres, para salir entonces nosotras con ideas feministas que no han logrado antes salir de unos límites que ponen los hombres?

Suponemos o tenemos pruebas de que, en un grupo de mujeres, tendríamos más libertad. Es como crear una nueva constitución: Ya que los hombres hacen una constitución o una cultura no neutra, sino con el sesgo de hombres, las mujeres podríamos hacer una constitución o llegar a un acuerdo de regulación general y particular con el sesgo de mujeres.

¿Una Constitución o Carta Magna para hombres y otra para mujeres?

Eso es posible si se diera legislada de forma contundente o eficaz una Constitución, pero ahora parece imposible dado que se debe dar primariamente la convivencia, pues estamos casi en guerra, en la selva nuestra de cada día. Aunque deberíamos plantear el tema de que, entre los ponentes de una ley Fundamental, existan las legisladoras e igual que los legisladores, y ha de haber paridad.

Y veremos hasta qué punto, en las constituciones de las empresas públicas –en las privadas, hacen lo que quieren- hay paridad de hombres y de mujeres. Ignoramos ahora los datos de estudio estadístico, como algo que fuera necesario, porque aquí estamos hablando de paridad global, desde la familia hasta la gran política o la gran economía o lo que sea en esta línea de peticiones. Entramos en el mito: los hombres cavernícolas de hace miles de años, son los que dominan el cotarro, por mucho que las mujeres protesten, porque, si las pillan protestando, el matrimonio tradicional se rompe y no queremos asistir desde esta Tribuna, al espectáculo de que, de pronto los hombres y las mujeres derriban el matrimonio en sus postulados.

Estas cuestiones no quitan el problema: que los tiempos han cambiado y que la familia tiene poca relevancia hoy en día si dependemos de la turbamulta y locura de un mercado mundial descerebrado y que tira siempre para lo mismo, la perpetuación del poder varonil, mientras las mujeres tenemos que seguir doblando el espinazo y tomar en serio lo que dicen las leyes para los matrimonios.

Quieras que no, a esta época se le llamaba –antes del asalto al poder que los grupos ultras quieren dar en todo el mundo-, “postmodernismo” y ahora se ha empezado con otra, aunque la rueda de los hechos científicos no sea comprensiva con aquellos que dicen todavía que vivimos en la Modernidad. Tanto Modernidad como Postmodernidad, se han acabado. Aunque hay aspectos de la postmodernidad en muchas expresiones, y puntos de la vida actual en los que ha pervivido el postmodernismo, pero ahora estamos pasando a otra edad que acaso debería denominarse la cultura de la “inseguridad” y del “alto nivel de competición” que los Estados y Grandes Mercados fomentan y que nos puede llevar al colapso.

Todos sabemos que es sumamente injusto marginar el papel femenino en nuestras colectividades, y que las mujeres, a la hora de las empresas de elegir directoras, van de culo, lo cual no quita el dejar aparcado el tema. Al hablar de una mayor justicia de este sistema no se puede marginar ni minusvalorar a nadie.

No se ven muchas escenas de machismo flagrante, porque todo se oculta, más se ocultan las desgracias propias, y ello no permite tener una visión completa del tema. Y, sin embargo, el machismo se da, como si viviéramos en la Edad Media y no tuviéramos sensibilidad para captar los sucesivos fenómenos.

En realidad, a muchos hombres les gustaría que esto fuera Afganistán… El poder de una cierta legislación pro-mujeres parece que se queda a la iniciativa del juez o la jueza de turno, pero esto no es un indicativo de que siga existiendo la desigualdad. Hay más, más allá de todo esto. Hay una vida después de la muerte, que se traduce en la mayor soberbia machuna de Occidente –que es donde nos encontramos-, incluso para aquellos que se casan con una mujer y dicen, nos dicen que se han casado con ella para protegerla del mal mundo. Y vemos que para esto tampoco hace falta el matrimonio. La vida después de la muerte es que los hombres siguen con su trazado y su arquitectura permanente en la cual las mujeres son algo así  como una proyección de la persona de esos hombres que no miran por la libertad de la mujer, sino por conservarla como un objeto o cosa, un bien burgués…

El tema pasa a nivel político, y entonces el ámbito de estudio del problema pasa a cauces meramente formales e impersonales de un Estado que se mete con la vida de casi todo ciudadano o ciudadana. Y aun así no se entiende muy bien cómo es que hay machismo todavía a pesar de varios gobiernos socialistas. Parece que no aprendemos nada de la historia, y la situación, sin embargo, es de ambulancia de urgencias. Nuestro sistema se ha desvinculado de los ciudadanos y ciudadanas de tal manera que el masculinismo exacerbado existe y que, en el tiempo de la ley de silencio que se da tras cada votación electoral, no se nota ese masculinismo exacerbado y no pasa nada, pero todo va oculto, como nos dijeron los especialistas especulativos de la filosofía de la sospecha, en los siglos XIX y XX, y nos hace pensar o nos prohíbe decir en voz alta:

“Esta situación de supremacía que los hombres tenemos con las mujeres es lo que queremos y lo que ha de ocupar toda la historia, sin siquiera autoanalizarse uno y darse cuenta uno de que es un gilipollas”.

Porque eso lo dicen los hombres.  

La verdad, nos preguntamos, ¿qué nivel de progreso moral (que ya sabemos que el armamentístico es muy crecido) se ha dado desde hace cuarenta mil años hasta ahora? Y tenemos que responder, aunque veamos que ahora suben las tendencias de lo ultra, tenemos que responder que “¡ninguno!”, ninguno mientras la derecha no conciba un país y un mundo que no tenga que depender de la esclavitud y de los que necesitan tener a alguien debajo para poder vivir, que esto es muy serio y lo defiende la derecha: que necesitan que haya capas sociales de descastados y de personas que les limpien los mocos y les lustren las botas…, que suelen ser botas de guerra, para más Inri… Mientras, las mujeres, ¡a servir al macho!...

Fdo: Juana Largo

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