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Opinión

¿Fuimos ilusos?

Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre la ilusión que vivió y movió una juventud hace medio siglo por un posible cambio de valores en la sociedad y que se terminó apagando.

¿Fuimos ilusos?

Aquella generación que relacionaba a los hippies y al movimiento Beat y que hablaba de libertad, de amor y de felicidad o placer…etc., que eran el denominador común de todos los grupos y aun individuos que vivimos o despertamos allá por los años sesenta y setenta, ¿fuimos unas generaciones de ilusos?... De algunos de todos estos, pues se puede decir que algunos no fueron tan ilusos, esto está claro, pues han sabido sacarle rentabilidad a la vida y a veces han sacado muy bien los papeles en esta.

Pero otros muchos fracasaron y no se podrán decir ya muchas palabras cercanas por ellos, los que fracasaron en medio, ahora, tan actual que les roban el sistema a los poetas como Ezra Pound o Allen Ginsberg, que nos hablaban del “Work in progress” de lo que ahora, hace apenas dos días, nos hablan los representantes europeos y otros, del “World  in progress” que es este avance del cual ahora hablan los mass media y que aglutina a no solo ya aquella generación de “perdidos” en vez de “Generación Perdida”, anterior a la Beatnik, sino también a las nuevas generaciones desde la época de esta democracia en España y en el nuevo milenio.

Se hicieron cosas deleznables, desde luego, en aquella remota época, aunque también cosas grandes.

El mundo había girado ciento ochenta grados y se pudo ver un rostro más amable del mundo, aunque no fuera más que por la nueva manera de hablar del amor y de la libertad y de la naturaleza, cuando –impensable ahora- incluso se podía dejar la familia por las comunas y se quería cambiar todo lo rancio que, desde unos siglos, los últimos desde la Revolución Francesa, había nacido y crecido de manera tal que impedía los ideales de los jóvenes, porque entonces se podía hablar de ideales y defenderlos, no como ahora que eso de los ideales no existe y todo se hace con interés, hasta el poder leer una revista de humor suave.

Estos dos caracteres, entonces, los del ideal y los del amor, daba la impresión que iban a romper con todo el mundo e inaugurar una nueva edad en la cual la historia se embarcara y que no naufragaría nunca del todo; se dio por sentado el triunfo de la libertad, al menos en Occidente y resultaba que muchas y muchos nos lo creíamos y que de hecho los sistemas no se sostendrían más por su base, cuando se daba una gente que vivía y aun daba la vida por un nuevo mundo en el cual se pudiera ser rebelde con respecto a lo anterior y en el cual la justicia, no solo la poética, tuviera razón por una vez.

Si creímos en todo esto, éramos algunos unos verdaderos ilusos o algunas unas verdaderas ilusas y pensábamos y actuábamos de tal manera que hasta nos metíamos en partidos políticos que se iban fundando al paso de la vida inspirándose en el sistema revolucionario que había en el este de Europa o en otras partes, como China o las creencias zen y las más sofisticadas sabidurías del mundo desde la antigüedad para no solo que nos dieran fuerza para luchar contra el Viejo Régimen sino también  por vivir nosotros una vida acorde con nuestros propios gustos y por todas las buenas “filias” que pudiéramos abrazar…

Yendo al grano, dejando aspectos de otra cuerda como pudieran ser los del sexo o los de la música o el LSD, etc., dejando de lado también los aspectos estéticos o los del simple y grande placer, podemos referirnos ahora a los que, en un Estado que venía de un muy viejo régimen, creíamos en que ello, este Estado, se podría superar, como si se tratase de un mero paso hegeliano, a unas comunidades en las cuales, eso, el comunitarismo y la libertad, sobre todo, pudieran reemplazar las antiguas “certidumbres” de la derecha y pasar a un mundo cuando menos más abierto. Es decir, todo lo que ha negado Orban desde que lleva gobernando en su país, en lucha personal contra George Soros (también de un asunto personalísimo, como es el complejo de inferioridad del mandatario húngaro, se puede llegar a fundar todo un nuevo sistema que ahora ya no engloba sólo a los dos actores).

Estábamos tan anclados en nuestras certidumbres del anterior régimen, cuando va, o nos viene, la cultura “Yeyé” y vemos que se nos abre una puerta para poder reivindicar unas cuantas cositas…, en realidad una lista interminable, pero contando ahora con una nueva energía que estaba expandiéndose en el mundo entero. Entonces creíamos que, una vez instalado un nuevo “ente” o un nuevo valor de la cultura Yeyé, no se apagaría como una estrella que diera en un agujero negro y que se encontraría -ya que los pueblos tenían muchas ganas de salir del atolladero de la represión autoritaria de tiempo antes de la Generación de Jack Kerouac-, se encontraría instalada en el sistema en el  cual hubiérase acomodado para nuestro gusto de gente revolucionaria, generosa y liberadora. Todo ello constituía, por entonces, una amalgama y una marejada de voluntades y de reivindicaciones que no solo eran propias, del Verano del Amor, de 1967 o del Woodstock de 1969 , sino conquistas sociales e individuales que podían tomar asiento en el interior del liberalismo a la antigua usanza, el cual corroboraría o ratificaría, la manera de ser del sistema parlamentario y constitucionalista en el que, según nos cuentan, vivíamos después, aunque no nos dábamos cuenta de que esas constituciones estaban hechas con trampa, pues sí, libertad popular por un lado, pero por otro lado, “economía de Mercado”.

Apresuradamente nos condujeron los representantes políticos de la Transición para que votáramos, y desde el 78 lo venimos disfrutando…

Casi todos tan contentos.

Hasta que llegamos a la actualidad, de la cual, por cierto, no se pueden determinar caracteres muy precisos, dado que es móvil y voluble, no obstante poder ver ahora nosotros, cuando nos miramos en el espejo, que todo parece ahora cegarse y que los caminos de tierra de la libertad y de la comunidad y aun del individuo, han sido alquitranados y pintados con rayas blancas o amarillas de grandes carreteras, lo cual ya denota un hecho consumado: lo de aquellos polvos para estos lodos… Y la pregunta que nos queremos hacer es si habrá salida en este laberinto y si podremos echar de la Feria a los que han manejado el poder de tal forma que nos han llevado a este impasse.

Pues lo que es cierto, esto es seguro, es que fueron los que se aprovecharon de la buena fe de mucha juventud que veía con ilusión el “Cambio” y que fueron el motor del nuevo régimen que se pensaba construir… ¿Fuimos unos ilusos?... ¿Es malo ser un iluso en la vida?... Porque, algunos de los que torearon y dieron de manoletinas a España nos condujeron a una actualidad en la cual la ilusión, desde luego, se ha deshecho y la confianza en salir del quebranto de la sociedad en la cual vivimos, la que en teoría debería ser una Sociedad del Bienestar, es algo que no deja muchas puertas abiertas. Alguna hay, seguimos diciéndonos ilusamente, alguna tiene que haber, en las películas americanas los protagonistas siempre encuentran la salida. Y a los que jugaron en la Feria de espectáculos y de amenidades del supuesto cambio de régimen, con nosotros, que éramos los ilusos o engañados, siendo ellos los que eran expertos en crisis de todo tipo y en “manejar” a la gente, solo hacerles llegar el mensaje de si de verdad tiene salida esta situación, o tenemos que asumir que con las fuerzas de la derecha en España ya tenemos por donde tomar camino. Porque haría falta un partido potentísimo de izquierdas que nos liberara de lo que ya es una pesadilla. ¿O qué?...

Fdo: Juana Largo

 

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