Aunque la mona se vista de seda…
Leonor del Río, con su habitual ironia, contrapone en este artículo de opinión la belleza del otoño soriano con la realidad de las aceras de las nuevas travesías y retrata la fealdad de los nuevos edificios que, con la aprobación del Ayuntamiento, cerrarán con innecesarias y excesivas alturas la plaza de la Estación de Autobuses. Dos ejemplos, según la autora, de las actuaciones deshumanizadoras del Ayuntamiento.
El espíritu tolerante; como actitud de acercamiento
Me muero de ganas, Poldito
Contra un urbanismo deshumanizador
Aunque la mona se vista de seda…
¡Qué regalo para los sentidos un paseo por el otoño soriano! La Alameda de Cervantes es un espectáculo de color que nos recuerda lo efímero del esplendor primaveral y de los afanes que ocupan nuestras vidas. Todo pasa… ¿Todo?
Pasan pompas y vanidades, nos recordaba Eugenio D’Ors y comprobamos día a día al ver cómo quienes hoy brillan en los medios, a los pocos días son pasto del olvido. Pero ¿y sus obras? Desaparecen, por ejemplo, los políticos y los arquitectos o ingenieros artífices de las ciudades en que, mal que bien, muchos pasamos por el mundo; pero quedan sus obras, a veces para gloria de su recuerdo, a veces como soporte de las maldiciones de las futuras generaciones; a veces como muestra de la perpetua búsqueda de la belleza, a veces, Virgen santa, como prueba palpable de la miseria que guió a sus responsables.
Tan sencillos pensamientos me asaltaban estos días en mis paseos por las nuevas calles de la ciudad, de mi querida Soria, con el ánimo dispuesto, vive Dios, al esperado goce y al consiguiente aplauso. Mas, ay, Madre del Cristo, que visto lo visto, más me habría valido quedarme en el Parque con los misterios gozosos de mi diario rosario, que saltar sin pausa de uno a otro misterio doloroso de la Pasión.
Debo reconocer que la amplitud de las nuevas aceras, a pesar de algunas críticas cargadas de vinagre (y que el ingeniero Mínguez me perdone), son un alivio para quienes deban transitar por ellas, sea de paseo, sea por obligación. Por fin desaparecen los campos de minas que eran las antiguas aceras. Pero también debo confesar que pasear por ellas es más una penitencia que una gloria; mi sensación fue de desamparo, de sentir prisa por salir de su fealdad (tanta negrura) y dureza. En ningún momento sentí deseos de permanecer en ellas; no conseguí percibir ninguna atracción del esperado ambiente urbano. Mater amabilis, ¿habrase endurecido mi corazón? ¿O este divino otoño habrá despertado en mí la intransigencia con lo vulgar? Lo cierto es que ese nuevo paisaje no me transmitió la alegría de la esperada humanización, sino, que Dios me perdone, la triste sensación de recorrer un polígono industrial en medio de la nada.
Y con tan denso pesar, persiguiendo amplios espacios abiertos, me acerqué a la rotonda de la Estación de Autobuses. Ya dice mucho el hecho de que la tal plaza no tenga nombre en el callejero de la ciudad. Normalmente, quiero decir en las plazas de los centros de otras ciudades, una encuentra focos de atracción como comercios, consultorios, bares, fruterías, una farmacia, que la hagan detenerse aunque sólo sea para mirar, para sentir la amplitud del espacio bien tratado (¿árboles? ¿algunos bancos?) y la luminosidad de la actividad humana. Como dicen mis nietos, cero pelotero.
Pero… pero los hay que no han perdido el tiempo. ¿Recuerdan el solar del circo? ¿Y han visto el horrendo edificio que se está construyendo en él? ¡Nueve plantas donde se había previsto en el Plan de Urbanismo (me he documentado) un edificio de siete y una zona verde! Y ¿recuerdan la gasolinera de CEPSA en esa plaza? Bueno, pues ya se anuncia la construcción en ese solar de ¡otro engendro de nueve plantas donde el Plan de Urbanismo autorizaba seis! (¿Estará de moda el número 9?)
Casualmente, digo yo que casualmente, se trata en ambos bodrios del mismo poderoso promotor constructor conseguidor etc. etc. (no voy a escribir lo que pienso) de pisos y pisos en el Ayuntamiento humanizador. ¿Otro asuntillo modelo “quinta planta”? Y, ya puestos, ¿por qué no 15 ó 20 pisos? Madre Santa del Amor Hermoso, ¡que nos están destrozando la ciudad a base de humanizarla! Es muy probable que esta plaza -y al paso que vamos toda la ciudad- aparezca en los futuros textos de Urbanismo como ejemplo de lo que nunca debe hacerse, o como muestra de hasta dónde puede llegar la ambición especulativa de esos que no han perdido el tiempo.
Parece claro quiénes mandan en el urbanismo soriano. Menos mal que hoy, martes 11 de noviembre, he podido observar embelesada un enorme cartel de la Junta de Castilla y León anunciador de una importante inversión en, nada menos, que el “embellecimiento y ornato de rotondas”. Cartel oportunamente colocado, para acentuar mi éxtasis contemplativo, ¡donde no hay ninguna rotonda! He mirado y remirado en busca de los bromistas payasos, pero no, no había payasos a la vista. Estarían en sus despachos aplaudiéndose por su audacia publicitaria. Que la Virgen del Carmen me perdone, pero ¡nos están tomando el pelo! Y yo imploro a nuestros bien-pagados políticos: empleen ese dinero en arreglar las abandonadas aceras de Soria y no en cuatro arbustos que nadie va a cuidar. Porque ya se sabe: aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Fdo: Leonor del Río