TRIBUNA / Sweet home España
Mario González anima en este artículo de opinión a apostar por la economía productiva y no sólo por los servicios turísticos para terminar con el abandono que sufre, fruto de una vieja política que hace al país cada día más pequeño y más dividido.
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TRIBUNA / Sweet home España
Mientras aún resuenan los fastos del Día de la Constitución que, según las últimas encuestas, debería ser reformada (más del 85% apuestan por ello) haciendo que el Estado Central recuperase competencias en detrimento de las CCAA (un 49,7% lo considera necesario), lo que en realidad tenemos es un país cada vez más pequeño y cada vez más dividido que será una futura presa bien para sus enemigos ancestrales bien para una geopolítica en la que sólo hay sitio para las grandes potencias entre las que ya no nos encontramos.
Claro que la Constitución debería ser mucho más enseñada en los colegios (un 68,7 por ciento así lo considera) pero también se debería enseñar el origen de nuestra prosperidad occidental que nada tiene que ver con el maná bíblico sino que resulta de un sistema jurídico y material de libertades y propiedad que, hasta ahora, garantizaba el desarrollo personal sin detrimento de lo social, pero que, desde finales del siglo XX, se está viendo atacado desde dentro gracias a unos partidos políticos que hacen suyas ideas importadas y ajenas a nuestra idiosincrasia y que terminarán por destruirnos. Antes, para mantenernos a flote, esgrimíamos esa máxima orteguiana de que "España es el problema y Europa, la solución", pero lo más cierto es que ahora el abandono que vislumbramos en España es consecuencia directa del declive político, cultural y militar de una Europa vendida por nuestros falsos representantes –por cuanto no representan a los ciudadanos sino a los partidos- cuando ha sido y es la cuna de todo lo que vale y valdrá la pena.
Ese “homo homini lupus” de Hobbes está más presente que nunca en nuestro mundo.
En la esfera internacional vemos la lucha entre USA y China –que ha reemplazado a la tambaleante Rusia- por la hegemonía mundial buscando imponer sus respectivos modelos para enriquecerse y prosperar mientras España se sigue mirando al ombligo desatando tensiones político-separatistas –las de siempre y otras por imitación- que resultan ridículas por cuanto la única salida real para todos es permanecer y luchar juntos.
Este es el confuso contexto que usan las élites políticas para seguir aturdiéndonos con su propaganda de economía verde y transformación digital en el marco de una globalización imposible -nunca vamos a ser más baratos que Indonesia o China, pero podemos ser mejores- mientras se soslayan los problemas reales cuya solución demanda la mayoría social.
Así, tendríamos que estar fomentando la excelencia, el I+D+i y una rebaja de burocracia e impuestos que nos permita competir y desarrollarnos, apostando por la economía productiva y no sólo por los servicios turísticos, máxime cuando los españoles hemos demostrado sobradamente que podemos hacerlo. Sin embargo, prefieren tenernos con las manos atadas a la espalda mientras dan alas a los enemigos de España y tratan de polarizar un país que, en su entraña, quiere permanecer unido.
Estamos –como siempre- en una lucha por la supervivencia en todos los estadios (nacional, social, económico y cultural) mientras nuestros políticos nos venden a un falso multilateralismo y medioambientalismo que luego nadie respeta y que sólo puede traer nuestra ruina.
La cesión de capital, tecnología, el acceso a los mercados, etc… realizado en su momento en favor de los países emergentes no ha generado una nueva camada de democracias a nuestra imagen y semejanza, sino una jauría de dictaduras comunistas que ahora se revuelven contra nosotros.
Se trata, por tanto, de dejar de ser estúpidos y recuperar nuestra economía productiva y nuestros ámbitos de influencia sin complejos o las víctimas seremos nosotros.
Para ello, internamente, tendremos que ser capaces de generar unas élites que nos representen y dirijan en libertad para alcanzar esa calidad necesaria para sobrevivir empezando por una completa educación que además facilite la igualdad de oportunidades y ponga en valor toda la capacidad que hay en España, que es mucha.
En España tendremos, en definitiva, que estar todos a una para poder sobrevivir. Y en Europa lo mismo. De lo contrario sucumbiremos. De nosotros depende todavía.
En estos términos, las izquierdas y las derechas resultan absolutamente inútiles, al igual que los partidos políticos tal y como ahora los conocemos.
Ya no necesitamos a la vieja política que nos está haciendo tropezar una y otra vez, sino una nueva política que ponga el acento en utilizar el sistema capitalista en beneficio de todos y para que todos podamos alcanzar un nivel de desarrollo que nos sitúe dentro de ese nuevo sistema y nos impulse a mejorar y a mejorarlo. Un sistema donde la rentabilidad no sea la única variable en juego y donde la calidad y lo español estén por delante de cualquier otra cosa que nos divida, en el que todos podamos mirar por el crecimiento de todos, haciendo que este pequeño país sea pionero en tecnología e industria.
Se trata de anticiparnos con sentido estratégico, visión integradora e inteligencia económica, estimulando la libertad que subyace en la conciencia española, para que todos podamos cantar y parafrasear la vieja canción “Sweet home Alabama”, aunque, esta vez, refiriéndonos a nosotros mismos.
Fdo: Mario González. Abogado. MautikoAbogados.