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TRIBUNA / 23-F: Un golpe político

Mario González incide en este artículo de opinión en el 23-F que estuvo a punto de hacer saltar por los aires el incipiente sistema democrático. A su juicio no fue un golpe militar sino político lo que estaba en marcha y se frustró.

TRIBUNA / 23-F: Un golpe político

Para los que quieren comprender lo que ocurre en esta España nuestra, tenemos que comentar lo que ocurrió el 23 de febrero de 1981 –el famoso 23-F- aprovechando que ahora se cumplen 42 años de aquella operación política disfrazada de golpe militar, epítome de lo que viene sucediendo desde entonces.

Pendientes de que se desclasifiquen los últimos archivos y grabaciones, sorprende que la mayoría de los medios de comunicación y de los libros de texto sigan apostando por la ‘verdad oficial’, por ese “ruido de sables” con el que nos han estado metiendo miedo durante otros 40 años para hacernos pasar por las horcas caudinas de la partidocracia. Siguen con la cantinela del golpe militar en lugar de contar una realidad muy contrastada ya por historiadores y periodistas que concluyen que el 23-F nunca fue un golpe militar, sino una operación política e institucional en la que participaron todos los poderes del Estado, todos los políticos de la Transición, con el rey emérito a la cabeza.

En un escenario de grave crisis económica y de terrorismo -sobre todo de una ETA que sigue presente, aunque disfrazada- la incipiente democracia no terminaba de arrancar y todos los problemas convergieron en la figura del presidente del gobierno del que Juan Carlos I llegó a decir: “¡Ayudadme a librarme de Suárez!”.

A partir de ahí, se gestó una “medida extraordinaria” para reconducir la deriva del país en la que participaron casi todos los partidos políticos hasta el punto de que Josep Tarradellas, entonces presidente de la Generalidad de Cataluña, llegó a afirmar que “España necesita un golpe de timón”.

Ese golpe de timón, consensuado y aprobado por los partidos con la excepción de Rojas Marcos y de los ‘indepes’, se orquestó en dos fases: un ‘SAM’ (Supuesto Anticonstitucional Máximo) consistente en una pequeña exhibición de fuerza con violación de la legalidad constitucional –el asalto al Congreso del 23-F- seguido de un Gobierno de Concentración previamente consensuado (se conocen hasta los puestos y las personas designadas a tal fin).

La primera la pudimos ver por televisión con el teniente coronel Tejero entrando en el Congreso pistola en mano etc… empero la segunda, consistente en el advenimiento del general Armada como “enviado de Zarzuela” para ser aclamado por una mayoría de los diputados como presidente de un Gobierno de Concentración en el que estarían presentes las figuras de todos los grandes partidos, incluido el PCE, ha sido convenientemente manipulada. Lo más cierto es que un Tejero engañado para la ocasión, una vez tomado el Congreso, se negó a aceptar a Armada como presidente de un Gobierno de concentración, solicitando un Gobierno militar y provocando que todo se viniera abajo.

Fue entonces cuando Juan Carlos I se vio obligado a intervenir para cortocircuitar a Tejero y, por eso mismo, las pocas fuerzas movilizadas –cogidas de aquí y allá- regresaron a sus cuarteles.  

Lo más divertido –esto siempre será España- es la intrahistoria de la chapuza que dista mucho de un plan milimétricamente diseñado por militares, a saber: tras la dimisión de Suarez que nunca quiso ser un obstáculo, la votación de investidura de Calvo-Sotelo estaba prevista para la tarde del viernes 20.02.1981, sin embargo, ese día Tejero no pudo acudir porque las unidades que pretendía sublevar se encontraban sujetas a mandos no afines.

No obstante, la negativa de Calvo-Sotelo a transferir a la Generalidad el edificio de la antigua Jefatura Provincial del Movimiento en Barcelona –precio que exigía CiU para dar su voto- impidió dicha investidura, obligando a Landelino Lavilla a convocar una nueva sesión para la tarde del lunes 23.02.1981.

Gracias a esta carambola, Tejero pudo finalmente presentarse en el Congreso para cortar dicha investidura, pero debiendo llegar antes de las 18 horas, para no arriesgar con el final previsto de la votación que traería la disolución de la Cámara, lo hizo tarde (18:20 horas), aunque el retraso en la votación de sus señorías volvió a jugar a su favor permitiéndole irrumpir cuando todavía se estaba votando, con el desenlace que conocemos.

El resumen nos lo ofrece el propio ‘campechano’ cuando al día siguiente, justo antes de recibir a los líderes políticos, le dice a Sabino Fernández Campo, Jefe de la Casa Real, “¡Mira que si te has equivocado!”.

En definitiva, conviene saber y recordar la realidad de un 23-F, santo y seña de la Transición y origen de la pseudodemocracia que vivimos ahora en España –se parece cada vez más a una prolongación de la Dictadura- fue un golpe político. Un golpe político que se renueva con cada elección al no existir un contrato electoral que ligue esos votos al programa electoral votado, por lo que una vez en el poder los partidos hacen lo que les viene en gana rompiendo así con la imprescindible representación, base de la Democracia. Reflexiónenlo.  

Firmado: Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

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