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OPINIÓN/ Soria y España, en profundo agradecimiento

Amalio de Marichalar agradece profundamente en este artículo de opinión a todos los que han dado todo en bien de todos, y a los que siempre se deberá gratitud. Además insta a sacar todo lo mejor de nosotros, en memoria de los miles y miles de muertos, agradeciendo a quienes han sido heroicos.

OPINIÓN/ Soria y España, en profundo agradecimiento

En estos más de tres meses, hemos aprendido muchas cosas, y nos van a servir también para lo que nos quede ante la pandemia.

Una tragedia tan importante no la habíamos vivido desde hace casi cien años, y además, como estamos en el siglo XXI, creemos, por nuestra soberbia, que gracias a los adelantos somos infalibles. Pues bien, parece que aunque haya transcurrido un mundo, por ahora son más de noventa días de confinamiento, terminado hace unas horas, ante un ataque desconocido, brutal y traidor.

En toda España hemos vivido y seguimos haciéndolo muchísimos momentos de honda gravedad y dolor. En Soria, donde la pandemia se ha cebado con especial virulencia, puede ser un ejemplo paradigmático de lo que está enfermedad está suponiendo. En el inicio hemos vivido una sorpresa que no podíamos creer, o al menos no quisimos, tapándonos en la sociedad los ojos, ante lo que ya teníamos delante, pero que sabíamos su peligro por simple intuición y lógica, si bien nos sorprendía lo que ocurría en China y después en Italia, echando todos de menos, controles de aeropuertos, suspensión de vuelos y rápidas medidas de contención ante lo que cualquier observador podía deducir. Inmediatamente, tras el primer momento, la sociedad soriana empezó a reaccionar y he aquí lo admirable. Nos gusta decir que los sorianos descendemos de los numantinos, y es así, pero con nosotros también el resto de los españoles. Numancia nos legó el honor, la dignidad, el valor, el sacrificio, la comunión de esfuerzos, de un pueblo en defensa de su libertad, y veintidós siglos después nos enseña, que esos mismos valores han presidido y siguen haciéndolo la lucha de todos los sorianos y de todos los españoles para defenderse de un enemigo tan difícil y peligroso, y que unidos podemos vencer para recuperar la libertad del día a día, la salud, y la vida digna de todos.

Cuando en los inicios de esta batalla que estamos librando por este conjunto de necesidades, ilusiones e ideales, hemos visto nuestra vanguardia con todos los médicos, enfermeras y sanitarios, junto a todo el personal de laboratorio, administración, limpieza, auxiliar, seguridad etc...del hospital, luchar a brazo partido, sin equipos de protección suficientes, utilizando todas las posibilidades imaginables conocidas o desconocidas, para pertrecharse mínimamente, pero con el valor indómito de ese pueblo numantino, que todo lo da a cambio de nada, para salvar vidas. Cuando todo el personal asistencial y técnico de las residencias de mayores, en iguales condiciones de carencia mínima, haciendo épicamente lo mismo.

Cuando en los principios de esta batalla hemos visto a las farmacias, de Soria y de España siempre abiertas, ayudando a todos, atendiendo cientos y cientos, miles y miles de consultas y de primeras necesidades, para ir o no al hospital, para comprar medicamentos básicos para los miembros de una familia en su casa, para aconsejar ante lo desconocido, para atender al más necesitado, para consolar a tantas personas cada una con su historia de dolor e impotencia, pero pudiendo contar siempre  con una mano amiga y de máxima confianza.

Cuando la Guardia Civil, la Policía Nacional, la Policía Local, los Bomberos de todo Soria, y por tanto de toda España, han ayudado todos los días, favoreciendo la logística, el control necesario y cualquier emergencia en cualquier punto, dándonos esa tranquilidad y seguridad tan necesarias en momentos de máxima gravedad. Esa mano amiga siempre tendida abnegadamente a todos nosotros.

Cuando las Fuerzas Armadas, han ayudado en labores de desinfección, en distintos centros, que no era posible llegar, o construido o complementado necesidades hospitalarias o de emergencia provisional, en un mismo espíritu de sacrificio y entrega desinteresada por todos nosotros, llena de valores en bien de las personas.

Cuando todas las tiendas de alimentación, y los otros sectores autorizados han estado abiertas para suministrar la alimentación y necesidades básicas del día a día, sus dueños y empresarios, todo su personal de atención a los clientes, en cajas, pasillo, mantenimiento, todo el personal en almacenes, y logísticos, proveedores, técnicos y auxiliares de toda la cadena alimentaria, transmitiéndonos con sonrisas siempre fuerza, ilusión y siempre atención impecable y solidaria.

Cuando la Iglesia, los conventos y todos sus centros asistenciales han dado hasta el último aliento en defensa de todos los que más lo necesitan, como siempre hacen a lo largo del año, pero ahora teniendo que multiplicar los esfuerzos, y han tenido que atender espiritualmente a los enfermos, los difuntos y sus familiares en condiciones tan difíciles.

Cuando los voluntarios de organizaciones institucionales y sociales de todos los ámbitos han ayudado hasta en lo más mínimamente imprescindible para cualquier labor necesaria, con la seguridad de tenerles siempre con nosotros.

Cuando las empresas de todos los sectores, grandes, medianas y pequeñas han ayudado en cualquier necesidad logística, energética, transporte, manufactura, técnica, asistencial, reconvirtiendo incluso industrias, para producir equipos básicos o técnicos de asistencia y demanda sanitaria urgentísima, en una cadena solidaria que ha sido nuevamente ejemplo en el mundo.

Cuando personas de cualquier especialidad técnica, de servicios, artesanal, asistencia, reparación de cualquier sector y necesidad, han estado en primera línea o en retaguardia, pero siempre dispuestos a cualquier llamada.

Cuando las ambulancias y todo su personal y equipos, con sus desvelos y continuados servicios, a veces muy difíciles, también agradeciendo muy especialmente la llegada del SAMUR de Madrid a Soria, algo que nunca olvidaremos, en un momento muy trágico y necesario, han fortalecido todos ellos la primerísima línea de actuación.

Cuando taxis, transportistas grandes y pequeños, voluntarios con sus vehículos, han dado todo, y ofrecido siempre más allá de lo necesario.

Cuando personas de todas las edades, familias enteras, y de todos los sectores de la sociedad, desde sus tiendas, talleres, oficinas, desde sus domicilios particulares, o los conventos de clausura, han estado fabricando mascarillas u otros elementos de protección tan imprescindibles durante al menos los dos primeros meses, de esta brutal y dolorosísima pandemia, con fuerza e ilusión modélica, en una iniciativa ejemplar que habrá de recordarse siempre, pues han salvado las urgentísimamente necesidades de protección.

Cuando todos los agricultores y ganaderos, han dado como siempre lo mejor y aún más, para que la primera línea básica de producción alimentaria no fallara y no cejar en todas las labores para no parar la producción como cuestión medular, con esa entrega modélica diaria.

Cuando todos los medios de comunicación han dado hasta la última posibilidad de comunicar por cualquier dispositivo e informar del minuto a minuto, ayudar, dar a conocer, poner en contacto, tranquilizar, alertar, ante la gravísima situación más allá de lo profesional.

Cuando voluntarios y jubilados de todos los sectores, en espacial de la medicina y enfermería, farmacia, ciencia, economía, consultoría...olvidando todo para ayudar hasta en lo más mínimo, que es algo que la emoción no puede contener y nuestra deuda es ya permanente.

Cuando los colegios profesionales de todos los sectores y organizaciones especializadas han dado todo su conocimiento y experiencia para solucionar lo necesario, sin ahorrar propuestas, estudios, y soluciones.

Cuando todo sector imaginable, por ejemplo, en las grúas de automoción para salvar emergencias fundamentales en ciudades y carreteras y hacer de cadena de transmisión para que todo funcione o pueda colaborar o complementar cualquier necesidad, sin horas ni desmayo.

Cuando desde el extranjero, misioneras y misioneros sorianos y de toda España, así como voluntarios en todos los campos, se unían a su patria extendiendo la ayuda desinteresada allá donde dedican su vida a la entrega a los demás, para también salvar vidas en la pandemia global.

Cuando todo aquel particular o de cualquier sector que podamos imaginar y que aquí de antemano pido perdón si no lo cito, ha ayudado constantemente para sumar y unir un grano de arena solidario, olvidando sin pensárselo cualquier prioridad que tuviera ....

Cuando todo ello ha sido así, dando aquí sí, y de manera emocionante, un ejemplo Soria y España en el mundo, al más alto nivel, y en vanguardia nuestros médicos y conjunto de personas de la sanidad, ayudados por todos,  para salvar in extremis una situación que ha puesto más que al límite en horas extenuantes tantos miles y miles de vidas de todos los españoles; es entonces cuando volvemos a creer en lo mejor de las personas independientemente de lo que piensen o del rincón de España que procedan.

Cuando S.M. el Rey nos dio a todos el ánimo y fuerza necesaria en esta pandemia, en su mensaje, agotando horas y horas para proporcionar su ayuda esencial en las horas más trágicas y poder traer los indispensables equipos de protección, y los Reyes animando y preocupándose por todos los sectores imaginables, todos los días, levantando el animo a todos ellos y preocupándose hondamente por la tragedia y el dolor de miles y miles de muertos y sus familias.

Soria, bien puede ser una fiel representación de todo ello, sumando, además, el mucho sufrimiento añadido que hemos tenido, por nuestra situación y edades de las personas que viven en Soria.

Aquí debo también hacer mención a nuestras instituciones y su gabinete de coordinación con el conjunto de la sociedad y que seguramente ha sido un ejemplo muy valorado en otros lugares, pues todos los días han ofrecido lo mejor, unidos de verdad a la sociedad soriana, y favoreciendo todo lo que fuera necesario.

Pero vuelvo a los Sorianos, a los numantinos, por su coraje, entrega, sacrificio, dignidad, esfuerzo compartido, su lealtad entre todos para poner todo lo mejor, sin atender a ningún egoísmo, en bien del conjunto de la sociedad, y ello así mismo reflejado en el conjunto de la sociedad del resto de España.

Un verdadero y emocionante ejemplo. Un ejemplo que siempre será el que honre a todos nuestros miles de muertos, que son los muertos de toda España, un ejemplo emocionante que siempre dignificará en esta honda tragedia su memoria, y en la que siempre vamos a tener presente a sus familias. Permanentemente y en todo este tiempo una parte principal de nuestro corazón esta y estará de riguroso luto por tantas miles y miles de  familias desgarradas, por tanto dolor en silencio, por tanta tristeza contenida, por tantas historias de personas solas sin haber podido ver a sus personas queridas, por tantas vidas que no hemos podido despedir, como nos pide el alma; pero también con el consuelo de nuestra permanente oración, de nuestro cariño más profundo a todos ellos, de nuestro pensamiento en su recuerdo, de nuestra mano estrechando la suya en espíritu, y recibiendo de todos ellos la fuerza  para seguir el camino, anteponiendo siempre lo mejor de todos nosotros, en su memoria y honor. Su ejemplo ha sido una guía impagable para todos los que han hecho lo imposible por ellos.

De nuevo gracias a todos los que han dado todo. Nuestros héroes para siempre. Los que nos han mostrado el camino de la fuerza del bien. Los que con su entrega han mostrado lo mejor de las personas, atendiendo tantos enfermos de este virus traidor, y salvando tantas vidas todos los días, así como a todos los que han ayudado por poco que fuera a que ello sea y siga siendo así, hasta lograr vencerlo definitivamente.

Soria bien puede mostrar el ejemplo de todo ello y nuestro espíritu numantino que es el espíritu de España, tornarse en eterna deuda de agradecimiento, a quienes han dado todo, por todos nosotros, y con ello poder continuar el camino, de forma segura, anteponiendo siempre lo mejor de nosotros mismos, en bien de las presentes y futuras generaciones, y en bien de todos los españoles.

Fdo: Amalio de Marichalar, Conde de Ripalda

 

 

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