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OPINIÓN/ El mínimo respeto de una Nación

Amalio de Marichlar llama en este artículo de opinión a dignificar la memoria de miles y miles de españoles que han dado su vida y siguen haciéndolo, con el respeto esencial y solemne que merecen desde las instituciones y del conjunto de la Nación.

OPINIÓN/ El mínimo respeto de una Nación

Desde cuándo en una tragedia nacional de tal índole, como la que estamos sufriendo todos los españoles desde marzo no está la Bandera a media asta?

¿Desde cuándo el estado, desde el gobierno de la nación no ha declarado desde el primer minuto el luto nacional permanente y con todos los honores posibles ante la muerte por ahora de más de 27000 españoles?

¿Desde cuándo no se ha adoptado esa automática medida sin sombra de duda, y haberla dotado del máximo contenido, alargado en el tiempo de esta pandemia, y por supuesto, tras ella, en el máximo plazo, sine die, en honor a tanta tragedia humana y de miles y miles de familias?

¿Acaso esta luctuosa circunstancia de muchos meses ya, hecho extraordinariamente triste y hondamente amargo que no distingue a nadie y que ha llegado a todos los españoles, tiene alguna circunstancia que objetar? Me cuesta decirlo, pero es que no damos nadie crédito a lo que estamos viendo, tras el caudal de solidaridad y esfuerzo heroico de tantas y tantas personas dedicadas a salvar vidas, a protegernos, y a ayudarnos a todos los españoles a sobrevivir confinados tanto tiempo, desde todos los sectores imaginables y todos los días.

Siendo ello así, y escapándose de sus manos, aún haciendo lo imposible, tantas vidas, que es lo mismo que si se nos escaparan a todos, que menos que tenerles cada minuto presentes todos los días, por el ejemplo sin igual que nos han dado y nos siguen dando. Tenerles presentes como personas, individualmente a todos ellos, como cuando ejemplarmente los tuvo el Ejército, acompañándoles sin dejarles ni un solo segundo, hasta su último destino.

En ese ejemplo, nos vimos representados todos los españoles de bien, y en cierto modo reconfortados, por saber que, en medio de las más horribles circunstancias, nuestros compatriotas y sus familias pudieron estar acompañados, con el mayor cariño y más profundo sentimiento.

 

Nadie puede entender, que inducidamente estemos como atrapados, como cautivos e hipnotizados para poder expresar nuestros sentimientos de dolor, de enorme desconsuelo y de tristeza infinita. Que dependamos de no sé qué circunstancia de fases o no fases..., es indigno. Pero de verdad, ¿esto qué es? ¿alguien entiende algo? Es inimaginable, condicionar a no sé qué arbitrariedad la declaración de luto nacional, que como dije al principio debiera regir en toda España desde hace meses.

¿Pero que broma de mal gusto es aparecer en el Congreso y en la televisión sin el más mínimo decoro de fondo y de forma?

Es envidiable ver al Primer Ministro francés Sr. Édouard Philippe, el pasado 28 de abril en la Asamblea Nacional de Francia, para hablar de la pandemia, con el luto en su corbata, pero también en su expresión. Al igual que el Presidente de la República, junto a su Primer Ministro, días después juntos, en un acto oficial portando sus corbatas negras y su semblante de hondo recogimiento y respeto.

No tendría, por supuesto, que fijarme en Francia, pues aquí sabemos por descontado, como hay que hacer, pero en estas horas tan tristes que vive España, es de no podérselo creer, estar viendo esta mínima falta de respeto y esencial decoro que se le requiere a cualquiera. 

No hay excusa posible que pueda justificar tanta falta de sentimiento y de dignidad. Es verdaderamente asombroso en el Gobierno, el grado de vacuidad y de profunda falta de respeto, incumpliendo las más mínimas normas exigibles y máxime si se ostenta un cargo de la responsabilidad del que se trata.

Miles y miles de muertos que tiene España en este momento en la tragedia más grave que padecemos desde hace casi un siglo, y los que día a día siguen muriendo, exigen el máximo decoro y solemne respeto en las actitudes y en las formas, todos los días. Una sola persona que hubiera muerto sería así y miles de personas es así. Es así, como se debe tratar la vida y tantas vidas de miles de españoles que la han entregado, y todos los que día a día, siguen haciéndolo, para saber identificarnos en ellos, con la máxima humanidad, respeto y profundo reconocimiento a su enorme sacrificio y al permanente dolor de sus familias. ¿Pero, que es esta mínima falta de respeto y dignidad?

Exigimos desde la sociedad civil la bandera de España a media asta, durante mucho tiempo y públicamente las más mínimas normas de respeto y dignidad, también durante mucho tiempo, ejerciendo las responsabilidades institucionales con dichas normas, portando el luto, como es la obligación irrenunciable de quiénes ostentan los cargos. Esto debiera ser una convicción y si no es así, es una ineludible obligación por solemne aprecio, respeto y dignidad, en honor a miles de españoles, a sus familias y a toda la Nación.

Fdo: Amalio de Marichalar, Conde de Ripalda 

 

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