Guía para evitar un golpe de calor
La Junta de Castilla y León dispone de una ‘Guía de respuesta ante el riesgo de olas de calor’ en la que explica a los ciudadanos cómo actuar ante las altas temperaturas y ante el riesgo de olas de calor.
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En este sentido, la Junta ha elaborado una serie de recomendaciones que deben ser seguidas especialmente por la población de riesgo.
Deben protegerse especialmente las personas mayores, la población que padezca alguna discapacidad y los menores de cinco años, así como las personas con enfermedades crónicas (como hipertensión, diabetes, obesidad y alcoholismo), quienes tomen alguna medicación y aquellas que realicen trabajos físicos intensos o deporte al aire libre cuando la temperatura sea elevada.
Para conseguir una correcta protección contra el calor la Guía ofrece una serie de consejos.
Es importante evitar salir de casa durante las horas centrales del día (entre las doce de la mañana y las seis de la tarde) beber abundante líquido sin esperar a tener sed, evitar las comidas copiosas y consumir mucha fruta y verdura. Es preferible realizar un mayor número de ingestas a lo largo del día pero de poca cantidad, y es recomendable no consumir muchas comidas calientes ni abusar del alcohol.
Es preferible reducir las actividades físicas y utilizar ropa holgada de colores claros y tejidos naturales, además de equiparse correctamente contra el sol con sombreros, gafas de sol y cremas protectoras. Se recomienda en la medida de lo posible permanecer en espacios ventilados y acondicionados, utilizar las habitaciones más frescas del hogar y mantener las ventanas cerradas y las persianas bajadas durante el día.
Los principales efectos negativos que produce el calor sobre la salud de la población son los calambres motivados por la pérdida de sales; el agotamiento generalizado acompañado de síntomas como malestar, dolor de cabeza, náuseas y vómitos y una sensación intensa de sed; la deshidratación y el golpe de calor, que se manifiesta con vómitos y nauseas, piel caliente y enrojecida, un aumento excesivo de la temperatura corporal por encima de los 40°, inestabilidad al caminar y mareos, pudiendo llegar a producirse convulsiones e incluso la entrada en coma.
Si una persona sufre un golpe de calor es muy importante seguir una serie de recomendaciones.
Lo primero que se debe hacer es llamar a emergencias sanitarias 112 y colocar al enfermo en la sombra.
Si está consciente, se debe colocar con la cabeza ligeramente elevada, proporcionarle abundante agua, y refrescarle con agua o hielo, especialmente la cara y las axilas.
Si la persona esta inconsciente se debe colocar tumbado de lado con las piernas flexionadas y no se le debe proporcionar líquido.
El impacto de la exposición al calor excesivo está influido por el envejecimiento fisiológico y las enfermedades subyacentes. Generalmente un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3° sin que sus condiciones se alteren de forma importante. A partir de los 37° grados se produce una reacción fisiológica de defensa.
Las personas mayores y los niños pequeños son más sensibles a estos cambios de temperatura.
Los primeros tienen reducida la sensación de calor y por lo tanto la capacidad de protegerse, existiendo un paralelismo ente la diminución de la percepción de sed y la percepción de calor, especialmente cuando surgen enfermedades neurodegenerativas.
A ello se suma la termólisis reducida del anciano (numerosas glándulas sudoríparas están fibrosadas y la capacidad de vasodilatación capilar disminuida). Esto último ocurre también en la diabetes y las enfermedades neurodegenerativas.