CARTA AL DIRECTOR/ Al Señor Bárez
Ángel Coronado dirige una carta al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Soria, Jesús Bárez, al hilo de la constitución de una plataforma para poner en contacto a todas las ofertas culturales de la ciudad.
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CARTA AL DIRECTOR/ Al Señor Bárez
Usted lo sabe. Un escenario es un espacio pero no depende del espacio. Se puede hacer tan grande como se quiera. Por eso, tanto el más grande posible, como el más pequeño, se parecen en algo. Son excepcionales. Y en ese algo, ambos iguales. En todos los demás pasa eso, que se pueden hacer tan grandes (o pequeños) como se quiera. Y en eso, y a su vez, de nuevo todos iguales. Y usted lo sabe.
La plataforma que nos anuncia usted, como cualquier plataforma, es un escenario. Ni el mayor de los posibles ni tampoco el más pequeño. Pertenece al montón de los que pueden hacerse tan grandes o tan pequeños como se quiera.
Sólo quiero decirle, señor Bárez, que su plataforma podría ser algo mayor. O más precisamente, su plataforma es mayor. Es el propio Ayuntamiento. Creo que el propio Ayuntamiento es una plataforma, y usted lo sabe. Está diseñada como tal desde los tiempos de Mari Castaña. Sin ir más lejos, y en su mayor y mejor parte, desde los tiempos de la república Romana. En algún lugar de su vasta obra lo dice Don Claudio Sánchez Albornoz.
Y ahora, para explicarme mejor y así poder entenderme con usted, me agarro al juego de las matriuskas, iguales entre sí pero siempre una dentro de la otra excepto en la mayor y en la más pequeña, ambas parecidas en algo que ahora no toca. Toca la hora de las matriuskas intermedias. Son como escenarios. Son como plataformas. Y a eso voy. Pertenecen al montón de lo que se puede hacer tan grande o chico como se quiera. Los mismos colores, la misma cara, la misma dulzura en el gesto, el mismo cariño en la mirada. Sólo el lugar, cada muñeca en su sitio.
Por eso digo que cada lugar (y cada tiempo) tiene su aquél. Nunca le toques los cuernos al diablo. Nunca la hostia consagrada de las manos de su ministro, el señor cura, cartero de Dios. Nunca, ni aún si los hallases rebuscando entre las piedras, repongas los brazos a la venus manca, la de Nilo. Nunca remaches ni un clavo más a la torre de mecano de París ni le niegues su gol a Maradona en Buenos Aires. Nunca le quites su antorcha frente a Manhattan, a la estatua, su libertad. Nunca hagas dos matriuskas iguales, Bárez, nunca las podrás encajar. Ni en Soria, frente a su ermita y al otro lado del río, nunca tocarás de gratis la flauta de la cultura, Bárez, que te lo dice un amigo.
Fdo: Ángel Coronado