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TRIBUNA / Un paisaje sacrificado por las renovables

Blanca Casado incide en la expansión voraz de las renovables que está transformando, para mal, el paisaje de la provincia, inundado de parques eólicos y fotovoltaícos. Es un sacrificio más de la España Vaciada.

TRIBUNA / Un paisaje amenazado por las renovables

Cada vez que viajo últimamente por la provincia me invade la desolación. El pasado fin de semana yendo de Soria a Zaragoza, al llegar a Matalebreras, a pesar de la sequía, el campo era un mosaico alegre, se veían ya las espigas entre verde y dorado, salpicadas de ababoles, con su dulce y picante arrebol entre los campos, mecidas por el viento,  y un hermoso entramado de rojizos barbechos y eriales grises, horizontes de plata, rocas y ulagares y….Todas las sierras, desde el Madero al Toranzo, desde Ólvega y Noviercas y más allá hasta el Costanazo  .., todo a reventar de molinos gigantes,   con sus horrísonas palas aterrorizando a todos los seres alados y terrestres con ojos y oídos,  el escenario al fondo del Moncayo violeta, con la cumbre difuminada entre brumas grises y doradas, en definitiva una belleza de paisaje... Mancillada y violada por esos monstruos dominantes y definitivos. Esto a la derecha de la carretera, lo malo es que al llegar a un punto, a la izquierda  ya no había ni paisaje ni nada, pues de pronto todo desparecía bajo la lápida oscura, como tierra quemada,  de cientos de hectáreas de campo alicatado. 

Ahora la luz y el viento se columpian en los hilos de unas larguísimas líneas eléctricas que parecen seres  abisales de patas gigantescas, que completan estos entramados de pesadilla cabalgando desde los centros de transformación hacia todos los horizontes.  

Esto no es algo localizado, padecimiento de un mal viaje. El mal se propaga por toda la provincia y más allá. Yendo hacia Madrid, desde los altos de Radona a Medinaceli y hacia el Arbujuelo, el paisaje es similar. Desde el Arco Romano la panorámica son molinos y molinos, que siguen colonizando las sierras, ya se han hecho con las tierras Altas y ahora vienen a por las  bajas y con ellos, un paso detrás, las placas solares a alicatar de negro los campos dorados.

No me consuela pensar que no somos la única provincia desgraciada, aunque sí creo que de las más. 

Volviendo de Zaragoza, desde Alagón y Tauste, antes de llegar a Borja el paisaje parece sacado de un planeta chatarra reservado para cautivos en una serie de la guerra de las galaxias. A lo lejos una meseta elevada parece una montaña alfiletero donde ya no cabe un pincho más. El Moncayo, tan gigantesco, queda desde esta perspectiva a lo lejos humillado por el ejército de monstruos que se antepone y ya no es solo azul, es una mole de rayas verticales, que casi parece enjaulada, coronada por un enjambre de palas zumbadoras enervantes como insectos pataleando en la cumbre, que desde aquí ya no se ve majestuosa para nada. Es un alivio  entrar  en el parque natural, desde Borja hasta nuestra provincia, pues el paisaje aparece de nuevo libre. 

Hasta cuando, me pregunto. 

Me pregunto también si de verdad este es el futuro que queremos y nos conviene. En realidad es una pregunta estéril, porque a ningún político parece que le importe, por mucho que ahora en elecciones se les llene la boca con eso de la España vaciada y cosas así. Porque somos una provincia pobre y despoblada, así que han decidido que se nos puede explotar, y porque pone en la agenda 2030, que parece últimamente la  palabra de Dios, que hay que imponer las renovables, y para ello tratan de engañarnos  con toda clase de palabrerías sobre sus bondades. 

Dudo que la agenda 2030 tenga dispuestos los medios para financiar el futuro reciclaje de los miles de toneladas de chatarra que se están esparciendo por nuestros montes y campos. 

Es increíble que el Gobierno haya llegado a eximir a las  instalaciones renovables del trámite de evaluación de impacto ambiental. Me pregunto si las autorizaciones que dan llevan aparejado un plan de restauración con fianzas para garantizar el eventual desmantelamiento de todas las instalaciones, pues es muy injusto que las leyes sean tan exquisitas para limitar los derechos del particular que por ejemplo se  quiere construir una casita o poner una perrera en el campo, o para exigirle el reciclado a centro de tratamiento de residuos de cada carretilla de escombros que genere y que no garanticen el futuro  desmantelamiento y reciclaje de tan monumental volumen, aunque quizá lo tengan previsto. 

Me pregunto si no nos interesaría más instalar centrales nucleares, como hacen en Francia, pues si hay un desastre allí nos va a llegar igualmente y al menos podríamos beneficiarnos  de tener energía abundante y barata sin sacrificar el paisaje y la naturaleza.

Me pregunto por qué no se instalan estos engendros en  los lugares de más consumo y que allí se los disfruten, se ahorrarían el transporte de la energía y el medio rural no tendría que soportar esta colonización de nuevo cuño, que es una injusticia y una agresión en toda regla.

Lo peor es que estamos lejos de tocar  techo y que esta invasión voraz parece que no se detendrá hasta que se colme la ambición insaciable de las empresas eléctricas o de sus intermediarios, que parece que están haciendo negocios muy buenos y que no van a socializar más que las pérdidas, aunque disimulen un poco, repartiendo caramelos, instalando columpios y hasta piscinas en lugares imposibles. En realidad en mi opinión están cambiando nuestro oro por sus espejuelos.

Fdo: Blanca Casado

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