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Diez localidades sorianas en el curso del río Duero

El río Duero nce bajo el pico de Urbión, a 2.160 metros de altitud. En su recorrido hacia el Atlántico, cruza la provincia y da carácter a varios pueblos sorianos. Hacemos parada en diez de ellos.

Duruelo de la Sierra es el primer pueblo soriano que cruza el Duero, en cuyo casco urbano destaca la iglesia de San Miguel Arcángel, aunque es la naturaleza la que ofrece muchas alternativas para el ocio y el deporte. Castroviejo, con sus singulares relieves kársticos, es su mirador más reconocido. 

Aguas abajo nos encontramos con Salduero, el pueblo de las calles empedradas y los caserones de piedra, legado del rico pasado carretero. Su vecino más ilustre es el pintor Maxímino Peña, en cuya casa natal haby un museo con parte de su obra.

A Vinuesa, donde llega la cola de las aguas remansadas del Duero, se la conoce como la corte de pinares. Su arquitectura tradicional tiene un ramillete de palacios que merece la pena conocer: Los Ramos, el del Marqués de Vilueña y Pedro de Neyla. Naturaleza hay a raudales. La Laguna Negra, en Urbión, y el embalse de la Cuerda del Pozo, está a mano.

Es en Garray, donde el río Duero recibe el aporte de agua del Tera y el Merdancho, a los pies del yacimiento de Numancia. Su visita es obligada, como la del aula arqueológica del cerco.

Soria es la siguiente parada en el curso del Duero, cuyo caudal discurre flanqueados por los restos de muralla, entre San Juan de Duero y San Polo y el paseo de los enamorados y San Saturio, parajes versados por Machado, Bécquer y Gerardo Diego. 

A Los Rábanos llega el Duero entre profundos tajos y conocer las huertas más famosas de la provincia. A partir d este punto, tras el embalse, el Duero discurre lento entre pinares y campos de labranza.

Almazán recibe al Duero entre chopos álamos, frescos y sauces, en su parque de la Arboleda. La villa se presenta con la silueta de la muralla, el palacio de los Hurtado de Mendoza, la iglesia de San Miguel y la ermita de Jesús.

Gormaz tiene, a orillas del Duero, un mirador privilegiado. No en vano su fortaleza fue vigía y frontera entre cristianos y musulmanes. 

San Esteban de Gormaz recibe al Duero con su castillo y el caserío y sus bodegas tradicionales en la colina. Dos iglesias merecen parada aparte: la de San Miguel y la de Nuestra Señora del Rivero, donde el románico luce.

Langa de Duero despide al Duero en la provincia, desde su "Torre" y el puente.

 

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