TRIBUNA / De Muriel de la Fuente a Bruselas
Ángel Coronado incide en este artículo de opinión en la España despoblada, al hilo de la marcha celebrada este domingo en Muriel de la Fuente, para reclamar médico presencial y mejor cobertura telefónica.
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TRIBUNA / De Muriel de la Fuente a Bruselas, billete de "IVA" y vuelta
Soy europeo. Como tal conozco maravillosamente bien el mecanismo a través del cual mis dineros acaban en Bruselas. ¿Qué me tomo un café? Iva que te crió que se me va quieras o no. ¿Que me subo a metro? Pues igual. ¿Que me quiero comprar un libro para saber todo lo que quiero saber acerca del IVA? Pues que para saber que lo que quiero saber acerca del IVA no existe libro alguno que lo explique y que para entonces ya he vuelto a tomarme otro café y subirme a otro metro, dos IVAS nuevos que se me han pegado al bolsillo quieras que no, sobran alforjas. De todas maneras me compré un libro en el que solo encontré lo que ya sabía. Y ya digo, eché de menos lo que no.
Dos cosas. Una grande y otra pequeña. La pequeña es el IVA propio de la compra del libro, de la que éste no dice nada (lo encontré en el ticket de compra, que para eso reclamé). De la cosa grande ni noticia. Por eso lo pregunto aquí, por si alguien lo sabe y me lo quiere decir. Con el mismo detalle con el que sé de mi pasta en su viaje a Bruselas me gustaría saber de su viaje de vuelta. Que no se trata del mismo viaje pero vuelto del revés, ya sé. Si por ejemplo decimos que el viaje de ida fue de carretera y manta, del viaje de vuelta sabemos que no lo es, pero no sabemos más. El otro día me refería a bastantes cosas que de tan frecuentes (y de tan no sé qué) me hacían decir cincuenta veces “es natural”. Pues ahora me pasa lo mismo: es natural que el viaje de vuelta de mi pasta, desde Bruselas a mí, no sea igual a la ida que a la vuelta. Eso ya lo sé, pero es que yo quiero saber todavía más.
Y es porque no me caben en la cabeza estas otras dos cosas, ahora grandes las dos, ambas disformes, descomunales. Como grillos de cinco kilos cada uno. Pulgas como grillos.
De la primera solo puedo hablar echando mano de alguna palabra gruesa. Domingo cinco de diciembre del año de gracia 2021. Once de la mañana en punto. Medio nevando. Aire del norte. Un frío del carajo. Lo demás es secundario. Ya Julio Llamazares lo decía hace más de treinta años. Lea Ud. su novela “La Senda Amarilla”. España interior se nos está despoblando, nos decía Don Julio hace más de treinta años. Se nos vacía por la “Senda Amarilla”, decía Don Julio. En la fría mañana del pasado cinco de diciembre, desde Calatañazor, enfilando hacia Muriel de la Fuente a las once en punto de la mañana, unas doscientas y pico personas a paso ligero y pensando en que la España interior se nos está despoblando, echábamos un pie detrás del otro. Abrigados por doscientas y pico mantas, abrigos, chalecos amarillos, paraguas y bufandas hacia Muriel de la Fuente, hacia la despoblación y el olvido por una carreterita que, haciendo las veces de Senda Amarilla de tantos chalecos amarillos como debajo de capuchas y paraguas se veían, como un gusano amarillo salimos hacia Muriel.
¡Oiga Ud., de olvido nada, que bien recordamos el IVA de la manta, del abrigo y del chaleco amarillo! ¡De olvido nada! ¡Nada de olvido!
Y a cuestas con el recuerdo de tanto IVA, íbamos subiendo cuesta arriba hasta que llegados al alto en el que al otro lado, el Enebral de Calatañazor, sí, el Enebral de Calatañazor al otro lado, dejaba ver la España vacía. Porque en Muriel de la Fuente se están quedando vacíos. El médico dejó vacía su consulta y el aire de Muriel de la fuente siempre lo estuvo. Vacío de ondas electromagnéticas de las que se meten en los teléfonos para hablar con la novia o el novio joven, o con el médico de viejo requeteviejo también.
Y dice Llamazares también que sabe de una mujer que tiene cerca de 90 años y desde que murió su marido vive sola en un pueblo abandonado de Soria de cuyo nombre dice que le dicen que se olvide, según nos dice Ana Esteban en la sección titulada “El Asombrario del diario digital “Público” de hoy, 07/12/2021.
Desde lo alto de aquél collado me vuelvo para Calatañazor aprovechando la cuesta abajo para darle vueltas a la otra cosa grande que no me cabe de tan grande en la cabeza y necesito achicar como sea, mientras camino abajo, hacia Muriel de la Fuente prosigue la oruga amarilla en su garbosa y voluntariosa marcha hacia Muriel. Porque pasta puesta en marcha de Bruselas hacia Muriel de la Fuente (léase si se quiere hacia la España vacía o vaciada), hay la.
Mire Ud., dice la pasta viajera de vuelta desde Bruselas destino Muriel. Es que yo tampoco lo entiendo, me llevan a hombros como en una procesión o un entierro, a paso lento. Estaciones y estaciones. Y mientras nosotros los billetes, siempre tan ligeros, queremos salir corriendo, en efectivo, lo que se dice en efectivo, queremos salir corriendo desde Bruselas hasta Muriel de la Fuente, eso sí, con un montón de señores ocupados en que ningún montón de señores moleste a ningún billete en nuestra loca, feliz y bienaventurada carrera en dirección al mismo corazón de Muriel de la Fuente que, ¡señores! está en paro cardíaco, mientras nosotros pataleamos para salir corriendo, ese montón de señores ocupados en que un montón de señores no nos moleste, nos molesta sin querer molestarnos pero molestándonos en esa nuestra loca carrera. ¡Es urgente!. ¡Los Murieles se nos mueren!
Y Bruselas dice que soltó la pasta y Muriel dice que se muere y desde nuestro chaleco amarillo decimos a esos dos montones de señores, entre ambos tropecientos señores con Bruselas incluído, las cuatro cosas que proceden.
Fdo: Ángel Coronado