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Opinión

TRIBUNA / Vida sin paz 

Juana Largo reflexiona en este artículo de opinión sobre la actual sociedad mediática, que no trata a todos por igual, de tal forma que tienen más cobertura los corruptos con dinero que los pobrecillos sin él, ante la falta de ética y moral.

TRIBUNA / Vida sin paz 

¿Qué pasa cuando los medios de comunicación dan una noticia de injusticia o de delitos o de crímenes o de abusos de poder o en esta línea todo?

Sucede que, actualmente, cuando un medio de comunicación da o nombra una denuncia de este calibre que, si el sujeto objeto de la noticia tiene poder y dinero, se la puede pasar por ahí, ya se sabe, e incluso servir de propaganda en el Sistema de Mercado, cuando casi todo es Mercado en la actualidad y el tal sujeto sabe que, como lo mencionan a él o a su empresa, puede regocijarse porque, aparte de que el público lector de periódicos hace caso solamente a la sensación de la ventaja crematística en nuestro mundo actual, lo que prima es la publicidad sobre todo. Esto no es algo que pase siempre, con todos los hombres, sino que pasa algunas veces con empresarios o gente del espectáculo e incluso con políticos que lo único que quieren es propaganda, aunque sea negativa, pero que les sirve para promocionar su firma.

 Ahora no es como antaño, porque ahora el Sistema de Mercado es casi todo y, lejos están los tiempos de regulación del Mercado en que se respetaba a las personas o existía cierta ética.

No hablemos de ética en la actualidad, eso es un cuento de hadas. Porque lo que sucede es que, si un magnate es nombrado en la prensa, el magnate crece como la espuma con su negocio. A tal extremo ha llegado ya el mundo del Mercado que no se deja malograr por algunos periódicos o medios de comunicación.

Y habría ahora que añadir otra razón ante este problema, es decir, que el que nombren a una persona sin un negocio propio y opíparo, puede hundir a esa persona, porque es una persona humilde. Y además es que el mundo ahora está muy politizado, cuando ataca un medio a un personaje político, o a alguien cuyas cuentas son boyantes. Hay algo de indecencia en este sistema que no afecta a los ricos, los cuales pasan olímpicamente de nombres y de noticias, pues están por encima de la ley. En un desgraciado o una desgraciada esto no sucede: se le nombra o menciona y eso es acabar con su frágil sistema de valores y se le viene el mundo abajo. Pero con un rico o un magnate o un político no sucede esto, pues sabe recibir la supuesta noticia negativa y acrecentar con la denuncia su ganancia. Es lo que pasa en un mundo plutócrata, que, como el Mercado existe y pisa a la gente, los problemas propios de la gente de a pie, son relativizados ante las grandes ganancias y los grandes incrementos de capital que hay en muchas partes.

Pero hay que preguntarse que esto ha ocurrido principalmente en los tiempos contemporáneos, y acaso sea ello el retomar por parte de los ricachos, el testigo de una carrera en la cual sucedía esto de forma sistemática, como si fueran los principios de la denominada “Civilización” en la cual, el rico era rico y el pobre era pobre y había que atenerse a estas condiciones. Con solo leer un poco de historia antigua, la crueldad de estas diferencias nos da una imagen de cómo era el mundo entonces, en pasados tiempos en los cuales la desigualdad unida a la injusticia era algo natural… Y, ahora mismo, en este “Regressus”, el escándalo ayuda al crecimiento de la plusvalía en los grandes beneficiados, y no es extraño que, ahora, los chavalines sean educados en un mundo competitivo de empresas para no quedarse inutilizados por lo que hay en la realidad.

Es el mundo de la fama global en que vivimos, y no todo el mundo puede mantener esa fama que, ya de por sí, ofrece progreso a los poderosos y a los humildes los hunde. Nosotros vivimos en Soria, o podemos vivir en cualquier parte, y el caso es que notamos mucho cuando funciona este fenómeno. Los ricos crecen, los pobres son hundidos.

Y lo malo es que los Estados no juzgan a todo el mundo por igual, el mundo hiper-multimillonario no sufre por un ataque de este tipo e incluso, en la política, funciona el crear fama para la política, para que un individuo o varios medren con la propaganda política en que el mundo está inmerso. Hasta se puede considerar delincuente a un magnate, que eso le servirá de esa fama y de propaganda.

El sistema de valores del mundo está destruido, los únicos valores son los de la Bolsa, y, en el sentido ético, no gira el mundo sino en el de las finanzas y en la explotación de los seres humanos, casi todos pertenecientes a una especie de submundo, mientras todas esas víctimas las pone en solfa un capitalismo que hace que sean, los desafortunados, los parias del mundo. Lo cierto es que, cuando uno de estos, por ejemplo, da una denuncia, no tiene respuesta judicial alguna a su favor. Esto solo les pasa a los prebostes y caciques del poder del dólar o del euro que, como la justicia se encuentra muy menguada y mediatizada, antes condenarán a una persona sin privilegios que con privilegios. La Ética no existe, existe el mundo del cantarineo de las monedas en los cajones y bolsas de los altos pudientes, que pueden defenderse de cualquier ataque e incluso ganar elecciones e incluso establecer un sistema fascista o fascistoide o represor en algún que otro país.

Los valores se han invertido y no se los cree nadie. Como los Estados neoliberales del mundo lo quieren manejar todo, no se les escapa el sobornar a los representantes de la ley o hacer menor el problema en el status del poder actual…

Esto es la ley más natural, en sentido negativo lo de “natural”, de siempre: como dirían en cualquier pueblo: “El que puede, puede y no hay más vueltas que darle”

El rico siempre sale ganando gracias al percal de la pasta, aunque sean “criptomonedas” mientras el pobre, aun habiendo robado solo una pera de un peral de una finca de un gerifalte, es condenado antes que el susodicho gerifalte, aun habiendo superado éste todas las leyes y fuera denunciado por lo peor.

Tienen más cobertura los corruptos con dinero que los pobrecillos sin dinero, los primeros se salvan de todo, hasta de hacer la mili, mientras los segundos son siempre la carne de cañón de las guerras de la vida. A esto hemos llegado estos últimos años, empezando con el neoliberalismo, a volver al sistema salvaje del “mercadurismo” y del dinero, “comiéndose el pez grande al pez chico” Ahora que la única conciencia es el ser lo más malo posible de la película, saltándose la gracia que se tenía antes de los valores morales, ahora es, cuando se ve por los medios que a los pobrecillos casi ni se les nombra, y si se les menciona, es para escarnecerlos, mientras los poderosos, aunque sean políticos, son favorecidos.

Antaño el sistema soviético mantenía cierta censura o cierta ética; ahora, muerto el mundo socialista soviético, podemos conocer los mayores desafueros que, como caigan bajo responsabilidad de grandes plenipotenciarios, no son juzgados ni molestados ni cuando, como en estos días de verano, se están tomando su cubata cerca de su piscina en sus mansiones señoriales.

Estas son las líneas históricas que predominan hoy. Pero ahora además sin dioses ni ética ni moral de respeto ni nada. ¡La vida a lo bruto!...

                                     Juana Largo

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