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TRIBUNA / Nubes moradas

Juana Largo incide en este artículo de opinión en la simbología de un color portado en su vestimenta por Kate Middleton, la Princesa de Gales, en la final del torneo de Wimbledon, ganada por el español Carlos Alcaraz.

TRIBUNA / Nubes moradas

No queremos dejar de comentar esta noticia de la que nos han dejado participar los medios de comunicación estos dos últimos días. En la vida a toda velocidad actual, en nuestras ciudades o en nuestros pueblos, metidos en el tajo de algo o, como se suele decir: “teniendo algo que hacer”, a veces no reparamos en lo que nos rodea allende nuestra casa, o a veces no nos damos cuenta de la significación de muchas noticias de los periódicos y diarios que las dejamos, las dejamos y, sin embargo, son importantes. Evidentemente los mass media no pueden llegar a todas partes para que nos informemos de todo.

Así sucede, por ejemplo, no solo con la final de la Eurocopa que ganó España a Inglaterra, en el pasado domingo, que puede haber personal “antifutbolero” al cual no le interesa el espectáculo deportivo y la victoria de España, con el magnífico equipo de jugadores que tenemos; así sucede con algo que, como acaso sea un poco, en relación con el fútbol, más minoritario o diferente, no se percibe en todas sus dimensiones, como es el triunfo del tenista español Carlos Alcaraz en Wimbledon, en el país del cual ha salido ahora un gobernante laborista, Keir Starmer, al cual hay que felicitar.

Y Kate Middleton, o la Princesa de Gales, apareció en público tras un considerable lapso de tiempo, por una enfermedad que, como se hizo público, era un diagnóstico de cáncer. Y apareció para concederle el trofeo de Wimbledon, al tenista español que se enfrentó a Djokovic.

Lo que pudo causar sorpresa para algún público era el vestido, o el color del vestido que llevaba Kate: morado. Lo cual da pie a pensar que, en vez de adoptar una vestimenta que fuera demasiado llamativa o sofisticada, como acaso debiera llevar una dama de la Corte, sin embargo, la Princesa, se dejó conducir y fue conquistada por la sencillez y la persuasión de un color que, en la simbología de nuestras sociedades, dice mucho de quien lo porta, el color morado que es sinónimo de las mujeres feministas o, al menos de las mujeres en general.

Quien suscribe esta breve anotación de sociedad, llega a creer que no fue sin intención que Catalina de Gales llevara un vestido, por otro lado, de corte sencillo y elegante, de ese color. Seguramente, de haber pensado en sí misma y en su individual apariencia, es fácil que no hubiera vestido así. O sea, que su presencia obligada en ese Trofeo, la llevó a compartir y manifestar un sentimiento o sentido común con las mujeres, no solo de Reino Unido, sino todo lo extenso que se pudiera pensar, en relación con su género y condición de mujer, una manifestación simbólica de solidaridad con el resto de las mujeres del mundo, y, al mismo tiempo, en ese “darse” o “entregarse” a las mujeres del mundo, conferirse ella este aspecto como digno de ella y no particular pero sí constitutivo de su personalidad.

Kate Middleton fue lo suficiente generosa como para identificarse con las mujeres y no dejó de exhibirlo, lo cual es digno de agradecimiento. Y es fácil que el resto del mundo espectador comprendiera su mensaje de amplia visión y conocimiento del mundo de las mujeres en la actualidad.

A una servidora, por ejemplo, le agrada este detalle no reaccionario y le sugiere un tiempo de colores del cielo, en el amanecer o en el atardecer, en el que, puede el astro rey verse envuelto en el color morado de esas nubes primeras o tardías pero que marcan el camino de los días y de las noches.

Incluso le llega a suscitar también a una que ese color de las nubes morado, ha podido ser la envoltura de Kate en muchos momentos de su vida, tal que hubiera nacido entre nubes o algodones morados o que, a lo largo de su no todavía prolija vida, se hubiera dejado llevar por la magnificencia de un color, que, aparte de ser sensual a más no poder, marca el poder de las mujeres en las sociedades nuestras… y que Kate Middleton afirma y reafirma, en su conciencia social de la realidad y en su conciencia histórica de la vida. Es, para la Princesa de Gales, como lo que debe ser: el Alfa y el Omega de esa mismísima vida.

Algo que, de todas formas, le puede aportar en su dolencia de la enfermedad, optimismo para hacerle frente.

Fdo: Juana Largo

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