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TRIBUNA / El flautista

Mario González incide en este artículo de opinión en las elecciones y las promesas de los partidos, que lejos de solucionar los problemas reales de la sociedad, siguen aumentando sus preocupaciones, con el mantra de lo público como solución a todo, cuando la gestión privada tiene más ventajas.

TRIBUNA / El flautista

Se acercan las elecciones y brotan las campañas a favor de lo público, sobre todo de la educación y de la sanidad públicas, sencillamente como un mecanismo trufado de miedo para intentar inclinar el voto hacia esa supuesta izquierda que se supone que las defiende en beneficio de todos. Se trata -ya lo adivinan- de otro cuento. Por supuesto que ya no existe izquierda ni derecha.

Lo único que existe en la actualidad son partidos políticos subidos a nuestras espaldas para chuparnos toda la sangre posible sin que nos muramos, porque aspiran a seguir chupando.

Es la condición del parásito: desea que su huésped siga vivo para procurarle un sustento continuo.

Lógicamente, en este orden de cosas la idea de trabajar para resolver los problemas de la ciudadanía, particularmente los relativos a la economía, la sanidad, la seguridad y la educación, ofreciendo soluciones eficientes en términos de prestación-coste, les espanta y no les conviene y sólo actúan ya en terrenos donde con su propaganda consideran que podrán obtener réditos políticos para seguir en el Poder.

Bueno ya ni para eso, porque la ‘PPSOE’ hace tiempo que aspira a sucederse a sí misma en una especie de día de la marmota político.

No obstante, estos periodos electorales siempre lo son de nerviosismo porque podrían alterar el statu quo político que les permite controlar el país y prosperar a costa de todos los que no somos políticos ni allegados de los políticos.

De ahí esa campaña en defensa de la sanidad y la educación públicas criminalizando a las empresas privadas que se atreven a operar en unos mercados en los que –como en todos- la colaboración público-privada es la que ha dado los mejores resultados desde que España es España (aproximadamente desde el Siglo XII).

En estos tiempos electorales todo eso se olvida y prosperan los discursos a favor de que esos servicios públicos sean 100 por ciento de titularidad pública, incluso ahora cuando la sanidad pública quedó retratada con la gestión que hizo de la pandemia y cuando la educación pública se ha convertido en una fábrica de auténticos analfabetos.

¡El flautista toca su conocida melodía y las ovejas le siguen al precipicio una vez más! Resulta enternecedor.

Tal es el efecto de la melodía que nadie sensato se atreve a alzar la voz contra un discurso tan enraizado como falso.

El arrinconamiento de la iniciativa privada ha traído consigo, en realidad, que lo que debieran ser servicios públicos punteros en beneficio de toda la sociedad, sean en realidad una sombra de los servicios sanitarios y educativos que la sociedad necesita y que ahora ya solo se dispensan –con honrosas excepciones- desde esas empresas privadas a las que por supuesto acuden esos políticos falsarios mientras dejan a sus votantes a los pies de los caballos.

Sin embargo, en campaña todos apuestan por los servicios públicos a sabiendas de que son muy muy deficientes y a sabiendas de que te los cobran muy muy caros con unos impuestos muy muy altos con los que ellos medran. No te quieren a ti, quieren a tú dinero, pero no hay mayor ciego que el que no quiere ver.

En España, hoy por hoy, tenemos un clamoroso problema económico, sanitario y educativo que podría ser paliado, en buena parte, con una colaboración mucho más intensa entre lo público y lo privado en beneficio directo del ciudadano que podría así obtener el servicio que se merece a un precio asumible –no son gratis, los pagamos con nuestros impuestos- empero la actual confusión ideológica, creada y sostenida por los partidos y en especial por la ‘PPSOE’, hace que muchas personas se conformen con esa mediocridad que no resuelve sus problemas ante el miedo a perderlo todo, hábilmente inoculado por nuestros falsos representantes mientras ellos y sus familias acuden a las empresas privadas a proveerse de los mismos.

¿Quieren acabar con la sanidad y con la educación privadas?

Es muy sencillo: ¡Hagan que funcionen de verdad la sanidad y la educación públicas!

En cuanto funcionasen como deberían nadie, ni los políticos, acudirían a las empresas privadas que quedarían fuera del mercado porque no podrían competir.

Sin embargo, estos politiquillos nunca lo conseguirán porque la gestión privada le da cien vueltas a la gestión pública por dos motivos fundamentales: porque lo privado tiene su razón de ser en resolver los problemas de sus clientes a un precio competitivo –y además generar un beneficio- mientras lo público carece absolutamente de esos dos acicates.

España para sobrevivir necesita liberar todos los mercados y apostar por la iniciativa privada en lugar de hacerlo por un Estado y unas CCAA que sólo resuelven la papeleta de los políticos y su séquito. Reflexiónenlo antes de ir a votar este año y tengan cuidado porque el flautista ya ha empezado a tocar de nuevo. 

Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

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