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TRIBUNA / El cuento de la brecha salarial de género

Marío González argumenta en este artículo de opinión porque la brecha salarial de género no existe y es, a su juicio, un cuento más de los sindicatos. 

TRIBUNA / El cuento de la brecha salarial de género

La semana pasada EL MIRON DE SORIA se hacía eco de la denuncia de CCOO, aprovechando el Día de la Igualdad Salarial, acerca de la brecha salarial de género que, a su decir, existe en España (ver “La brecha salarial de género es del 20,9 por ciento”, de 21.02.2023). En el mismo, se aseguraba que existe una clara desigualdad entre la remuneración que perciben mujeres y hombres, en promedio, por su trabajo asalariado, añadiendo, ya de entrada, que tal diferencia se debe a que las mujeres tienen una menor inserción laboral, unos empleos de menor duración y una temporalidad mayor que la de los hombres.

Luego, el artículo ofrecía las siguientes cifras referidas al ejercicio 2021: (i) que el salario medio anual fue de 27.322 euros para los hombres y de 22.601 euros para las mujeres; (ii) que la tasa media de actividad fue del 53,7 por ciento para las mujeres y del 63,5 por ciento para los hombres y, paralelamente, que ellas tuvieron una tasa de temporalidad mayor que ellos (23,6 por ciento frente a 18,8 por ciento); (iii) que existían 1.48 millones de mujeres que no buscaban empleo porque estaban al tanto de otras obligaciones familiares o personales, y (iv) que el 22,6 por ciento de las mujeres trabajaba a jornada parcial frente al 6,8 por ciento de los hombres.

A renglón seguido extraían las siguientes valoraciones: (i) que la jornada parcial explica más de la mitad de esa brecha salarial; (ii) que los complementos explican la otra mitad al remunerar sobre todo puestos directivos –donde hay menos mujeres- o aspectos masculinizados del trabajo como el esfuerzo físico, la penosidad, la nocturnidad, o la disponibilidad horaria, y (iii) que la falta de valoración de los trabajos de cuidados y de la maternidad lastran el salario de las mujeres porque ellas tienden a reducir la jornada, a coger excedencias e incluso a dejar el empleo, observándose que, tras el primer año de maternidad, el salario femenino se recorta un 11% mientras el masculino no sufre cambios. Todo esto, a la larga, crea y agranda esas diferencias.

En consecuencia, podemos concluir que en España nadie gana más que nadie por realizar el mismo trabajo y, por tanto, no existe esa ‘brecha salarial de género’ a la que apunta CCOO cuando titula “La brecha salarial de género es del 20,9 por ciento” para intentar vendernos, una vez más, la burra ciega.

Esa desigualdad salarial de género es falsa de toda falsedad e imposible tanto desde un punto de vista jurídico, por la igualdad que consagra la Constitución (14 CE), como desde un punto de vista económico porque, de ser cierto que las mujeres trabajan lo mismo por mucho menos, las empresas intentarían cubrir sus necesidades de producción siempre con mujeres para ahorrarse ese 20 por ciento y eso no existe.

Lo que sí que existe son elecciones libres y personales que realizan mujeres y hombres a lo largo de su vida laboral que, lógicamente, se trasladan a sus contratos, a las horas trabajadas, a la antigüedad… y que repercuten en el salario percibido.

Su origen fundamental lo encontramos en la decisión de formar una familia, momento en el que muchas mujeres priorizan la misma y reducen su jornada laboral provocando que su carrera profesional avance a menor velocidad.

En definitiva, no existe la brecha salarial de género que nos intentan vender los sindicatos para justificar su intromisión en un mercado laboral cada vez más rígido, sino la voluntad de desarrollarse no solo laboralmente sino también personalmente con la construcción de una familia que exige sacrificios a la pareja que tienen como protagonista, mayoritaria pero libremente, a la mujer.

Lo que persiguen los sindicatos con estos mantras falsarios es intervenir cada vez más en el mercado laboral e intentar controlar a las empresas atentando contra la libertad de empresa (38 CE), cuando saben perfectamente el origen y la causa de dichas diferencias (lo reconocen en sus propias valoraciones).

Si de verdad quisieran fomentar la igualdad –como ya apuntamos respecto al tema del aborto- en lugar de las medidas que apuntan tendrían que estar pidiendo al Gobierno que favorezca la conciliación y que rebajara impuestos y cotizaciones junto con ayudas a la natalidad y a la familia para permitir que las parejas pudieran sobrellevar mejor ese trabajo que es la construcción de una familia, en beneficio de toda la sociedad.

Las medidas que reclaman los sindicatos nunca servirán como lo acredita el hecho de que los países escandinavos, famosos por sus generosas políticas de conciliación, presentan unos patrones similares en este terreno –porque las mujeres apuestan por la familia aquí y en Fernando Poo- a los del resto de economías desarrolladas. Necesitamos, en definitiva, unos sindicatos que apuesten por las personas, en lugar de hacerles el caldo gordo a los partidos políticos con cuentos como el de la brecha salarial de género.

Fdo: Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

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