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El desempleo limita autonomía de víctimas de violencia de género

El desempleo es uno de los principales lastres para superar la violencia de género, ya que la dependencia económica de la persona agresora limita la autonomía de las víctimas, dificultando su capacidad para romper con la situación de violencia.

Sin un ingreso propio o la posibilidad de acceder al mercado laboral, muchas mujeres se encuentran atrapadas en un ciclo de dependencia que, además de restringir su poder adquisitivo, las aísla socialmente y merma su autoestima. Esta realidad impide que puedan tomar la decisión de pedir ayuda y buscar protección legal de manera efectiva”- ha explicado Begoña Bravo, directora de Inclusión de la Fundación Adecco, que ha presentado en el Observatorio de la Vulnerabilidad y el Empleo , el 12º informe Violencia de género y empleo, con el objetivo de reconocer la importancia del factor trabajo como clave para la normalización de la vida de las mujeres víctimas, incentivando, en este sentido, la puesta en marcha de iniciativas para acelerar su inclusión laboral.

Según los resultados de la encuesta el desempleo es, de hecho, el principal impedimento que encuentran las mujeres víctimas para denunciar por violencia de género.

Concretamente, un 80,5 por ciento destaca que el hecho de no tener trabajo es un freno para acudir a las autoridades y formalizar una denuncia sobre su situación.

“La empleabilidad de las mujeres víctimas de la violencia de género merece una atención urgente por parte de todos los actores sociales, siendo el primer paso ofrecerles el acompañamiento necesario para devolverles la confianza, la autoestima y la capacidad para retomar el control de sus vidas. En este proceso, resulta fundamental diseñar un itinerario de empleo personalizado, incidiendo en la formación en los sectores emergentes y en el apoyo psicológico para su recuperación emocional. Asimismo, la sensibilización y la flexibilidad laboral son claves para que las mujeres víctimas puedan desarrollar una carrera profesional con garantías”- ha detacado Bravo.

Por detrás, un 77,3 por ciento subraya el miedo a las represalias o temor a que la denuncia produzca un efecto multiplicador de la violencia, desencadenando consecuencias más graves tanto sobre ellas como sobre sus hijos.

A continuación, un 75,7% manifiesta dependencia emocional hacia la persona agresora, debido a una manipulación psicológica y a un control que minan su autoestima, sintiéndose incapacitadas para actuar en contra de su pareja a la que no quieren perjudicar (prisión, pérdida de estatus social y familiar, etc.).

Por otra parte, un 65,1% destaca vergüenza o estigma social a la hora de “reconocer” las graves situaciones que ha tolerado, seguidas de un 54,1% que tiene miedo a no ser creída por falta de pruebas contundentes y la “buena imagen” que la persona agresora tiene de cara al exterior.

Otra de las razones para no interponer la denuncia son el miedo a perder la custodia de los hijos (48,6%) y la inseguridad jurídica o desconfianza en el sistema (27%).

En esta edición, en análisis se ha elaborado a partir de una encuesta realizada a 350 mujeres en situación de desempleo que están superando un proceso de violencia de género, y buscan activamente trabajo como un paso imprescindible hacia su independencia y recuperación.  

Independencia económica y salud mental: impulsores clave para buscar empleo

A pesar de los obstáculos mencionados en los apartados anteriores, el empleo es un elemento clave para la recuperación integral de las mujeres víctimas de la violencia de género y, en este sentido, la mayoría cuenta con importantes motivaciones para buscar trabajo, como así se desprende de los resultados de la encuesta.

En primer lugar, un 95,9% busca empleo para lograr esa ansiada independencia económica que le permita romper el vínculo con la persona agresora.  Por otra parte, un 84,2% quiere trabajar para fortalecer su autoestima y reforzar su salud mental, encontrando un sentido de propósito y una estructura esencial para su recuperación emocional.

Y por último, un 67,4% encuentra en el empleo una vía para establecer relaciones profesionales y personales que amplían su círculo de confianza y soporte, creando un entorno en el que las mujeres víctimas pueden sentirse respaldadas.

En definitiva: “El empleo se convierte en el elemento por excelencia para que las mujeres víctimas de la violencia de género recuperen el control de sus vidas a través de independencia económica, autoestima y una mayor red de apoyo”, Begoña Bravo, directora de Inclusión de la Fundación Adecco.  

En 2023 se alcanzó la cifra récord en denuncias por violencia de género

En el año 2023 se registró el máximo histórico de denuncias por violencia de género en España, un total de 199.282, lo que supone un incremento del 9,5% con respecto al ejercicio anterior.

En Castilla y León, la situación es similar: también se ha alcanzado una cifra récord de denuncias (6353), lo que supone un crecimiento algo superior, del 12% desde 2022.

Este crecimiento puede entenderse como una consecuencia positiva de un entorno que, progresivamente, ofrece mayor confianza y protección a las mujeres a la hora de buscar justicia.

En primer lugar, la sensibilización creciente en torno a la violencia de género -promovida por la mayor visibilidad en medios de comunicación y redes sociales- ha contribuido a que cada vez más mujeres se sientan seguras y capaces para denunciar lo que han vivido. Por otra parte, el fortalecimiento y mejora de los mecanismos institucionales tales como atención psicológica, asesoría jurídica, marcos legales más robustos, así como la presencia de canales de denuncia más accesibles, han generado un contexto más favorable para que las mujeres víctimas soliciten ayuda.

Esta creciente sensibilidad se ve reflejada en las cifras de denuncias por violencia de género, que han seguido una tendencia ascendente desde el punto de inflexión de la pandemia, cuando experimentaron un gran descenso debido a las dificultades de las mujeres para pedir ayuda en el contexto Covid-19.

Por provincias en Castilla y León, Valladolid es la que lidera el número de denuncias (20,1%), seguida de Burgos (18%); León (16%); Segovia (11,9%); Salamanca (9,6%); Ávila (8,5%); Palencia (6,6%); Zamora (6,4%) y Soria (2,9%).

Provincia

Denuncias
 violencia de género 2023

%

Valladolid

1.277

20,1%

Burgos

1.146

18,0%

León

1.016

16,0%

Segovia

759

11,9%

Salamanca

607

9,6%

Ávila

539

8,5%

Palencia

421

6,6%

Zamora

405

6,4%

Soria

183

2,9%

CASTILLA Y LEÓN

6.353

100,0%

El aumento de denuncias por violencia de género ha estado presente en todas las regiones de España, siendo Extremadura (30,7%), Navarra (28,3%), Aragón (19,7%) y Canarias (17,2%) las comunidades donde se han registrado los mayores incrementos. En el otro lado, Castilla-La Mancha (4,2%), Andalucía (5,1%) y País Vasco (6,8%) han sido las comunidades en las que las denuncias han crecido en menor medida. En Castilla y León, por su parte, y como ya se ha señalado, el crecimiento es ligeramente superior al nacional: si en España las denuncias han crecido un 9,5%, en esta región lo han hecho 2,5 puntos más, hasta un 12%.

DENUNCIAS POR VIOLENCIA GÉNERO POR CCAA

CCAA

Año 2023

Año 2022

Variación (%)

EXTREMADURA

4125

3156

30,7%

NAVARRA

3017

2352

28,3%

ARAGÓN

5330

4454

19,7%

CANARIAS

11.440

9757

17,2%

ISLAS BALEARES

7957

7000

13,7%

MURCIA

8898

7904

12,6%

CANTABRIA

2492

2218

12,4%

CASTILLA Y LEÓN

6353

5665

12,1%

LA RIOJA

983

893

10,1%

ASTURIAS

3438

3134

9,7%

ESPAÑA

199.282

182.065

9,5%

COM.VALENCIANA

28.955

26.566

9%

CATALUÑA

24.950

23.021

8,4%

COM. MADRID

30.032

27.769

8,1%

GALICIA

7483

6995

7%

PAÍS VASCO

6512

6095

6,8%

ANDALUCÍA

40.717

38.753

5,1%

CASTILLA-LA MANCHA

6600

6333

4,2%

En general, se observa que en periodos de recesión o crisis las denuncias tienden a contraerse, debido a la mayor vulnerabilidad de las víctimas, mientras que en tiempos de expansión o de mayor prosperidad, las denuncias crecen porque se incrementa la seguridad de las mujeres, que perciben más posibilidades de salir adelante de forma autónoma.

Sin embargo, e independientemente del ciclo económico, existen barreras estructurales, económicas y/o psicológicas que frenan a las mujeres a la hora de interponer las denuncias, como veremos en el siguiente epígrafe.

La violencia de género es una lacra social que puede afectar a todas las mujeres; sin embargo, existen condicionantes que pueden alargar el proceso y dificultar aún más la situación de las víctimas.

Falta de autoestima, el gran obstáculo para afrontar la búsqueda de empleo

Las 350 mujeres que han participado en esta encuesta están superando hoy un difícil proceso de violencia de género y buscan un trabajo para reconducir sus vidas.

Sin embargo, no está resultando tarea sencilla, ya que más de la mitad (55,5%) lleva más de un año en situación de desempleo.

Entre los principales obstáculos o barreras que encuentran en este camino, destacan la inseguridad y la autoestima (64,9%), el temor a ser localizadas por la persona agresora en el puesto de trabajo (48,6%), la incompatibilidad de horarios para hacer frente a sus responsabilidades familiares (43,5%), la ausencia de medios digitales para buscar trabajo (27%) y el desconocimiento a la hora de definir una estrategia de búsqueda de empleo (21,1%).

Casi tres cuartas partes no comunica su situación en las entrevistas de trabajo

Junto a los citados obstáculos para afrontar la búsqueda de empleo, destacan otras barreras de tipo externo, y que no se relacionan con dificultades propias de las mujeres víctimas.

Al contrario, se trata de frenos externos, que se materializan en prejuicios y estereotipos sobre víctimas y agresores, aún existentes en la sociedad y en las empresas.

Así, y en ocasiones, la condición de víctima de violencia de género se asocia erróneamente a determinados rasgos de la personalidad, creando una burbuja de desinformación que puede frenar su contratación.

La existencia de estos estereotipos se ve reflejada en los datos de la encuesta: un 72,7% de las mujeres prefiere no revelar su situación en las entrevistas de trabajo, ante el temor a ser descartada debido a prejuicios que asocian a las mujeres víctimas con “personalidades inseguras”, “conflictivas” o “absentistas”.

El 27,3% restante sí lo comunica, al considerarlo necesario para su seguridad.

En la misma línea, la experta ha asegurado que “es completamente desacertado atribuir a las mujeres víctimas unas características o temperamento concreto: las situaciones de violencia de género nunca son ocasionadas por la forma de ser de la víctima, sino siempre por el comportamiento y decisión de la persona agresora. En lugar de caer en el estigma, es preciso brindarles todo nuestro apoyo, siendo el empleo un factor esencial para que puedan reconducir sus vidas y salir adelante”.

 

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