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Castilla y León

Aparicio reclama un Gobierno estable que dé certidumbres

El presidente de CECALE, Santiago Aparicio, ha reclamado un Gobierno estable, que dé certidumbres, en la entrega de los premios CECALE. Puede leer su discurso a continuación.

Intervención en premios CECALE

Muy buenas tardes a todos y muchas gracias por acompañarnos en este acto de entrega de los vigésimo sextos Premios CECALE de Oro, unos premios que llevan reconociendo durante estos años la labor de los empresarios castellanos y leoneses, y que quieren dar a conocer su valor y su contribución por el bienestar de esta tierra.

Es emocionante ver que en nuestra sociedad existen personas que son capaces de arriesgar, de poner todo su esfuerzo e implicación en sacar un negocio adelante. Una labor de esta envergadura, que contribuye a generar el 85% del empleo, no podía quedarse sin sus premios.

Unos premios más que merecidos, unos premios que pretenden, humildemente, hacer llegar a los premiados el cariño de toda la comunidad empresarial por el mero hecho de representar una parte fundamental y sana de ese motor que dinamiza esta tierra, que saca adelante día tras día a tantas y tantas familias. En definitiva, que constituye el elemento aglutinador de riqueza y de atracción de inversiones para nuestra Comunidad Autónoma.

Enhorabuena, por tanto, a todos los premiados, porque sois un referente para el mundo empresarial de Castilla y León.

La historia de un empresario es una historia de riesgo, de ver oportunidades en cada dificultad. De trabajo incansable, de creer en una idea, de dormir poco, de emoción, de nervios, de incertidumbre, pero con grandes satisfacciones.

Por ello, nuestro lema en esta edición número 26 de los premios CECALE de Oro es “La semilla del éxito”, inspirado en el relato de tradición oral inglés de “Jack y las habichuelas mágicas”.

Estoy seguro que todos vosotros, al igual que Jack, con sus habichuelas mágicas, habéis puesto un punto de fe al creer en vuestra idea, fervientemente, y con todas vuestras fuerzas. Una idea que finalmente se materializó, y os sirvió para salir adelante. Eso sí, con el punto de partida inicial de arriesgarlo todo, como Jack: su única vaca por un puñado de habichuelas.

Una verdadera hazaña, con todos los riesgos que conlleva. Porque una empresa es una hazaña, y una hazaña es una empresa. Lo dice la propia Real Academia Española de la Lengua: una empresa es una acción o tarea que entraña dificultad y cuya ejecución requiere decisión y esfuerzo.

Decisión y esfuerzo, determinación y trabajo continuo, como claves para llegar al éxito empresarial.

Pero también, por supuesto, muchas dificultades. No son pocas las piedras en el camino. Nos tenemos que enfrentar no solo a un ogro, como en el cuento, sino a muchos de ellos que amenazan y acechan nuestra actividad y nuestro futuro. De manera constante y en ocasiones, infatigable. Y, por desgracia, demasiado habituales, créanme.

Ogros, peligros que se ceban con el tejido empresarial, dinamitan la competitividad, aceleran la desaceleración, en fin, ponen palos en las ruedas y nos colocan a los empresarios en una carrera continua de huida, más bien de empuje, para evitar que sus garras nos arrebaten la empresa.

Pero esos ogros no parecen hacer mella en la iniciativa empresarial, en la vocación de hombres y mujeres de Castilla y León, muchos de ellos muy jóvenes, que deciden emprender esa aventura, y convertir esas dificultades en un acicate para sacar adelante su hazaña, su empresa. Los datos nos dicen que está aumentando el número de vocaciones empresariales y el ritmo de crecimiento es bueno, pero el marco de actuación no es favorable.

No lo es desde el momento en que, por ejemplo, y por poner algunas cifras, la contribución tributaria total que pagan las empresas, en España, es superior a la media de la OCDE y de la UE. Un 47% de los beneficios, frente a una media del 40,3% de la OCDE y del 39,3% de la UE.

Lo mismo ocurre con las cotizaciones a la Seguridad Social por parte de las empresas, considerablemente superiores a la media de la Unión Europea y que suponen un impuesto directo sobre el empleo. Una presión fiscal injustificada que mina la competitividad de las empresas y ralentiza el crecimiento económico, además de ser un lastre para el empleo, como venimos insistiendo desde nuestras organizaciones.

Debemos dar la vuelta a esa situación y hacer ver que la contribución de las empresas puede utilizarse como elemento a favor de una discriminación positiva: se debería crear un sistema de incentivos fiscales a la inversión para generar empleo, más aún en un escenario de desaceleración económica y de galopante despoblación.

Sería, por tanto, un elemento a favor de la competitividad con el exterior, puesto que la falta de coordinación de las políticas tributarias estatales, autonómicas y locales está creando distorsiones internas en el mercado que afectan de forma muy dañina a la viabilidad de muchos sectores productivos.

No se trata de gravar más sino de combatir y erradicar las tasas de economía sumergida y los supuestos de fraude y evasión fiscal para que el sistema tributario sea más justo, distribuya la presión fiscal de manera más equitativa, contribuya al crecimiento económico y la creación de empleo, y reduzca el déficit presupuestario sin incrementar esa presión a las empresas.

Por otro lado, nuestras empresas están inmersas en un mar legislativo y burocrático que erosiona su capacidad de prosperar y supone un lastre, una dificultad añadida a la difícil labor empresarial.

Es preciso, por tanto, un plan decidido para reducir el número de normas existentes en España, derogar las obsoletas y eliminar trabas burocráticas. No hay nada más triste que una iniciativa empresarial se ahogue por culpa de la burocracia a la que debe someterse en una fase tan delicada como la de su nacimiento.

Es absolutamente necesario que se escuche al sector empresarial, pues es el destinatario final de esas normas, en todas sus fases. Buscar una coordinación normativa que derive en una unidad de mercado esencial para evitar duplicidades, distorsiones y exceso de cargas administrativas. En fin, evitar obstáculos injustificados que incluso generan disparidades dentro de un mismo país.

Hablamos de Castilla y León, hablamos de España, pero nuestras empresas han encontrado en el mercado exterior una salida que conforma hoy día una parte fundamental en su gestión. Una actividad que no ha dejado de crecer en estos años y que supone un multiplicador de oportunidades para las empresas.

Es un orgullo para CECALE ver que empresas, grandes e incluso microempresas de Castilla y León, muchas de ellas asentadas en el medio rural, son capaces de competir en el mercado global y exportar lo mejor que da esta tierra: sus productos, sus materias primas, símbolos todos ellos de calidad y saber hacer.

Pero si algo sustenta la actividad exterior de nuestras empresas es la más que necesaria digitalización. La única frontera que existe en la actualidad a la hora de exportar es la frontera digital. La transformación digital de las empresas ya no es una opción o capricho, sino una necesidad.

Una Comunidad Autónoma como Castilla y León, tan extensa y dispersa, necesita, más que ninguna, tejer una malla de telecomunicaciones potente que conecte todos los puntos de su territorio. Nadie puede estar aislado digitalmente en Castilla y León si queremos garantizar el futuro de las personas, en las ciudades y, por supuesto, en el medio rural.  En los tiempos que corren, las empresas podríamos generar empleo en cualquier parte del territorio si existieran buenas comunicaciones, físicas por supuesto, pero de forma imprescindible, las digitales.

Podríamos, porque ya tenemos la materia prima: hombres y mujeres lo suficientemente preparados y proactivos, personas con capacidad para emprender e innovar. Deberíamos también centrarnos más en este ámbito, en promover la educación y la formación en estos términos como una prioridad de la Comunidad Autónoma.

Para ello, tenemos que fomentar una fuerte cultura emprendedora, apoyada en la formación y orientación de forma eficaz, dirigida a las necesidades presentes y futuras del mercado de trabajo; son esenciales para hacer de Castilla y León un referente en cuanto a capital humano se refiere.

Vemos, por tanto, cómo queda mucho aún por hacer. Mucho que supone muchísimo para las empresas, que aun poniendo toda su voluntad y esfuerzos, económicos y personales, deben batallar contra muchos ogros que constantemente acechan su futuro.

Algo que parece obvio, y que en estos días acapara la actualidad informativa de manera intensa, es que el contexto político influye muy directamente en todo ámbito social y, por supuesto, empresarial.

Y si algo daña principalmente al desarrollo económico y empresarial de una región o país, aparte de las malas políticas que pudieran darse y que, por supuesto, tendrían contestación desde CECALE, es la incertidumbre. No ya la que forma parte de la propia naturaleza de la actividad empresarial, sino la proveniente de factores externos, como la política.

La más mínima inestabilidad, o la toma de decisiones arbitrarias por intereses políticos sin sentido de país o sin tener en cuenta la realidad social y económica, pueden resultar fatales para el empresariado, para la inversión, para el desarrollo económico y para el empleo.

El inversor tiene verdadera aversión al riesgo país, al riesgo inherente en una región, y no hay mejor inversor que aquel que decide destinar lo que tiene para crear una empresa y generar riqueza en un territorio. Lo vemos a diario, los informativos anuncian las consecuencias desastrosas que puede tener un Brexit sin acuerdo para la economía y las empresas europeas, o el auge del proteccionismo comercial, o la inestabilidad financiera asociada a la situación política en algunos países. No pensemos que esto afecta a las grandes multinacionales, sino que también afecta a las empresas más pequeñas de Castilla y León.

Es imprescindible, por tanto, un gobierno estable, que dé certidumbre, que apoye la economía local, que apoye a las empresas y que sea capaz de reducir e incluso eliminar estos ogros internos y revertir la desaceleración. Porque, la economía y el PIB crecen, pero debemos ser conscientes de que el ritmo al que lo hace es cada vez menor. Necesitamos un Gobierno que, volviendo al relato de Jack y sus habichuelas mágicas, sea capaz de cortar el tallo para que el ogro no baje y se cargue nuestras empresas. Nuestro futuro.

Y, además, un Gobierno, permítanme, que apueste por algo tan positivo e importante y que se ha convertido en bandera de esta Comunidad, de la que CECALE se siente orgulloso: que es el Diálogo Social de Castilla y León, un modelo de concertación social que ha sido tomado como el mejor ejemplo de negociación entre patronal, sindicatos y Gobierno por la Organización Internacional del Trabajo. Todo un ejemplo a nivel mundial.

Si nosotros hemos sido capaces de sacar esto adelante, de hablar con todos, de negociar con todos, desde posturas tan distantes, por el bien común, estamos convencidos que esa voluntad política de seguir construyendo a favor de todos y de seguir haciendo de Castilla y León un referente de concertación, seguirá. Seguro. Estamos convencidos.

Así pues, tenemos todos los ingredientes para lograr que Castilla y León sea un foco de atracción de talento y de inversión. Se puede crear un marco para que la Comunidad sea lo suficientemente atractiva para que los jóvenes se lancen a la actividad empresarial.

Tenemos que atraer jóvenes y empresas a esta región. Es más que un objetivo, una necesidad imperiosa. Esta Comunidad sufre una crisis demográfica sin parangón. Y es algo más que pérdida de población, envejecimiento y caída de la natalidad: es una gravísima pérdida de oportunidades socioeconómicas. Un ogro que encuentra en Castilla y León un caldo de cultivo perfecto en el tejido empresarial rural, donde las Pymes son las que dinamizan el territorio y son las que más difícil lo tienen para sobrevivir.

Parafraseando a un gran político, con grandes enunciados llenos de sabiduría, Sir Winston Churchill dijo una vez que muchos miran al empresario como el lobo al que hay que abatir; otros lo miran como la vaca a la que hay que ordeñar; pero muy pocos lo miran como el caballo que tira del carro.

Yo sé que todos vosotros lo veis así, y que una mayoría es cada vez más consciente de que el empresario es el caballo que tira de la economía. Por ello confío plenamente en esta tierra emprendedora, de la que vosotros sois el mejor ejemplo.

Y sé que podemos trabajar por Castilla y León, por lograr que sea un referente para inversores y vencer los peligros que nos acechan, trabajando juntos con una estrategia conjunta que sirva para cortar el tallo, y así atajar el paso de los que no cejan en su empeño de asfixiar la actividad empresarial de Castilla y León.

Así generaremos riqueza.

Así crearemos empleo.

Y, de esta manera, lograremos un futuro próspero para Castilla y León.

Gracias al patrocinador y colaborador, CaixaBank y BDO, y a todos vosotros por compartir este día tan especial para los empresarios de Castilla y León.

Fdo. Santiago Aparicio, presidente de CECALE

 

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