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TRIBUNA / Maradona

Ángel Coronado compara al alcalde de la ciudad con Maradona, con sus regates, con la ley de fondo, en el Cerro de los Moros.

TRIBUNA / Maradona

Me gustaría entender de fútbol, pero no entiendo. Tampoco entiendo de otras cosas (de política, de leyes y de muchas cosas más), pero me gustaría saber, por ejemplo, que sin llevar atada una cuerdecita entre bota y balón, Maradona corriese regateando hasta la portería contraria como si llevase el balón como yo, de cuatro años, llevando mi juguete a rastras con esa cuerdecita. Pero lo mejor no era eso. Cuando Maradona llegaba a la portería del otro, se sacaba unas tijeras del bolsillo, cortaba la cuerdecita y metía gol. Me gustaría entender eso.

Calculando el tiempo que tardaría en comprenderlo para empezar con el fútbol, después con lo de la política, de las leyes y de tantas y tantas cosas más, desfallezco. De ahí que busque algo más general que sin tanto detalle pero con mayor alcance, me resuelva de un golpe unas cuantas asignaturas de las principales, dejando las marías para un vistazo más rápido y final, justo antes del examen.

Tengo un amigo con el que me pasa igual que con Maradona. Regatea entre las leyes con una desenvoltura sin igual. Parece que las leyes, para él, fuesen como balones para Maradona. Es imposible seguir el hilo de sus argumentos como lo es ver los toques de balón de Maradona. Maradona no tocaba el balón. Lo acariciaba, o mejor, le decía al balón que lo acariciaría si, obediente, hacía lo que yo te diga, decía Diego Armando, porque si no te pego un puntapié que te saco del estadio, decía Maradona. Y el balón obedecía.

Diría incluso que mi amigo, con las leyes, haría como Maradona en el caso de que trajinase con más de un balón. Entre el Tribunal Supremo y el Constitucional, entre lo legítimo y lo legal, como Maradona entre un balón blanco y negro y otro con rayas, regatea mi amigo y mete gol en dos porterías distintas. Entre el Tribunal Supremo (T.S.) y el Constitucional (T.C.) va, regatea y mete un gol en cada uno de los dos altos tribunales.

Con Carlos primero el alcalde, sin ser amigo por otras causas que no vienen a cuento, me pasa igual. Regatea de una forma inexplicable. No lo entiendo, pero mete gol, y eso lo entiendo, que la gloria de Maradona la entendemos todos, aunque prefieras la de Messi o la de Ronaldo, que para gustos colores, como digo yo. Puestos a elegir entre Carlos primero el alcalde y Carlos primero el emperador no sabría qué hacer, pero ese no saber me importa, como quien dice, un pimiento, aunque también lo digo, si como quien dice un pimiento dijese un güevo, me seguiría importando un pimiento, porque Carlos primero el Emperador, ni corto ni perezoso saqueó Roma, muchísimo mayor que Soria, dónde vamos a parar. No sé, No sé.

El caso es que ambos, con mano de hierro, saquearon Roma el primero o el segundo saquea El Cerro como Maradona saquea la portería del otro o mi amigo regatea entre el T.S y el T.C. mientras estos regatean entre sí en lo de Valdecañas o los políticos regatean entre lo legítimo y lo legal o como nosotros mismos, justo ahora, empezamos a comprender de una forma más o menos general que entre el futbol, la política, las leyes y según va pareciendo, bastantes cosas más, se dan concomitancias (para decirlo de una forma elegante y al tiempo digestiva para todos), se dan concomitancias entre asignaturas tan importantes que nos dejarían mirar a las Marías por encima del hombro, único inconveniente que por ahora apreciamos.

Y eso sí que no. Las Marías con las otras asignaturas o se acabaron todas. Que a nadie se le mire por encima del hombro. Según qué, se le podrá mirar con mayor o con menor atención, pero por encima del hombro no. Mientras conduces, mientras lees, mientras juegas al fútbol o mientras sigues el rastro a las leyes, mira como quieras pero por encima del hombro nunca. Lo que menos me gusta de Carlos primero el alcalde es eso, que nos mira por encima del hombro. Menos mal que lo hace con casi todo el mundo, porque cuando lo hace con ese al que, sin hacerlo, que no lo hace, le gustaría hacerlo y además reconciliarse con Carlos primero el alcalde, y eso si que no, por eso, que no por otra cosa ni muchísimo menos. Lo siento, pero eso no lo comprendo.

A mucha gente le gusta eso de que le miren por encima del hombro. Buena gente en general, porque, digo yo, a ellos también les gusta hacerlo y, para bien de todos, quieren y desean y procuran y hasta votan en las urnas o en el balcón de su sede saltando cuando les votan muchos entre los cuales se cuentan los muchísimos a los que les gusta eso de que les miren por encima del hombro, y en esto que lo dejo, que me gustaría entender de fútbol, pero no entiendo nada, que todos tenemos un precio, no infinito, pero a subir el listón como les digo, queridos amigos.

Carlos (lo digo en plural aunque no se note. No tengo la culpa de que la “ese” final se superponga con la del plural. Por cierto, que con esto de las superposiciones pasan cosas que así se entienden aunque parezca que no), Maradonas, Messis, Ronaldos, sois unos cracs.  

Fdo: Ángel Coronado

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