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TRIBUNA / El mandoble de la cárcel

Ángel Coronado incide en este artículo de opinión, con ironía incluida, en la construcción de la nueva cárcel de Soria y su puesta en funcionamiento con sólo dos de los ochos módulos construidos, un ejemplo más de ineficiencia de los administradores.

TRIBUNA / El mandoble de la cárcel

Cuando quieras decir algo sobre algo, entérate primero de aquello sobre lo que decir. Luego vendrá el cómo decirlo, pero lo primero es ese qué, porque si no, qué se yo.

De la cárcel sabía, solo por mi cuenta, que las cárceles deben ser necesarias. No tendría explicación la existencia de tantas cárceles como hay, de no serlo. Que si la naturaleza humana lo pide, que si no, que si qué se yo. Esa es la cuestión. Bien.

Pero ahora, con todo y con eso, estamos en la novísima cárcel de Soria. Como al rey felón para unos, Fernando VII el Deseado para otros (un siglo de guerras civiles entre unos y otros), a esta novísima cárcel llamaremos La Deseada para estar todos de acuerdo. Acabo de leer el artículo de Juan González titulado “Sueño y Realidad de la Cárcel de Soria”, publicado en El Mirón de hace dos días en forma de carta a su director. Y como no puedo estar más de acuerdo con ese artículo, lo digo. Pero lo quiero decir a mi manera, eufemismo (me parece que se llama así) de una realidad palpable: no puedo decir nada de otra manera diferente a como la diga, porque nadie me fuerza para otra cosa, esto es, que no se sabe bien si se quiere lo que se puede o se puede lo que se quiere, pero es que cuando ves a un animal que tropieza veinticinco veces sobre la misma piedra, se dice, o por lo menos yo lo digo, que ese animal es un burro, animal, ignorante o incluso cosas peores. Un decir, porque los burros no sueñan y el sueño al que se refiere Juan González no es el sueño de los burros sino el llamado sueño que los llamados burros se inventan para que Ud., que no es burro, tropiece y encima le llamen burro. Porque:

¿No es lo mismo una cárcel sin presos que un aeropuerto sin aviones? Punto y aparte

¿No es lo mismo un aeropuerto sin aviones que unos dineros mal administrados? Punto y aparte

¿No es lo mismo unos dineros mal administrados que unos malos administradores? Punto y aparte.

Dichas las tres premisas de un silogismo al que la escolástica denomina “A” (memorizadas por la escolástica, nombre que se da a la teología medieval, sobre todo la de Santo Tomás de Aquino, como bArbArA), el resultado del silogismo es de pura razón el siguiente;

Luego una cárcel sin presos equivale o es en algo similar a un aeropuerto sin aviones y todo por obra y gracia de unos malos administradores. Aquí puntos suspensivos.

Y a eso voy. A los puntos suspensivos, que no al suspenso. No soy nadie para ir repartiendo suspensos por ahí. Nadie es nadie para eso. Nadie a no ser que se le diga: anda, vete por ahí con mis dineros para ir repartiendo aprobados y suspensos. Nadie, a no ser que a sí mismo se diga lo de irse del corazón a la cabeza y regresar de nuevo al corazón y convenir con Pascal en eso de las razones del corazón que no comprende la cabeza, o eso de las otras, las de la cabeza que no hay corazón que comprenda, porque no hay cabeza ni corazón humanos que comprendan que a unos malos administradores no se les propine una buena cantidad de puntos suspensivos en lugar de sobrecargarles de peticiones urgentes e intransigentes a toda velocidad, porque todo eso lo quiero ¡ya!. A eso voy.

Con lo entrañable que ya iba siendo nuestra antigua carcelita. Rodeada de casitas más o menos grandullonas, tan cercana tan cercana. Tan cerca de la otra cárcel humanísima, el hospital de la Seguridad Social, cárcel natural, cárcel humanitaria de la enfermedad, tan humana, tan necesaria en este valle nuestro de nuestras lágrimas y demás pecados originales. Y no te olvides, corazón, de Mercadona, no te olvides de Mercadona no bien estrenada su remodelación, que a tu vera, tan cercana, te reconforta con sus platos preparados listos para llevar. Parece que has estado esperando a su terminación, ingrato, quienquiera que seas, para irte justo ahora, para irte ya, ya sin más, ay carcelita, carcelita de mi cabeza, carcelita de mi corazón. Me viene a la cabeza la tuna. Me sale del corazón la canción. Cambie usted, por favor,  carcelita por clavelito y llame Ud. a la tuna. Como quien pone la radio, la tele o el YouTube del ordenador, las orejas de quien fuere disfrutarán como enanas. La canción más hermosa se introducirá por ellas y al punto llegará Ud. a un estado de ánimo idéntico al que ahora mismo experimento yo. Beatífico. A tope.

Pero volvamos a la realidad y dejemos las canciones y los sueños. Subrepticiamente, como una bicha silenciosa, una perturbación apenas perceptible se me asoma como queriendo no asomarse, pero se asoma. Tiene algo así como forma de pelotazo sin que dicha palabra venga de golpe con todo su significado sino vertiéndolo poco a poco, como la sal de un salero pero sin gracia ni salero. Aborrezco la voz “pelotazo” a no ser radiofónicamente hablando de Messi, pero hay veces que se te mete por la boca. Como ardiente sal pero poco a poco. Lo que sí ocurre de golpe es el echar la cuenta, porque de pronto me pregunto; el mandoble que nos espera de tu solar, que ya Messi se nos fue, el pelotazo….. ¡El pelotazo! Santo Dios, ¡¡¡EL PELOTAZO!!!,  que no soy burro y el pelotazo me coge así, cantando clavelito de mi corazón.

El pelotazo, y dale con el pelotazo. El mandoble, que lo tenemos ahí ya, pero ya ya ya, aunque no hay mandoble que por bien no venga y el que no se consuela es porque no quiere o no puede y también que quien canta su mal espanta.

Si no fuera por el temor a que me suelten un esputo cavernoso y purulento a la cara, ya saben, de los que se gasta quien se los gasta (tiene gü…..),  le diría al Ayuntamiento que permute, que permute hasta donde quepa o pueda. Toma cárcel y suelta Cerro. que ya me vengo trajinando la idea de que burro no es burro ni listo tonto. ¡El santo pelotazo! ¡Que venga el arzobispo Don Rodrigo y que lo vea, que volvemos a poner su nombre para otra calle tan de mandoble va que mandoble vengo como la que más, tanto como aquélla. Que se la ponemos. Calle del Arzobispo Don Rodrigo II, máster especulante y especuloso de toda especulación.

¿No es lo mismo construir una cárcel de ocho módulos para usar solamente dos, no es lo mismo eso que un solo mandoble? Punto y aparte.

¿No es lo mismo dar mandobles antes o después de otro pelotazo? Punto y aparte

¿No es lo mismo decir que no se sabe nada porque se sabe todo, no es lo mismo decir eso que decir que solo sé que no sé nada como dicen que decía Sócrates, pues vaya bobada, no es lo mismo decir que todos tenemos la culpa de lo de nuestra carcelita carcelita para que no la tenga ninguno? Punto y aparte.

¿No es lo mismo este pelotazo que cualquier otro de los mandobles que en el mundo fueron, son, y serán venidos? Venga ¡Ya! Puntos suspensivos.

Fdo: Ángel Coronado.

 

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