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TRIBUNA / CGLU

Ángel Coronado incide con humor en el nombramiento del alcalde como presidente del Consejo de Gobiernos Locales, en Nueva York, y los beneficios para la ciudad. 

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TRIBUNA / CGLU

Las noticias me atropellan esta tarde. No es que tengan que ver, todas a una, con algún acontecimiento memorable, sino que, cada una con el suyo, gritan, o mejor, chillan desaforadamente cada una con el suyo, con su acontecimiento particular y exclusivo, tan importante cada uno en su esfera correspondiente que, sin querer, rivalizan entre ellas como si de un coro mal avenido se tratase. Diferentes notas, timbres, tonos, intensidades en disputa, tenores contra contraltos y gorgoritos sopranos rivalizando con altísimos castratis.

Una niña inocente y angelical, siete años, que nos habla de la Monarquía, cosa que como todo el mundo sabe solo es para mayores. Una mujer que hiere, maltrata y agrede a un hombre. Un ayuntamiento, el de Alicante, que multa a los sin techo por eso, por dormir en la calle en lugar de hacerlo en su casa y en su cama. Una tercera o cuarta marea viva de peces muertos en el Mar Menor. Un libro que nos habla de la España fea y nos muestra una foto del hotel Algarrobico en Almería tan chulo. Y no cito al vertedero tóxico de Nerva ni a la industria Distiller en Ólvega (Soria) porque ya lo cité y espero que, consecuentemente, ya se habrá solucionado ese asunto.

Y entre tanto ruido y tan pocas nueces. una noticia singular a la que no sé cómo tratar, de la misma forma que no sé cómo hincarle el diente a una sandía sin cuchillo y sin tenedor. A comerte una sandía como si fuese una manzana, anda.

Verán. Potentísimo, un Pavarotti redivivo nos anuncia que Martínez, nuestro alcalde, se nos ha ido a Nueva York, al CGLU. ¡Ha sido elegido presidente del CGLU! Y eso no puede sino redundar en colosales beneficios para nuestra ciudad, según me da en la nariz. CGLU (no lo pronuncie. Léalo. Los calambres en la lengua duelen.)

De momento, una dosis de altísima satisfacción. Pocos ayuntamientos en el mundo (yo diría que tan solo uno) pueden tener ese privilegio. Todos los sorianos, todos, a coeficiente completo cada uno, participamos en esa sobrecogedora dosis de orgullo y satisfacción de la que ahora, en este preciso momento, disfrutamos a tope los sorianos, tanto los que se fueron y honran con su presencia diferentes partes del mundo, como los que permanecemos todavía en nuestra humilde morada soriana castellano-leonesa regida por Martínez. Gracias, CGLU.

Con el tiempo llegaremos, sin duda, a conocer con certeza la magnitud bienaventurada, la dimensión planetaria, casi cósmica de años luz y chispazos de gloria en remolino de galaxia sin agujeros negros apreciables a simple vista que no escaparían, dado el caso, al observatorio de Borobia y al que, por si acaso, ya hemos avisado, no sea que nos agüe la fiesta sin querer. Gracias, Borobia. CGLU.

No lo digo. Me acusarían algunos de atrevido, pero en mi fuero interno me digo que no estaría nada mal que, previa deliberación libremente deliberada, interna pero participativa, precedida por la clásica tormenta de ideas, seguida por la susodicha deliberación interna universal y rematada finalmente por alguna comisión ejecutiva que a los efectos oportunos se nombrase, fuese encargada y se ejecutase una efigie de Martínez que, a modo de dios olímpico y antiguo, tocado con simple corona de laurel, sobrio el gesto y grave, varonil compostura según modelo renacentista y al modo italiano de Leonardo da Vinci o Miguel Ángel, presidiese el acceso a Soria por la carretera de Valladolid en el centro exacto de la rotonda del caballo blanco. CGLU.

¡No! ¡Quedaría por debajo del paso elevado que conduce derecho al polígono industrial!

¡Si! ¡Haremos un agujero en el tablero del paso superior si es preciso! ¡Emergerá por ahí el pedestal! ¡Será enorme! ¡Un dedo gordo del pie ni te lo imaginas. Desde Golmayo, como desde la bahía del Hudson la estatua de la libertad, aquí Martínez. Y de la tormenta de ideas para rematar bien todos los detalles, hasta los efectos de luz y demás efectos especiales detallados en el correspondiente consejo sectorial, a ejecutar la estatua de inmediato. CGLU. Muchas gracias, CGLU.

Tampoco digo esto. Tampoco lo digo porque sería excesivo, pero si algún foco potente de luz cambiante multicolor se instalase en el interior del cráneo de Martínez, y en las pupilas de los ojos se practicasen orificios adecuados, sería emocionante comprobar la mirada nocturna de Martínez hacia Cebollera, El Moncayo, hacia Numancia, hacia Numancia. ¡Pepe!, enchúfale hacia Numancia. Rojo de furia y a Numancia. ¡Venga, Pepe.

Va Pepe y lo hace así. CGLU.

¡Anda, dímelo!, ¡a que estás pensando enchufarle hacia el Cerro de Los Moros, verde la color, esmeralda codiciosa, deseante colorosa y verdgualda CGLU. CGLU.

Va Pepe y dice que no: te lo juro que no. A Martínez no le vengas ahora con esas mariconadas. CGLU. CGLU. CGLU. CGLU.

 

Fdo: Ángel Coronado

 

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