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TRIBUNA / A propósito de la ley

Ángel Coronado reflexiona en este artículo de opinión sobre los tipos de leyes, desde las naturales a las convencionales.

TRIBUNA / A propósito de la ley

Con el mayor respeto a quien leyese. Tanto como el que me anima cuando leo y releo el publicado en este medio “A propósito de la violencia de género”, firmado por Mario González el día 1/09/2023, y del que apruebo y discrepo según el espacio y el tiempo en los que situar lo que, a nuestro entender, dicho espacio y dicho tiempo demandan.

Habrá muchos tipos de leyes, pero quizá, tratando de distinguir entre ellos, fuese posible apreciar un tipo diferente al resto, un tipo de ley cuyas variantes fuesen todas ellas capaces de admitir la etiqueta (declaramos desde ya nuestro respeto a las etiquetas.

La palabra es etiqueta. Sin etiquetas (sin palabras) no tendríamos habla y somos habla. En suma, no seríamos), la etiqueta, decíamos, de “leyes de la naturaleza” (en rigor todas las leyes posibles podrían soportar sobre sí dicha etiqueta), y otro tipo en el que habría de incluirse (en su caso) el resto. A este último tipo le pondríamos la etiqueta de “leyes de los hombres”, o mejor, “leyes convencionales”.

Por citar un ejemplo de las primeras consultaríamos a cualquier especialista, un científico. Nos podría indicar la ley de la gravedad. El abanico a escoger entre una ley del segundo tipo sería, al menos aparentemente, mucho más amplio. Desde una ley de notable “debilidad” como la de no eructar ostentosamente ante otros comensales de cualquier banquete protocolario o incluso en familia (en este caso un mensaje desde aquí para los padres e incluso para los hijos mayores), hasta la de no robar o, mejor aún, la de no matar. A consultar a cualquier especialista. Un letrado.

Ni que decir tiene que toda ley, sin excepción, lleva consigo su anejo ineluctable. Impuesto por la naturaleza en el caso de las leyes naturales (si una piedra cae sin que retires el pie lo verás) o impuesto convencionalmente en las leyes convencionales (mata, roba o eructa y lo verás igual, según épocas, pero en todo tiempo). Siempre cabe, sin embargo, el recurso de la gracia. Pero este asunto de la gracia (amnistías, huelgas de hambre, encierros voluntarios…) lo dejaremos de lado y de momento.

Y ya termino. Plantear todo escenario en el que actuasen leyes como actores y en el que una ley de tipo natural conversase con otra de tipo no natural o convencional sería, en nuestra opinión, etiquetada como de riesgo, como definitivamente errónea.

Rematando. Para cumplir definitivamente, al menos por ahora, con lo dicho acerca de terminar: si en ese banquete protocolario todos conviniesen en eructar ostentosamente, vale, todos iguales ante la ley (convencional). Abierta la posibilidad de que algún registro sonoro determinase diferencias a los efectos de premiar por sus méritos al mejor, a consultar el registro. Consultado éste, y según las leyes de la buena educación, la entrega de la copa, siempre según las leyes de la buena educación, repetimos (en todo caso un mensaje desde aquí para los personajes públicos y principales). 

Fdo: Ángel Coronado

 

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