Cuarenta años de la alternativa de José Luis Palomar
Hoy se cumplen cuarenta años de la alternativa del torero soriano José Luis Palomar.
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Palomar (Soria, 1952) tomó la alternativa el 4 de marzo de 1978 en la plaza de toros de Castellón de la Plana. Como padrino actuó el matador alicantino José Marí Manzanares y como téstigo "El Niño de la Capea", con toros de la ganadería de Baltasar Ibán.
Palomar cortó una oreja a cada uno de sus dos enemigos.
En mayo de este mismo año, Palomar confirmaría la alternativa en Madrid, apadrinado por Dámaso González y con "El Niño de la Capea" de nuevo como testigo.
La que sería su primera temporada como torero del primer escalafón, Palomar toreó 39 corridas.
Dos meritorios triunfos en la plaza de las Ventas de Madrid, en 1981, le abrieron las puertas de los carteles de la feria taurina de San Isidro en 1982.
Los aficionados taurinos todavía recuerdan las faenas de Palomar a los toros de Victorino Martín, en junio de 1982, en la que desplegó toda su maestría en el dominio de los tres tercios de la lidia y salió a hombros por la Puerta Grande de las Ventas, avalado con una oreja de cada uno de sus dos oponentes.
Compartió esta salida triunfal en volandas con sus dos compañeros de cartel, Luis Francisco Esplá y Francisco Ruiz Miguel
El delirio que provocó aquella actuación de Palomar en el ruedo capitalino, según la web de las biografías, propició una nueva oferta de la empresa madrileña, que invitó al diestro soriano a hacer el paseíllo en la próxima corrida extraordinaria de Beneficencia, convocada para el día 16 de junio de aquel memorable año de 1982.
Decidido a hace valer su triunfo isidril, Palomar volvió a desorejar a los dos astados de su lote, pertenecientes también al hierro de Victorino Martín, y de nuevo salió a ambos de la afición de la Villa y Corte. Aquella tarde, fueron sus compañeros de cartel el veterano maestro madrileño "Antoñete" y Francisco Ruiz Miguel.
Esta reedición del clamoroso triunfo isidril enderezó vigorosamente la trayectoria profesional del matador de Soria, quien, a pesar de las dos graves cornadas que sufrió poco después (una en Pamplona, asestada por un toro de Pablo Romero; y otra en Mont de Marsan, infligida por un astado de Victorino Martín), dio fin a aquella grandiosa temporada después de haber cumplido cuarenta y seis ajustes. Tuvo ocasión, poco después, de cruzar el océano Atlántico y torear con notable acierto en Perú, donde ofreció tardes de gran inspiración durante la Feria de Lima.
En la campaña de 1983 se vistió de luces en treinta y nueve ocasiones, para descender hasta la cifra de veintiséis corridas toreadas durante la temporada de 1984, debido en parte a la grave cogida que sufrió en las arenas de su Soria natal.
Hizo veinticinco paseíllos en 1985, para caer de nuevo a los puestos más bajos del escalafón en las dos campañas siguientes.
Pero, acostumbrado ya a estos altibajos, el 29 de mayo de 1988 volvió a cosechar las ovaciones de la afición capitalina después de cortar una oreja a un magnífico ejemplar de la ganadería lusa de Murteira Grave, que al término del ciclo isidril de aquel año fue distinguido como el toro más bravo de la feria.