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Madre tierra

Edelia García, un ejemplo visible en Villasayas de la aportación de las mujeres a la agricultura y al medio rural de la provincia

La ONU dedica el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, a la mujer rural, que representa un papel fundamental en las economías tanto de los países en desarrollo como en los desarrollados. Edelia García es ejemplo visible de la aportación de la mujer al sector agrícola y al medio rural de Soria. Más de tres décadas metida en faena, con su propia explotación, y años de lucha para conseguir ser agricultora con todos los derechos.

Edelia García ha hecho del campo buena parte de su vida. Casada hace tres décadas con un agricultor de Villasayas, pueblo de la comarca de Almazán donde reside, ha echado raíces entre cultivos de secano y se ha labrado ser una agricultora con todos los derechos, a fuerza de pelear por lo que entendía que era justo: la igualdad.
Comenzó a colaborar en la explotación familiar y, cuando iba con la sembradora, se planteó que no era justo que si cometía una imprudencia tuviera que cubrirla con la tarjeta de la Seguridad Social de su marido. “Tuve unos problemas tremendos porque no me querían afiliar a la Seguridad Social”, recuerda hoy.

Mi propia explotación
Era el año 1990 y a las mujeres les decían que por hecho de ser agricultor su marido, ellas también lo eran. “Le contesté que si el que es abogado, su mujer también lo es”, señala con humor. En edad de ser joven agricultora, se encontró con las puertas cerradas de la administración cuando tramitaba la solicitud. Decidió luchar y recurrir a los tribunales de justicia y éstos le terminaron dando la razón. “Soy de las pocas que es titular de mi propia explotación, a titulo principal”, resalta con orgullo. Edelia, que es madre de tres hijos y que pinta al óleo -y bien- en su tiempo libre, dice que muchas mujeres han tenido que huir de los pueblos, a otros más grandes o a ciudades, en busca de un trabajo que les diese la oportunidad de tener una pensión. “Si la mujer no está en el campo, se pierde la familia”, reivindica.

Trabajo en el campo
El campo da trabajo. También en el secano. Depende de las hectáreas y de lo que se haga en la propia explotación. En el campo, eso sí, no se ficha, se está siempre alerta, porque siempre hay faena. Edelia apunta que no para en sus tierras de Paredes de Sigüenza. “Cada temporada tiene su momento de trabajo”, resume. A su juicio, la ley de titularidad compartida, calificada como el primer paso para conseguir la igualdad en el sector entre hombres y mujeres, tiene todavía muchas lagunas. Para empezar hay mujeres que llevan dos décadas trabajando como colaboradoras de la explotación familiar y no tienen reconocidos estos derechos. Con más de cincuenta años, la nueva ley no les permitirá cotizar lo suficiente para generarse una pensión digna. “Un primer paso sería que la mujer pudiera montar su propia empresa”, señala. 
Edelia es de las que piensa que se han desperdiciado muchos millones de la PAC que ha llegado a la provincia. “Si hubieran dado facilidades, habría mujeres que hubiesen puesto en marcha una granja de gallinas, por ejemplo, en lugar de tantos cursillos que no se han aprovechado para nada”, apunta. En su opinión, había que haberse facilitado en Soria, “puesto que somos pocos”, la posibilidad de que los hijos se quedasen en la tierra que les vio nacer. “Nos dejamos perder las oportunidades”, denuncia esta mujer, orgullosa de su condición y de ser además agricultora a título principal.

pendiente del tempero

EDELIA GARCÍA TIENE PASIÓN por el campo y por todo lo que comporta este oficio y que es el sustento del medio rural, por más empleo alternativo que se dibuje desde las oficinas de la Unión Europea. Pero sabe que cada día le cuesta más a las jóvenes generaciones trabajar en el campo. “Mucha gente piensa: trabajo ocho horas y a casa; está muy bien, pero el campo no tiene horas”, resalta.
LA PEOR TEMPORADA PARA Edelia no es el largo invierno, sino septiembre. Tras las fiestas de Villasayas, los hijos del pueblo se van a sus destinos y con ellos también el buen tiempo. “El sentir todo otra vez cerrado, no sentir el bullicio de la gente en la calle, es lo peor”, reconoce. Luego, con la llegada del invierno, el tiempo lo tiene ocupado. Cuando no hay que cosechar girasoles, hay que cultivar cereales, rotación de tierras...
CUANDO HAY FAENA  en el campo, Edelia tiene todo planificado para compaginarlo con las tareas familiares y sus posibles ratos de ocio, donde la pintura es su hobby fundamental. Deja a primera hora de la mañana a su hijo menor preparado para que le recoja el transporte escolar y se lleva la merienda para estar todo el día en el campo. “Ya sé si tengo que sembrar, que labrar o cosechar, o lo que sea. Si es tempero y hay que trabajar, es lo primero”, resume.
SER AGRICULTOR hoy exige además mucha inversión. Sólo en aperos agrícolas, la factura se dispara cuando se acude a comprar un tractor “y a los dos días son hierros, no valen nada, pero los necesitan para trabajar”. Antes, en el medio rural, había una agricultura de subsistencia, con menos tierras. Hoy es imprescindible tener muchas hectáreas para hacer frente a los gastos de la explotación agraria.
CON TODOS ESTOS condicionantes, Edelia se ha labrado un presente y un futuro como agricultora a título principal, una condición de la que pueden presumir pocas mujeres en Soria. Según datos de la Seguridad Social, en la provincia hay 33 mujeres agricultoras por cuenta ajena, menos del 10 por ciento del total. De los 1.900 agricultores dados de alta por cuenta propia en Soria, la mayoría son hombres. Edelia entiende que las mujeres huyan de los pueblos ante la falta de oportunidades laborales y sociales. “El campo te tiene que gustar y vivirlo”, señala.

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