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Sarnago homenajea a Llamazares y su obra "La lluvia amarilla"

Sarnago ha rendido un cumplido homenaje al escritor Julio Llamazares y a su obra "La Lluvia amarilla". La escritora Isabel Goig Soler ha reflejado la jornada en una crónica que puede leer a continuación.

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Una hermosa tarde de junio, casi finalizada una primavera que ha convertido los campos y montes de esta tierra soriana en vergeles, sarnagueses, sampedranos y sorianos en general, se dieron cita en la recién reformada plaza del pueblo, donde el edificio que fuera escuela, ayuntamiento, vivienda del maestro y sala de baile, ocupa un lado de ella.

De espalda a ese edificio, que a día de hoy no se queda corto en cuanto a utilidades, una larga mesa servía de apoyo nada menos que a once personas reunidas esa tarde en Sarnago, en representación de una sociedad que, treinta años después de su publicación, todavía recuerda en unos casos, sigue fascinada en otros, una novela -monólogo- que se tituló “La lluvia amarilla”.

En esa larga mesa, de izquierda a derecha, se sentaban: Mercedes Álvarez, cineasta, soriana de Aldealseñor, directora de la película “El cielo gira”. Teresa Ordinas, mallorquina, escritora y fotógrafa, viuda del escritor soriano de Valdegeña, Avelino Hernández. Manuel Castelló Rizo, alicantino de Agost, compositor musical, autor de gran número de obras relacionadas con Soria y, muy especialmente, con la comarca soriana de Tierras Altas. José Manuel Navia, madrileño, licenciado en Filosofía, pero fotógrafo de profesión y vocación.

Gloria Rubio, artista plástica, profesora en la Escuela de Artes y Oficios de Soria. El autor de la novela, Julio Llamazares. Emilio del Valle, actor y director de teatro, creador del Inconstantes Teatro, grupo que, una vez finalizado el homenaje a Llamazares, pondría en escena un la obra relacionada con “La lluvia amarilla”, con Chema de Miguel Bilbao en el papel de Andrés.

José María Carrascosa, presidente de la Asociación de Amigos de Sarnago. Abel Hernández, nacido en Sarnago, licenciado en Filosofía, escritor, entre otras muchas publicaciones, de la trilogía que transcurre en Sarnago: Caballo de cartón, Historias de la Alcarama y Leyendas de la Alcarama (no necesariamente por este orden), receptor de numerosos premios. Judith Villar, concejala del Ayuntamiento de Ólvega y diputada provincial. Y, finalmente, el alcalde de San Pedro Manrique, Jesús Hernández Ruiz.

“Cuando lleguen al alto de Sobrepuerto estará, seguramente, comenzando a anochecer. Sombras espesas avanzarán como olas por las montañas y el sol, turbio y deshecho, lleno de sangre, se arrastrará ante ellas agarrándose ya sin fuerzas a las aliagas y al montón de ruinas y escombros de lo que, en tiempos, fuera (antes de aquel incendio que sorprendió durmiendo a la familia entera y a todos sus animales) la solitaria Casa de Sobrepuerto”.

Así da comienzo la novela de Julio Llamazares, esa que, según sus palabras en el prólogo de la reedición de 2013 ha cumplido, con creces, el objetivo de cualquier novelista que se precie: que los escritores escriben para que los demás les lean.

¿Por qué homenajear a un autor que sitúa su obra en Ainielle (Huesca), y hacerlo en Sarnago (Soria), además de por el sentido y magnífico relato, y por que ambos pueblos llegaron a estar deshabitados?

Todos quienes conocemos la novela sabemos que, si por razones que desconocemos, la situó en Ainielle, se gestó en Sarnago.

El mismo Llamazares, el 16 de junio, dijo que su primer contacto con Soria -”que sigue vigente pese a la mengua de habitantes como una obra clásica”- fue en el año 1983. Él acudía para hacer un reportaje sobre el Paso del Fuego en San Pedro Manrique, pasó por Oncala donde rodaban la película Total. Allí estaba el director -a día de hoy de culto- José Luis Cuerda. A preguntas de Julio sobre qué pasaba allí, le respondió: “ves aquel pueblo de abajo -Oncala-, pues eso es Londres después de una guerra”.

Junto a la visión de Oncala, Llamazares conoció en ese viaje el libro de Avelino Hernández “Donde la Vieja Castilla se acaba”. Todo eso, más la visita a Sarnago, fue recordado por el autor homenajeado con tanta emoción, que se empezó a gestar “La lluvia amarilla”, un soliloquio que ahonda en la despoblación que se ha enseñoreado en la España rural.

Como él mismo afirma: “Cuando muere un viejo muere un libro. Cuando muere un pueblo, muere una biblioteca”.

Yo cambio libro por mundo. Tal y como asevera Julio Llamazares, escribe para “emocionar, conmover, hacer presión, dar calambre...”, todo eso lo consigue “La lluvia amarilla”.

“Uno cree que nunca podrá aceptar sin miedo la idea de la muerte. Cuando aún somos jóvenes, la vemos tan lejana, tan remota en el tiempo, que su misma distancia la hace inaceptable. Luego ya, a medida que los años van pasando, es justamente lo contrario...”. (…) Ahora, sin embargo, yo era ya el único -y el último- superviviente y, por las calles de Biescas, la gente me miraba como extrañada de poder volver a verme”.

Ahora que he vuelto a leer algunos párrafos de la novela-monólogo que tenía casi olvidada, al pasar los ojos por el párrafo de arriba, recuerdo a Romana, la única y última habitante de Valdenegrillos, que sigue allí, aún después de la muerte de su marido. Y tal vez esa imagen que rememoró el pasado sábado Julio Llamazares, la última del primer viaje a la Alcarama, de un hombre y una mujer, de negro, con un burro, caminando entre ruinas, y que le pareció haber soñado, sean Romana y Zacarías.

Judith Villar, en representación de la corporación provincial como vocal de Cultura, Deportes y Juventud, además de por propia querencia hacia los actos culturales, aseguró que las administraciones están para escuchar las reivindicaciones de los ciudadanos. Y ciertamente hemos de decir que la Diputación de Soria cumple lo que promete, y para muestra el camino que, desde la carretera local de San Pedro a Magaña, se dirige a Sarnago, más de tres kilómetros, está siendo, tal y como prometió el presidente, Luis Rey, asfaltado.

Abel Hernández, dijo de “La lluvia amarilla” que estaba escrita con un rico lenguaje poético. Nunca, aseguró, ha perdido la vigencia esta novela, por lo que esa tarde se estaba llevando a cabo un merecido agradecimiento a esa reflexión sobre el drama humano que es el monólogo y aseguró que Llamazares ha sido motivo de inspiración para otros autores, entre ellos Avelino Hernández, quien primero inspiró al leonés y después, en justa reciprocidad, fue inspirado por él. Comenzó el sarnagués deplorando la expropiación de las tierras y aseguró que en el verano de 1968 se opuso, incluso el gobernador de turno le aseguro que iban a hacer de la zona un “emporio de riqueza”.

Gloria Rubio, nacida en Fuentestrún, habló de su pueblo de la Rinconada, relativamente próximo a Sarnago, por lo que el tema de la despoblación lo tuvo también presente. Habla de su trabajo con siluetas que puede verse en Fuentelfresno y, cuando hay exposiciones, en Urex, un pueblo precioso del Sur de Soria, donde se dan cita artistas sorianos y de otros lugares, ya que los organizadores llegan de Jaén. Andalucía y Soria están unidas por la Trashumancia y por los cagarraches.

Emilio del Valle repasó el origen de la obra de teatro que iban a representar, que no es otro que la novela de Llamazares y José Manuel Navia de la fotografía y la inspiración que la comarca de Tierras Altas en general y Sarnago en especial (han sido varias las colaboraciones con la revista de la Asociación), ha ejercido sobre sus obras.

Teresa Ordinas, muy breve, recordó emocionada (como no podía ser de otra manera) a su marido, Avelino Hernández, cuya familia (parte de ella) estuvo también presente. Mercedes Álvarez recordó el momento en que ella y los suyos se marcharon de Aldealseñor y se encontraban con otros sorianos recordando sus historias y sus pueblos. Firmaría con el tiempo la impagable “El cielo gira”, donde demuestra que ella sí recupera el orgullo de ser de pueblo.

El maestro Manuel Castelló Rizo, vinculado a Soria por amor y por matrimonio, que en su caso viene a ser lo mismo, dijo no extrañarle la cantidad de artistas de toda índole reunidos en la mesa, amén de los presentes entre el público, “inspirados de alguna manera en esta tierra puesto que Soria es una tierra fecunda en temas, esperando al artista de turno para fotografiarla, pintarla, novelarla o ponerla en solfa, como es mi caso”. Da un somero repaso a su obra, más de la mitad inspirada en Soria y, muy concretamente en Tierras Altas, y especialmente en Sarnago, como es “Las cuernas de Sarnago”. Recuerdo una sobremesa después de una hacendera, donde éramos pocos para lo que se acostumbra en este pueblo. Alguien habló de las cuernas que usaban los pastores y, de pronto, aparecieron tres conservadas perfectamente y que fueron depositadas en la confianza del maestro.

De esa tarde surgió, ya en Agost, la obra que fue estrenada en Alicante por el cuarteto de trompas de la Banda Municipal y con la colaboración de Castelló en la parte de “cuerna de cabrero”. Finalizó dando las gracias a todos los allí reunidos, a Llamazares por su novela, deseándole muchos años más de éxito y ediciones y recordando que sólo hay que acercarse a Sarnago, “darse un paseo y los temas aparecerán por doquier, en cualquier recodo del camino”.

Por último, y no menos importante, hay que reseñar la cantidad de asistentes al acto que culminó con la representación teatral, emocionante y, en medio un aperitivo que acabó con la degustación de, tal vez, los mejores rosquillos sorianos que se hayan comido.

Larga vida a Sarnago.

Gracias a los componentes de la Asociación Cultural de Sarnago y, especialmente, a las mujeres, que se encargan de los trabajos más ingratos, por mucho que lo hagan con alegría

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