Provincia | Almazán Los zarrones mandan en Almazán Viernes, 17 Mayo 2019 18:26 Almazán ha honrado este viernes con devoción a San Pascual Bailón y a la cofradía que sustenta desde hace doscientos años la fiesta de los zarrones, un ritual de origen pastoril. Isidoro, Mario y Arturo han ejercido este año de estos personajes, sobre los que gira una fiesta que ha congregado a vecinos y visitantes en su recorrido por las calles de la localidad adnamantina para presenciar sus carreras y los "zambombazos" que dan a los jóvenes más atrevidos que se agachan para recoger los caramelos. Una de los miembros de la cofradía de San Pascual Bailón, María Jesús García, ha resaltado la voluntad de mantener esta tradición en el tiempo y que con la que se identifican muchos adnamantinos, prácticamente a los pocos días de nacer, en el que son datos de alta como socios. "Si hay cien niños que han nacido este año en Almazán, ya le aseguro que se apuntan a la cofradía, que tiene actualmente 1.800 socios", ha resaltado. De la cofradía de San Pascual Bailón puede ser todas las personas interesadas, con la única condición de abonar treinta céntimos al año e inscribirse el 18 de julio. Los promotores de esta cofradía, hace más de doscientos años, fueron pastores. El alcalde de Almazán, José Antonio de Miguel, ha señalado que los símbolos que portan los zarrones, con sus sombreros con plumas de buitre y colas de zorro, no son solo para ahuyentar las bestias del ganado sino que si hubiesen podido también "hubiesen dado con esa zambomba a los franceses" hace más de dos siglos,, cuando se fundó la cofradía. "El zarrón es historia, tradición, colorido y diversión", ha resumido De Miguel. La función original de los zarrones era controlar a los jóvenes que molestaban a los cofrades en la procesión en honor a este santo zaragozano (1540-1592) que fue pastor desde los siete años y que vistió el hábito franciscano en su juventud. Los zarrones representan a los pastores que cuidan el rebaño, representado por los danzantes, y visten recordando a los antiguos pastores de la zona, con zamarra de piel, zahones o calzones de cuero marrón, polaínas y albarcas. Un sombrero ancho cubre su cabeza, tocado con plumas de buitre o águila y rabos de zorro colgando por la parte posterior. En la mano llevan una zambomba o garrote unido por una cuerda a una funda alargada de lona o de cuero rellena de lana y portan también una colodra -cuerno de buey con tapadera de plata- en la que conservan la soparra, pan remojado en vino con azúcar y canela. Los zarrones, voluntarios de la Cofradía de San Pascual, han vuelto hoy a realizar muchas carreras persiguiendo a los jóvenes y pegándoles con sus zambombas, uno de los momentos más esperados durante el año en Almazán de esta fiesta declarada de interés turístico regional en el año 2000. Todos ellos lucen barba recordando la figura del pastor que se afeitaba cuando llegaba a sus casas, después de largas temporadas fuera de ella Comparte esta noticia