San Isidro Labrador, protector de las cosechas
San Isidro Labrador es el patrón de los agricultores en España y su festividad se celebra cada 15 de mayo.
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Este santo, cuyo nombre completo es San Isidro de Merlo y Quintana, nació en Madrid a finales del siglo XI y se dedicó a la agricultura durante gran parte de su vida.
Hoy en día, es venerado por buena parte de los labradores y agricultores como protector de las cosechas.
Dice el refrán que “San Isidro Labrador quita el agua y pone el sol” por la relación entre la onomástica del santo y el momento en el que empieza el buen tiempo.
Se le puede invocar para que llueva y tener una buena cosecha.
El papa Juan XXIII, en 1960, extendió el patronazgo de san Isidro a todos los agricultores católicos del mundo.
San Isidro nació alrededor de 1080 en Madrid bajo el taifa de Toledo en el seno de una familia humilde de colonos mozárabes que repobló los terrenos ganados por Alfonso VI en la Reconquista.
No se tienen documentos de su infancia, por ello se empiezan a conocer datos a partir de sus años de juventud comenzando por decir que, tras quedar huérfano, desempeñó varios trabajos, entre ellos el de pocero (oficio de su padre) al servicio de la familia Vera, y con tan buena mano que no abría pozo del que no manase abundante caudal, aun tratándose de tierras secas.
En esta etapa ya nos encontramos con lo que podemos denominar su primer milagro.
Se cuenta que una señora principal, llamada Da Nuña, mujer muy piadosa, le contrató para que le abriese uno en su alquería, tropezó con un terreno de roca viva que le puso en un gran aprieto, pero lo venció mediante la oración consiguiendo que se ablandase la piedra, punto en el que quedó impresa la huella su pie.
En 1110 el emir Alí ibn Yúsuf invade el centro de la península ibérica, obligándole a trasladarse a Torrelaguna.
Allí conoció María Toribia (también canonizada tras su muerte) con quien se casó y tuvo a un hijo, San Illán.
En Torrelaguna trabajó como labrador para la familia Vargas y zahorí.
Sus compañeros se burlaban de él en muchas ocasiones diciendo que llegaba tarde por ir cada mañana antes del trabajo a rezar a la iglesia. Gracias a las quejas de sus compañeros se pudo comprobar uno de los milagros comunes más famosos de este santo: el milagro de los bueyes.
El patrón escuchó las quejas de sus trabajadores y fue a comprobar qué pasaba. Al llegar vio que los bueyes estaban arando solo la parte de campo asignada a Isidro mientras este rezaba.
Con su patrón protagonizaría otro de los milagros: el milagro del agua. En una época de gran sequía, el señor Vargas veía como su campo estaba cada día más seco y no tenía forma de alimentar a su gente. En ese momento pidió ayuda a Isidro, quien sacó su vara de zahorí, la puso en el suelo y del lugar brotó agua.
La leyenda cuenta también que un día su hijo Illán se cayó al pozo de la casa construido en el lugar en el que San Isidro había puesto su vara. En ese momento su mujer le rogó a Isidro que hiciera algo para salvarle. Entonces el santo se puso a rezar y el agua del pozo subió elevando al niño hasta la superficie.
Por su amor a los animales, al Santo se le representa siempre con un perro labrado o con un par de bueyes y con algún apero de labranza que revelen su profesión.
Por sus milagros con el agua, se cree que la fuente de San Isidro tiene propiedades milagrosas y curativas, pues está ubicada en el mismo sitio donde estaba el pozo del que salvó a su hijo.