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Los escritores, al rescate de la Historia de España

Un grupo de escritores ha lanzado el manifiesto Escritores con la Historia, que denuncia el cambio de método y objetivos de la enseñanza de Historia en Bachillerato y ESO como un error pedagógico y una manipulación política. "Supone enviar la Historia a la guillotina", sentencian.

Manifiesto de los escritores al rescate de la Historia de España

España, la Nación con la historia quizá más rica, épica y asombrosa de la Tierra, vive bajo la creencia de que debe avergonzarse de ella. Mientras nuestros vecinos alardean de su pasado imperial y convierten sus mitos y leyendas en fuente de enorme riqueza cultural, cinematográfica, literaria y turística, aquí el prejuicio ha sido asumido como parte de un supuesto pecado original y ha ido más allá de la propaganda de nuestros enemigos históricos para convertirse en dogma propio de un sector que se considera a sí mismo “la intelectualidad” y una cierta posición ideológica dominante en los medios de comunicación y, en particular, en las televisiones.
El último ejemplo lo tenemos con la primera vuelta al mundo, impulsada por el castellano de Guetaria Juan Sebastián Elcano y financiada por la corona de Castilla, que Portugal pretende apropiarse ante la Unesco otorgando toda la gloria a Magallanes. ¿Qué hace el gobierno de España al respecto? Nada.
Los españoles no solo estamos en cabeza de los crédulos en nuestra propia Leyenda Negra, sino que la enseñamos en las escuelas y la convertimos en santo y seña del “progresismo” en las cátedras universitarias. Hasta tal punto llega el fenómeno, que el propio nombre quema en muchas bocas y hemos convertido a España en “Estepaís”, reduciéndonos a los españoles a la condición de “Estepaisinos”.

Una buena parte de la población ignora su historia y la desprecia en la medida que la ignora o la entiende como un estigma colectivo.

Las tensiones separatistas, las pulsiones nacionalistas y la educación desvertebrada, sin relato común o con un relato falseado con fines políticos interesados, han agravado aún más el problema, que exacerban con mensajes sesgados los libros de texto de cada una de las autonomías, y en particular las que con ellos pretenden contribuir a su “construcción nacional”.
A pesar de todo lo cual, y quizá debido a ese acoso, a esa contumacia en la ofensa y el menosprecio, algo está sucediendo, algo se ha despertado y se levanta. Los españoles quieren saber sobre sí mismos, quieren reconciliarse con lo que fueron, con los hechos de sus antepasados, quieren reencontrarse con España y reconocerse en ella, no en la avergonzada caricatura de país en la que se ha pretendido estabularles. Eso está pasando.

Y se está viendo al mismo tiempo en los balcones y en los estantes de las librerías.

La Historia de España apasiona a los españoles, fíjense qué cosa, y el auge de la Novela Histórica, creciente y sostenido, es el reflejo de ese interés, de ese hambre de conocimiento y también de algo de épica, ajena a visiones extremas y fiel a una realidad apasionante.

La de una Nación, una de las poquísimas, que puede presumir de haber contribuido decisivamente a configurar el mundo tal como lo conocemos hoy.

La Historia de España no cabe en un panfleto. Ni a favor ni en contra. Ni en el del enaltecimiento sin tacha ni en el del oprobio sin límite.

No puede ser compendiada en un tuit, ni reducida a un mitin, ni explicada a través de la soflama ideológica, ni juzgada con el esquema de valores de hoy como norma exigida de conducta en épocas, culturas, civilizaciones y situaciones pretéritas.

No es un cuento de buenos y malos, tal como pretenden algunos. Cada cosa según su tiempo. Cada hecho atendiendo a su circunstancia. Desde el principio de sus propios tiempos, cuando en esta península llegó a su fin y se extinguió la primera especie plenamente humana, los neandertales, tal vez y muy probablemente a causa de la que ahora nos incluye a todos, los cromañones, soberbiamente autocalificados por nosotros mismos como sapiens.

No sin mezclarse, no sin que algo quedara en nosotros de la vieja estirpe.

Eso sucedió aquí, cuando nuestra tierra no tenía aún su nombre. Hace algo menos de 30.000 años. Luego, ya bautizados y reconocibles en la historia y en la geografía, también aquí sentaron sus reales iberos y celtas, entre otros muchos, muchísimos pueblos.

Como no podía ser de otra manera, al estar colocado nuestro solar al mismo tiempo en el fin del mundo y en el cruce de todos los caminos, aquí se produjeron todas las hibridaciones, todas las llegadas, todas las invasiones, todas las conquistas y reconquistas, desde el este, desde el norte, desde el sur, de griegos, de fenicios, de sus primos de Cartago, de romanos, de suevos, vándalos y godos que aquí dejaron de ser bárbaros; de moros, bereberes y algún árabe, portadores de un Islam que aquí alcanzó su máximo esplendor y también su última frontera.

Porque también fue aquí donde, por vez primera y única en el mundo, su conquista fue reconquistada a costa de ocho siglos de dura lucha, después de que ellos  mismos se enfrentaran a la peor de sus tinieblas: las yihad almorávides y almohades de hace 800 años, que ahora retornan en forma de sombría amenaza sobre la humanidad entera. Todo eso y mucho más sucedió aquí, en España.

Y desde aquí, y sin paréntesis ni solución de continuidad, fueron nuestros antepasados quienes se lanzaron hacia el Oeste e hicieron la Tierra el doble de extensa de lo que los hombres pensaban, y luego la globalizaron circunvalándola. Eso solo y tan solo eso habría de significar y significa, aunque no lo sepamos o no queramos saberlo o nos lo tergiversen, una prevalencia entre las grandes historias. Y después y hasta hoy ya todo es más conocido, aunque igualmente incomprendido y retorcido: Imperio, decadencia, invasión napoleónica, lucha por la Independencia y todas las convulsiones internas, hasta rematar en la peor de las guerras, la de matarnos entre nosotros, con furor en los frentes, pero antes y después, atroz y vilmente, en tapias y cunetas.

Y atravesar la Dictadura y alumbrar, reconciliados, Libertad y Democracia, merced a una Transición ejemplar sobre la que ahora, siempre la misma piedra, no falta quien escupe rebuscando el odio y la revancha. Hasta de la incorporación a la Unión Europea y a la moneda única hay quien reniega…

Nosotros ansiamos descubrir y divulgar todo ese apasionante acontecer, sin antojeras ni cilicios. Rechazamos rotundamente los prejuicios. Nos hemos propuesto ahondar en nuestra historia, con mayúsculas y con minúsculas.

Con ese empeño ha nacido esta asociación de escritores al rescate de la Historia. Para entablar combate contra el primer y más poderoso de nuestros enemigos colectivos, la ignorancia, siempre secundada por sus hijos cuatrillizos: el desprecio, la vergüenza, el miedo y el odio.

Y también para reivindicar un trabajo que va más allá de la creación literaria, con ser esta, todavía, una labor respetable. Somos los escritores de novela histórica quienes, novelando personajes reales o situando personajes de ficción en escenarios y hechos históricos reales, estamos dando respuesta y también contribuyendo a despertar un interés inusitado entre los españoles por lo que es su propio pasado, tantas veces escarnecido y, pese a ello, tan fascinante como indispensable para comprender el mundo. Nuestro mundo. El que nos ha tocado vivir. Gracias por compartir esta aventura con nosotros. 

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