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TRIBUNA / Vacas vacunando. Veterinarios vacunados..

Ángel Coronado reflexiona en este artículo de opinión sobre el conflicto de las fresas abierto en el parque de Doñana y resalta que parece que estamos a repetir nuestros errores.

TRIBUNA / Vacas vacunando. Veterinarios vacunados..

Allá por los años ochenta, los cangrejos americanos gigantes empezaban a colonizar Europa. En Doñana, el pueblo llano los pedía, como ahora pide agua para regar las fresas. Y cuando el pueblo llano pide algo, siempre hay alguien que se lo da. La cuestión que ahora interesa no es el hecho base, a saber: el pueblo llano siempre pide cosas. Y las cosas se piden a quien las puede dar. Hoy está de moda eso de la “basuraleza” (genero basura pero mirando para otro lado la recojo de reojo como cosa natural, lo que de siempre ocurrió), por lo que desde siempre también, para compensar, hubo una sobrenaturaleza a la que se aludía de reojo también aunque por el otro (por el otro ojo), haciendo de su nombre adjetivo: lo sobrenatural. Los dioses en el olimpo y en este mundo la mierda.

Esto no interesa porque ya se sabe. Ahora no interesa el hecho de que por parte del pueblo llano se pidan cosas. Lo que ahora nos importa es quiénes y cómo responden a esa petición. Lógicamente, nunca responden los dioses (sus designios son inescrutables) ni el propio pueblo llano. Siempre lo hace otro pueblo que no lo es, que no es llano, queremos decir.

En una Democracia el pueblo llano, así, en general, es el pueblo de los gobernados, aquéllos a los que se gobierna y sobre los que versa la acción de gobernar, los actos de gobierno. El pueblo que no es llano es, claro está, el pueblo que gobierna. Así que cuando por allá, por los años ochenta, el pueblo llano pidió cangrejos gigantes, cuando los pescadores de cangrejos de por la zona de las provincias de Cádiz y Huelva, concretamente por la zona de Doñana y de sus alrededores, empezaron a pedir cangrejos gigantes americanos, el gobernante de turno adivinó en los cangrejos norteamericanos un yacimiento gigante de votos

Han pasado años, pero tan solo treinta días mal contados desde que el mismo yacimiento gigante de votos asomase la nariz en lugar de las orejas. Esa nariz gorda y colorada como un fresón de Huelva es el equivalente de ahora con respecto al cangrejo gigante de los años ochenta. Juanma Moreno ahora (pueblo gobernante), como en los ochenta fuese Alfonso Guerra (pueblo gobernante también).

Tampoco interesa en este momento lo de las fresas. Lo citamos como punto de referencia, o como ejemplo de que la historia se repite, o como lo que ustedes quieran, que hay quien dice que no. De cualquier forma se trata, diría muy serio un lince, un flamenco o un pato malvasía de Doñana, se trata de la misma cosa. El entonces Conservador Director del parque de Doñana se opuso vivamente a que los cangrejos gigantes colonizasen las marismas. La protesta de hoy es en todo semejante a la de ayer. Al punto de que algo cobra valor (a los parques les pasa eso algunas veces), conservar ese valor adquiere valor también. Otra cosa es el valor del Conservador Director del parque para conservarlo. No me refiero a Valverde, Bernis o Delibes, personajes de primera magnitud en su reconocido prestigio personal de dentro y de fuera de los parques. Otra cosa es el Conservador Director del que ahora se trata en concreto, el de Doñana. El general de un ejército, valiente como el soldado que pega tiros, haría en la trinchera su mismo papel, pero la trinchera no es su lugar. El Conservador Director de Doñana vive en la trinchera y, cuando deja el fusil se come un bocadillo y, si puede, echa la siesta. Descansa.

El soldado de por entonces, íntegro, competente, consciente e inflexible, intransigente ante cualquier peligro que pudiese, como el cangrejo gigante, amenazar al parque, ya murió, pero antes supo hacer frente al cangrejo invasor, ávido de cangrejitos ibéricos de los que siempre vivieron en Doñana. Eso por una parte. Por otra supo enfrentarse también a otro gigante no cangrejo sino pueblo gobernante conocido por el nombre de Alfonso Guerra, ávido de los votos de Palos, Almonte y Moguer. Desconozco a la persona del Conservador Director actual, pero me remito a los papeles. Y al lector que la cuestión interese, que por su cuenta los lea. En el quiosco, los papeles de hoy. Los de ayer en cualquier hemeroteca.

En el quiosco de hoy leo una frase que impacta. Se refiere a otros hechos, pero en el fondo resuena esa voz a la que antes mencionamos. El pueblo llano pide, siempre pide, cierto, pero también da. Cierto también que a lo que pide se le pone precio por parte de alguien, por lo que también le asiste (al pueblo llano) dejar de serlo. Siquiera un momento para poder, a su vez. ponerle precio a lo que da. Pero todo esto, tan simple, sencillo y natural, se tergiversa. Y es por eso que la citada frase impacta.

Cito la frase, aunque no de una forma literal. Mejor literariamente, que literatura para eso está. Mitiga el ruido mediático insoportable que desfigura, oculta y desorienta, gritando de izquierda a derecha pero callando el norte y tirando a la basura de manera insidiosa, mezquina y miserable, tirando a la basura la propia rosa de los vientos. Siempre de reojo.

Dice algo como si al enfermo se curase para luego matarle mejor (abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!), como si a los cangrejos gigantes norteamericanos se dejase comer cangrejitos ibéricos para que luego los devolviese, como si al pozo  ilegal de Doñana se le fuese a convertir en géiser vomitando agua, o en una palabra, como si a los tiburones y orcas se fuese a pedir cuentas. Venga, orca. Venga, tiburón, a ver qué pasa con esas espinitas de boquerón.

Impacta diciendo algo así: “ […] vacas fascistas [….] vacunando a veterinarios”.

Inmejorable ocasión para repasar también algunos caprichos del genial aragonés exiliado por eso, por ser genial y aragonés aparte de sordo y caprichoso. De su cuerpo se sabe faltar la cabeza. Murió en Burdeos. Ninguna noticia de que fuese guillotinado. En uno de sus caprichos se ve a un burro tomando el pulso a un moribundo. Es imposible saber lo mejor del aguafuerte, si la leyenda que lo ilustra o la imagen ilustrada. Pero no importa. Lo imposible sería separar ese par de cosas  En la imagen podemos ver al enfermo y al burro. La leyenda dice: “De qué mal morirá”.

Fdo: Ángel Coronado

 

 

 

 

 

 

 

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