TRIBUNA / Los regalos institucionales
Ángel Coronado reflexiona sobre el valor de algunos regalos institucionales al Rey de España, que su mejor destino sería el punto limpio, en lugar de engorsar el Patrimonio Nacional.
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TRIBUNA / Los regalos institucionales
En serio. La verdad. Me parece poco. Sin ir más lejos, casi todo el Museo del Prado procede del Patrimonio Nacional, que a su vez se nutría de la colección particular de pintura de Fernando VII. No quiero decir que en los tiempos actuales el Patrimonio Nacional deba surtirse de las pertenencias personales del monarca, pero la verdad, que un cuponazo de la once, un silbato marítimo, dos juegos de delantales de cocina de un restaurante de Huesca, un poncho y un vinilo de la cantante bilbaína La Bien Querida, que todo eso y más pase a engrosar el haber de nuestro patrimonio, la verdad que nos parece pobre, poco serio y poco.
Que algunos cuadros se despistasen por entonces (eran otros tiempos) como el de la venus del espejo de Velázquez, que por otra parte no pertenecía a Don Fernando sino a Don Manuel de Godoy, pase. No porque sí, sino porque la venus del espejo puesta en un platillo de la balanza mientras en el otro ponemos casi todo el resto del Prado, ya me dirán. Creo que la venus del espejo debería estar en el Prado, o por lo menos en el haber del Patrimonio Nacional, así como que los silbatos y delantales ya citados además de un botijo que se me olvidó, no creo deberían estar entre sus haberes, en definitiva, entre los nuestros, entre los haberes de Nuestro Patrimonio.
Tampoco queremos decir que la ley del Patrimonio Nacional no dicte que todos los regalos institucionales recibidos por el Monarca deban integrarse ipso facto en el Patrimonio Nacional. Lo dicta y se acabó. En todo caso y sin que lo diga, si al Monarca se le regalase algo, caramba, que no sea un silbato. No se nos aclara la procedencia del silbato, ni del botijo, pero al emir de Catar habría que decirle lo del vinilo. ¿Qué hacer con el vinilo?
Cito; “En el caso de obsequios que, de acuerdo con estas normas, tengan carácter institucional, se procederá a su incorporación al Patrimonio Nacional. Los miembros de la Familia Real no podrán aceptar regalos que por su alto valor económico, finalidad o interés comercial o publicitario, o por la propia naturaleza del obsequio, puedan comprometer la dignidad de las funciones institucionales que tengan o les sean atribuidas.(El Mirón de Soria, “Los regalos institucionales de la Familia Real”, sábado, 29/07/2023)
Demonio, la verdad, no creo que un botijo pueda comprometer nunca ninguna dignidad de función alguna, pero no es eso, que no es eso a lo que vamos. Tampoco se trataría de resucitar a Velázquez o a Goya para que pintasen más cristos o más majas, ni de ninguna manera hacer apología de si República o Monarquía (que cada uno lleva su corazoncito dentro desde que le naciesen a uno sin que a nadie se le diese a elegir su nacimiento), pero repito, si al monarca se le regalase algo, ¿Qué hacer, por poner un ejemplo, con el botijo? ¿Qué hacer con el vinilo?
Demonio, y si el botijo comprometiese alguna dignidad, demonio, que ni se acepte siquiera. Diplomáticamente y con todos los respetos, pero decirle al emir que no. Directamente al punto limpio. Demonio, que no queremos botijos en el Prado.
Al margen de instituciones y puestos en hacer regalos, me lo gastaría mejor en consumibles, no en chuches sino en consumibles de calidad pese a todos los pesares, demonio, que una buena goma de mascar (de las que hacen globos) puede superar al botijo. Para la Marca Soria, para la Marca España, para la opción consumible y para una o dos cañitas con tapa (¿torreznillo?), ya nos llegaría.
Fdo: Ángel Coronado