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TRIBUNA / El timo del sistema educativo

Mario González incide en este artículo de opinión en las deficiencias del sistema educativo, que pierde nivel de exigencia a los alumnos y prefiere disminuirlo, mientras la sociedad mira para otro lado.

TRIBUNA / El timo del sistema educativo 

O acerca del paro juvenil (tenemos el récord europeo). Titúlelo como quiera. En estas tribunas en las que intentamos ir al meollo de la cuestión dejando atrás la propaganda política, hoy le echaremos un vistazo al sistema educativo sobre la base de la carta abierta publicada por Daniel Arias Aranda, catedrático del Departamento de Organización de Empresas de la Universidad de Granada, que, tras 20 años de docencia, denuncia que el nivel de la educación en España no deja de disminuir mientras la sociedad mira para otro lado, por lo que sentencia: "No enseñamos, engañamos".

Los principales déficits que este catedrático observa en el alumno medio son los siguientes: (i) le faltan habilidades básicas: no tiene capacidad de expresión porque su vocabulario es muy básico y se limita a verbos débiles, lo que se traduce en unas pobres exposiciones tanto orales como escritas; (ii) le faltan habilidades sociales: no sabe estar. Balbucea, se encorva, no fija la mirada, manos en los bolsillos, no viste adecuadamente…; (iii) le falta nivel académico: con el nivel actual jamás hubiese superado una asignatura de hace 10 o 20 años (seguramente, ni siquiera hubiera pasado el corte de admisión); (iv) le faltan idiomas: el nivel de lenguas extranjeras es prácticamente nulo, y todo porque (v) le sobran distracciones: vive anestesiado por las redes sociales. Frente a estos problemas, la respuesta del sistema educativo es igualmente penosa: (i) se rebaja el nivel de las asignaturas para adaptarse al nivel del estudiante: se imparten menos temas y de manera mucho más superficial; (ii) se hacen parciales con el objetivo de aprobar al mayor número de alumnos posible, pues un número de suspensos superior al objetivo marcado por la Universidad penaliza el presupuesto de los Departamentos esclavizados por el denominado ‘contrato-programa’; (iii) se aceptan trabajos y presentaciones que tienen el nivel del ‘teatrillo de Navidad de Primaria’ (eso ahora ya supone un aprobado) y todo (iv) para que el Alumno y sus Padres sean felices y para que los Departamentos y la Universidad también lo sean aunque todo, en el fondo, sea una gran mentira, que todos edulcoramos.

Daniel Arias Aranda concluye su exposición haciendo las siguientes propuestas: (i) la Universidad está para formar élites intelectuales (la frase es de Gregorio Peces-Barba, antiguo rector de la Carlos III, padre de la Constitución y socialista). Para el resto bastaría una Formación Profesional que formara grandes profesionales; (ii) devolver competencias al profesorado universitario a la hora de diseñar planes de estudio, modelos de enseñanza y currículum: el mundo cambia demasiado rápido como para seguir impartiendo contenidos obsoletos; (iii) reforzar las capacidades básicas en todo el sistema: enseñar a pensar, a enfrentar obstáculos, a expresarse, a tener modales, a leer y escribir bien en español e inglés, a tener tolerancia a la frustración y, sobre todo, a superarse constantemente; (iv) eliminar la tecnología en la enseñanza: la plasticidad neuronal se desarrolla con lápiz y papel, no con teclados; (v) generar curiosidad y admiración por todo lo que rodea al alumno y hacerle sentir orgulloso de quienes es y de donde esta, huyendo de populismos y nacionalismos; (vi) fomentar la competición y la colaboración en todo tipo de enseñanzas y la remuneración del esfuerzo, apostando por las capacidades innatas de cada alumno, y (vii) flexibilizar los primeros años ora en la Universidad ora en FP para que cada alumno pueda reconducir su formación habilitando para ello pasarelas (que una mala decisión inicial no frustre una vida).

Te preguntas ¿por qué el sistema no evoluciona y sólo se abarata? Y la respuesta es porque a la PPSOE y al resto de los partidos les interesa que los futuros votantes tengan el nivel más bajo posible para torearlos más fácilmente. ¿Qué hacer entonces? Educar a tú hijo en que la solución a sus problemas la encontrará en sí mismo, con trabajo, tesón y suerte, y que no espere nunca nada de un Estado configurado para chuparle una gran parte de su renta y patrimonio –si es de los que quiere trabajar, claro- con los que alimentar a los imperantes y su séquito que, por supuesto, sólo piensan en ellos mismos. Este puede que sea el principal timo, el más grave, de todos los que estamos repasando en estas tribunas. No engañes a tú hijo como te engañaron a ti. Saca un ratito y… piénsalo. 

Fdo: Mario González. Abogado. Mautiko Abogados.

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