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Libro sobre el crimen y castigo de la reina de Tardajos

La profesora Reyes Juberías reseña el libro "Crimen y castigo de la reina de Tardajos", escrito por la profesora titular del Campus de Soria, Rosario Consuelo Gonzalo, y que narra la historia de un crimen pasional ocurrido en el siglo XIX en Soria.

Crimen y castigo de la reina de Tardajos

El 28 de marzo de 1844 se estrena en Madrid “Don Juan Tenorio” de José Zorrilla, la obra más representada del Romanticismo español, tan apegado a los valores de la tradición católica, que aúna el mito del libertino redimido con motivos de la literatura fantástica y del folclore europeo de gran efecto escénico.

Unos meses después, el 4 de enero de 1845, un drama real sucedía en otro escenario, Tardajos de Duero (Soria), donde Pascuala Calonge Díez y su amante, José Díez Moreno, matan al marido de ella, Valentín Lacarta Gómara. Los autores fueron condenados a pena de muerte por garrote vil en ejecución pública.

El crimen tuvo repercusión nacional, se convirtió en leyenda a través de la prensa y la literatura de cordel, y tuvo un impacto social que incluso reabrió el debate sobre la pena capital en España.

“Crimen y castigo de la Reina de Tardajos” es un trabajo de investigación histórica, bibliográfica y literaria que reconstruye el asesinato y la ejecución de los responsables con documentación precisa, obtenida en archivos históricos y eclesiásticos.

Asimismo, da cuenta de lo publicado en fuentes hemerográficas coetáneas y reproduce, con sus correspondientes descripciones analíticas, dos romances en pliegos de cordel originales, ilustrados con xilografías que representan los momentos de mayor intensidad trágica de la historia

El rigor de la autora viene avalado por su exitosa trayectoria académica como profesora titular de la UVA, Premio extraordinario de Doctorado, Premio Nacional de Bibliografía de la Biblioteca Nacional de España y autora de numerosos trabajos de investigación.

Su ánimo para afrontar este trabajo queda reflejado en la página de cierre, donde declara que la exposición exacta de los hechos sigue la doctrina de Concepción Arenal: detestar el delito pero compadecer al delincuente. La reconstrucción respetuosa y sensible de Consuelo Gonzalo García dota a los protagonistas de una delicada dignidad que los acontecimientos narrados se empeñaban en arrebatarles sin reparo ni remisión.

El libro, cuidadosamente editado en Oportet, revela muchos datos de interés en torno a la historia y detalla el ajusticiamiento de Pascuala y José, resultado de la aplicación simultánea del Código Penal de 1822 y del ritual que siguió la Cofradía de la Piedad, que cumplía la misión de asistir, amortajar y enterrar a los ajusticiados en el pórtico de Nuestra Señora de la Soledad.

Las ejecuciones públicas pretendían servir de escarmiento, ya que se hacía patente ante la multitud el castigo por transgredir las leyes. La Iglesia, por su parte, aprovechaba el espectáculo para catequizar: si el condenado se arrepentía y sabía morir digna y cristianamente, podía realizar la muerte del buen ladrón y salvarse.

Tanto o más que el propio asesinato, conmueve la aplicación de la pena con infamia, prevista en el Código Penal vigente, entre otros casos, para los actos delictivos con circunstancias agravantes de premeditación o alevosía como el que se juzgaba.

La ejecución siempre era pública, sobre un cadalso colocado fuera de la población, pero en sitio inmediato a ella, con gran capacidad para acoger a muchos espectadores. El reo era conducido desde la cárcel con túnica blanca, el cabello rapado, atadas las manos a la espalda y cadena de hierro al cuello. Sobre pecho y espalda, portaba un cartel donde se anunciaba su delito. Un pregonero vociferaba el nombre del delincuente, el delito y la pena impuesta. Ejecutada la sentencia por la mañana, el cadáver quedaba expuesto al público hasta la puesta de sol.

Si todo lo anterior no fuera suficiente para sobrecoger, el ceremonial de la Cofradía de la Piedad añadía el tremendismo de la procesión nocturna hasta la cárcel en el día previo a la ejecución, encabezada por el abad con un “santo cristo portátil” rezando en alto el salmo “Miserere”, seguido de 24 hermanos portando cirios encendidos, mientras que otros llevaban varas y campanillas “tañendo lúgubremente”.

Cuesta sustraerse al espanto que produce saber que el protocolo de las ejecuciones lo idearon gobernantes, legisladores, sacerdotes y filósofos de rango superior.

En perfecta paradoja, todos ellos gozaban del prestigio social del que carecían los verdugos que ejecutaban las sentencias; sin embargo, unos y otros sostenían el orden establecido bajo el influjo de la “banalidad del mal” (Hannah Arendt), eludiendo así su responsabilidad individual. Afortunadamente, contra esta barbarie se alzaron voces críticas y combativas que propiciaron sucesivos avances en materia de derechos humanos. Este libro también interpela nuestro civismo como individuos para seguir clamando, al igual que quienes nos precedieron, ante otras causas nobles pendientes de conquistar.

En el drama religioso-fantástico de “Don Juan Tenorio”, su protagonista se arrepiente y salva su alma gracias a la misericordia divina, y más específicamente a la redención por el amor a través de la sombra de doña Inés. En la leyenda de “La Reina de Tardajos”, Pascuala había manifestado un arrepentimiento tan sincero que su confesor llegó a decir que había muerto como una santa.

FICHA TÉCNICA

Autora: Rosario Consuelo Gonzalo García

Título: Crimen y castigo de la Reina de Tardajos (Soria, 1816 -1846)

Editorial: Oportet Editores

Fecha de edición: 2023

Págs.: 144

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