El periodista Emilio Gancedo rescata los valores de antaño
Recorrido vital y literario por la España rural
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El periodista Emilio Gancedo presenta mañana lunes en Soria su libro "Palabras mayores. Un viaje por la memoria rural".
La obra, publicada por la editorial riojana Pepitas de Calabaza, constituye un paseo por el legado rural de todas las comunidades autónomas a través de personas muy representativas de cada territorio: personas con valores, saberes perdidos, grandes dosis de humor y humanidad, y una filosofía de vida muy aprovechable en los tiempos actuales.
El libro se presentará mañaña lunes en el Círculo de la Amistad Numancia, a las 19.00 horas.
El autor estará acompañado por Joaquín Alegre, escritor y director de Rimpego, el sello que recientemente ha rescatado "¿Donde la Vieja Castilla se acaba?", de Avelino Hernández.
El periodista y escritor leonés Emilio Gancedo sacó a la luz el pasado año el este libro que recoge el recorrido vital y literario que durante cerca de medio año realizó por pequeños pueblos, villas, aldeas y caseríos de todas las comunidades autónomas españolas.
En esos lugares, alejados en su mayor parte de grandes núcleos de población, Gancedo mantuvo encuentros con 25 personas de las generaciones de la guerra y la posguerra, depositarias de una serie de conocimientos, actitudes ante la vida y valores hoy perdidos, olvidados o en desuso a pesar de la innegable vigencia con la que cuentan precisamente ahora, cuando la crisis y la pérdida de valores han erosionado gran parte del tejido social.
Experiencias anónimas
Emilio Gancedo buscó a personas anónimas con muchos años y con muchas cosas que contar, y entabló con ellas unos diálogos repletos de proteína narrativa. Por medio de esos relatos vitales-tantas veces sorprendentes, fascinantes o increíbles, tan cercanos incluso a la ficción-, estas gentes logran aportar, al autor y a los lectores, parte de ese sentido común, esa filosofía natural, ese humor y esa humanidad que nuestra sociedad parece haber perdido sin remedio.
Desde el emigrante gallego que se convirtió en fotógrafo de celebridades a los marineros barceloneses obsesionados por las capturas y los naufragios; desde el soldado navarro que cada año lanzaba un chupinazo en recuerdo de unas nieblas verdaderamente milagrosas al maestro oscense cuyo pueblo languideció hasta quedar sin un solo vecino pasando por el extremeño que en tierras salmantinas cambiaba aceite por trigo (y persona muy familiarizada, además, con la visita de platillos volantes), el comerciante valenciano hecho a sí mismo, el sanador castellano que levantó con sus propias manos un museo agrícola, el maderero conquense o el viejo trashumante de la sierra de Madrid.