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TRIBUNA / Estamos seguros y estamos contentos

-Angel Coronado incide en este artículo de opinión en la globalización que trae una nueva empresa a Ólvega y, al hilo, apunta a la necesaria limpieza del rio Val.

TRIBUNA / Estamos seguros y estamos contentos

Estamos contentos porque seguros andamos. Una nueva industria se instala en Ólvega. Esto es bueno para la industria Simoldes, es bueno para Ólvega, es bueno para la provincia de Soria, para la comunidad de Castilla y León,  para España, para la Comunidad Europea, para todo el mundo occidental, y dada la globalización, para el mundo entero. Es cierto que ante un ámbito tan grande como el de la bola del mundo, esa bondad se dispersa bastante, se pulveriza un poco. El mundo lo notará, pero no tanto, ni muchísimo menos tanto como lo habrá de notar la propia empresa portuguesa y, en particular, su gerente responsable y sus más allegados colaboradores, pero esto es natural, tan natural como que caudales bondadosos vayan disminuyendo hasta llegar a su origen, a esos mínimos citados hace un momento. El caudal bondadoso, al punto de llegar a su fuente más remota, la propia bola del  mundo, será tan pequeño, pero también tan puro y cristalino como las fuentes del Nilo o las fuentes del Duero en Duruelo, Soria, Castilla León, España, etc.., etc…, etc.

Y estamos contentos también, porque también seguros estamos. Una nueva industria se instala en Ólvega. Esto es bueno para Domingos Pinto (consejero delegado de Simoldes Plastics), para Antonio da Silva Rodrigues y Rui Paulo Rodrigues, vicepresidente de Simoldes Plastics, para Elia Jiménez (alcaldesa de Ólvega), para Emiliano Revilla (empresario natural de Ólvega y conocido de todos), para Carlos Martín Tobalina (viceconsejero de Economía y Competividad de la Junta de Castilla y León), y para Yolanda de Gregorio (delegada territorial de la citada Junta en Soria). Y por último citamos también al propio presidente de la Junta, Don Alfonso Fernández Mañueco, a quien se hace partícipe del acontecimiento. Nos remitimos en esta cita al artículo publicado en este medio el día 29 de Marzo de 2022 en el que se detallan los nombres y los cargos de las personalidades asistentes al acto que interesa).

Y estamos contentos también, porque seguros estamos de que todo el mundo, todo el mundo sin excepción (aparte alguno habrá de quien ni queremos ni podemos citar nombres concretos  por no saberlos ni por lo tanto recordarlos), ante la triste noticia de los vertidos de naturaleza láctea producidos por la depuradora de Ólvega/Ágreda sobre el pequeño cauce del río Val, tan repetidos y tercos que del Val ya no queda río sino solo el nombre seco (ver denuncias ante varios organismos oficiales practicadas por ASDEN y publicadas en diversos medios), todo el mundo sin excepción, decíamos, tomará buena nota de lo sucedido y pondrá de inmediato los medios necesarios para impedir que una tristeza tal pueda empañar todo ese caudal de alegría y buenaventura que, si bien amortiguado al final de su trayectoria, afecta suavemente hasta los propios confines del mundo entero.

Aparte. Absolutamente aparte pero al hilo de sumar para esta tierra moncaína más cosas junto a su industria y la limpieza de sus aguas y de sus ríos, otra buena noticia. Digo aparte porque se trata de otro caudal en dirección inversa, porque afectando primero a esos confines del mundo todavía vírgenes y despoblados, corre buscando puntos concretos en los que arraigarse. Una buena noticia: he tenido conocimiento (digo “conocimiento” por no decir de nuevo “noticia” porque no quiero poner tan juntas dos voces iguales, razón por la que utilizo la expresión “conocimiento” en lugar de “noticia”, intentando así hacer más agradable la lectura), he tenido conocimiento,  a través de un amigo mío, de la existencia de una especie de cabra, la llamada cabra “moncaína” (nombre que todavía conserva sobre algunos escasos ejemplares apacentados al abrigo aragonés del Moncayo), que bien podría pastar contenta y moncaína los pastos de por Soria vaciada, tan moncaínos o más que los aragoneses. Mi amigo conoce ganaderos sorianos que estarían dispuestos a pastorear moncaínas por esos pagos.  

Y al hilo. Hoy estamos de buenas. Estamos seguros. Hasta podríamos decirle a Don Gustavo, a Don Gustavo Adolfo Bécquer, dado que aquí en Soria al corzo se llama cabra, que nada de la corza blanca sino de la cabra blanca. Alguna moncaína albina habrá. Mire, Don Adolfo: está usted en Soria y aquí no conocemos las corzas, ni blancas ni pardas. Vaya usted cambiando el nombre a su leyenda, Don Adolfo. La moncaína blanca, la cabra albina o como quiera, pero nada de corzos ni corzas. Estamos en El Moncayo y no hay más que hablar, Don Adolfo. Las moncaínas, las veo, ramoneando ya por nuestros pastos. Tome nota, Don Adolfo. Pase lo de Maese Pérez el Organista. Nada que objetar a Los Ojos Verdes. Un aplauso y una estatua de bronce al Monte de las Ánimas, pero nada de corzos ni de corzas, Don Adolfo. Eso sí, siempre con el “Don” por delante. Pero no hay más que hablar, tronco. Gustavo Adolfo, Bécquer, amigo.

Fdo: Ángel Coronado

 

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